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EE UU bombardea el frente de Kabul y los talibanes llaman a la resistencia

Un hijo del mulá Omar murió durante los ataques, que provocan nuevas víctimas civiles

Ramón Lobo

Aviones norteamericanos atacaron ayer por primera vez la línea del frente en el aeródromo militar de Bagram, a unos 35 kilómetros al norte de Kabul. La operación, que comenzó a las 16,30, hora afgana, se repitió después por la noche. En ella participaron varios cazabombarderos y tuvo como objetivo la destrucción de piezas de artillería, carros de combate y centros de mando talibanes. Esta base, deteriorada tras años de lucha, resulta una pieza inútil para la Alianza del Norte, pues la proximidad del enemigo impide cualquier aterrizaje.

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Será necesario esperar unos días para saber si las incursiones aéreas son una excepción o representan un giro radical en la estrategia de EE UU tras dos semanas de bombardeos. Ésta ha estado dirigida, principalmente, a aniquilar los sistemas de radares y defensas antiaéreas de los talibanes, además de depósitos de armamento y de combustible. Una vez completada la primera fase, EE UU ha comenzado a emplear aviones de ataque tipo AC-130 y helicópteros artillados, además de lanzar operaciones terrestres en el sur, cerca de Kandahar, capital política talibán.

El bombardeo sobre las posiciones del frente talibán supone un hecho muy importante que, de continuar, facilitaría o alentaría la anhelada ofensiva sobre la capital. El jueves, dos aviones estadounidenses atacaron las colinas próximas a Bagram, donde se concentran las fuerzas extranjeras que ayudan a los talibanes, pero no se trataba de la primera línea del frente.

Babayán, el general de la Alianza responsable del aeródromo de Bagram, tuvo conocimiento previo del bombardeo efectuado ayer, un dato que demuestra la existencia de estrechos contactos con EE UU en todos los frentes, tanto en Mazar-i-Sharif como en Kabul.

Las tropas de la Alianza situadas en la planicie de Shomalí esperan la orden para avanzar. Hace unos 12 días se produjo la movilización general en el valle del Panchir, la verdadera cuna de los muyahidin, lo que parecía vaticinar un ataque inminente. Pero éste tuvo que aplazarse varias veces debido a las carencias de material de guerra, que han paralizado el operativo hasta la exasperación en espera de que los aviones norteamericanos allanen el camino desde el aire.

Para EE UU supone esto un dilema muy arriesgado: si no ayuda a la Alianza a conquistar la capital, el régimen talibán podría prolongar su resistencia a las bombas más allá del invierno y entrampar toda la misión; si le abre la vía hacia Kabul, contará con la animosidad de Pakistán, uno de sus aliados clave en esta guerra.

La situación en el interior de Kabul es pésima, según relatan las decenas de refugiados que escapan a diario de la capital, donde ayer periodistas de dos agencias internacionales confirmaron la muerte de nueve personas de una misma familia y 12 heridos por el bombardeo de un barrio residencial. Carros de combate recorren las calles con altavoces en los que reproducen proclamas religiosas y llaman a la resistencia contra el invasor. Incluso se ha comenzado a distribuir armas entre los sectores de la población más afines al régimen.

Helicópteros artillados estadounidenses atacaron por primera vez, en la madrugada del domingo, posiciones de los talibanes dentro de la capital. No hubo réplica antiáerea ni noticias sobre el tipo de misión. Estos aparatos de gran precisión de fuego tienen como objetivo principal la destrucción de las pequeñas concentraciones militares, humanas o de blindados.

Los principales líderes talibanes, reunidos ayer en Kabul sin la presencia del máximo dirigente, el mulá Omar, según informó la agencia AIP (cercana al régimen de Kabul), decidieron repartir 'armas, ligeras y pesadas, en los pueblos y en las regiones para combatir las incursiones terrestres'. Todo indica que el régimen de Kabul está intentando reorganizar sus defensas, debilitadas por los ataques.

Problemas de la Alianza

Los problemas militares de la Alianza podrían resolverse en las próximas semanas, bien por los ataques sobre la línea del frente o bien por la llegada de material de guerra y municiones. El ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Ivanov, y el director del FSB, ex KGB, Nikolái Patrushev, se reunieron ayer en Duchambé, capital de Tayikistán, otro de los países de la zona que apoyan a la oposición talibán, con altos representantes de la Alianza, a los que han prometido ayuda inmediata. Ésta se va a traducir en armamento moderno y asesoramiento sobre el terreno.

Las relaciones de Rusia con la Alianza son muy buenas, a pesar de que esta coalición de grupos está compuesta por los viejos muyadín que lograron su salida humillante de Afganistán.

El frente de Mazar-i-Sharif, al norte de Afganistán, será el primero, por la cercanía con la frontera de Tayikistán, en beneficiarse de esta ayuda rusa. Allí se produce la extraña coincidencia de que tanto norteamericanos como rusos apoyan al general de la Alianza Rashim Dostum; los primeros, para debilitar a los talibanes en el norte; los segundos, para evitar que los estadounidenses se queden como única referencia política, militar y económica en Asia Central.

Esta estratégica zona fue alcanzada ayer por nuevos bombardeos, que también se produjeron en otros puntos del país. Según los talibanes, los bombardeos sobre Herat, oeste, han provocado entre 40 y 50 muertos. La emisora británica BBC aseguró ayer, además, que había confirmado que un hijo de 10 años del mulá Omar murió en Kandahar durante la primera oleada de bombardeos.

Tres niños afganos heridos durante los bombardeos contra un barrio residencial de Kabul son atendidos en un hospital de la capital afgana.
Tres niños afganos heridos durante los bombardeos contra un barrio residencial de Kabul son atendidos en un hospital de la capital afgana.AFP

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