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El hallazgo de miles de huellas de dinosaurio en La Rioja impresiona a los científicos

La variedad de rastros de hace 115 millones de años convierte el yacimiento en el mejor de Europa

La ladera de un barranco cerca de Cornago (La Rioja) ha sorprendido y fascinado este verano a los paleontólogos que estudian los vestigios de los dinosaurios: en unas placas de roca que hace unos 115 millones de años serían la orilla fangosa de un lago o de un río, destacan unas hendiduras que los pies de tres dedos de aquellos seres prehistóricos dejaron en el suelo. En este yacimiento de Los Cayos se han encontrado ahora miles de nuevas huellas de dinosaurios junto a las de muchos otros animales contemporáneos suyos, por lo que los científicos consideran que se trata de un descubrimiento excepcional.

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Junto a las huellas de dinosaurio -la mayoría de unos 30 a 35 centímetros de longitud- que forman a menudo rastros de varias pisadas, los expertos muestran la roca apenas arañada por tres garras de alguna tortuga que rozó el fondo mientras nadaba o unas marcas de pocos centímetros atestiguan que allí se posó un dinosaurio aviano pariente primitivo de las aves actuales. Y, un poco más allá, un reptil volador dejó marcados los dedos de sus dos manos en el suelo.

'Hay más de cien yacimientos de huellas de dinosaurios en La Rioja, unos 50 en Soria y otros en Burgos, pero lo que hemos descubierto este año es excepcional. No hay ningún yacimiento de este tipo en Europa y posiblemente en el mundo', afirma el paleontólogo Joaquin Moratalla, de la Universidad Autónoma de Madrid.

La sequía de los últimos tiempos ha debilitado la vegetación de ulagas y de romero, y la piedra ha desvelado el tesoro a los ojos expertos de los paleontólogos, que llevan años trabajando en esta zona. 'El hallazgo de este verano es realmente interesante tanto por el número increíblemente alto de huellas como por la mezcla de los autores de las mismas, que no es habitual', resume José Luis Sanz, paleontólogo experto de la Universidad Autónoma de Madrid y director del equipo que investiga este yacimiento.

En Los Cayos, Santiago Jiménez, miembro del equipo investigador, muestra las asombrosas marcas de los dinosaurios en la roca, en las que se aprecian perfectamente las almohadillas de los pies, las rugosidades, la garra y la forma de la uña.

Una plancha de piedra de 105 metros de longitud por cinco de ancho, ya limpia y que expone centenares de huellas junto a otras más pequeñas, se añade a los más de 600 metros cuadrados que los paleontólogos habían destapado en años anteriores en este lugar. Moratalla destaca: 'Aquí hay muchas huellas pequeñas, escasas en todo el mundo porque, evidentemente, se marcan y conservan mejor las grandes'.

Reptiles voladores

Los paleontólogos muestran unas huellas de pocos centímetros en el borde de una roca: son huellas de pterosaurios, reptiles voladores de 40 o 50 centímetros, que compartieron el ambiente con los dinosaurios. 'Aparecieron hace unos 230 millones de años y desaparecieron hace 65 millones de años, con la gran crisis que acabó con multitud de organismos, incluidos la mayoría de los dinosaruios, excepto las aves', comenta Sanz.

Moratalla explica en el yacimiento cómo estaría en el suelo el pterosaurio que marcó sus huellas con tres dedos de cada mano apoyados. 'Tenían el cuarto dedo alargado, con falanges muy largas en cuyo extremo se sujetaba la membrana del ala, que llegaba a la cola y que, desplegada, les servía para volar'.

El potencial ahora descubierto de Los Cayos es enorme. En un estrato de areniscas y limos hay cinco niveles con huellas, en otro hasta diez, explica Javier Hernán, de la ETS de Ingenieros de Minas (Madrid). 'Esto sería una llanura de inundación, de lagos y zonas fluviales de aguas someras', comenta.

Jiménez, de la Unidad de Mineralogía y Paleontología de Iberdrola, empresa que lleva años financiando la investigación de las icnitas de La Rioja, explica que también hay millones de restos de bivalvos, gasterópodos, diferentes tipos de residuos vegetales, placas de cocodrilo y escamas de peces.

Pero no hay apenas huesos fosilizados en Los Cayos. Es lo normal, dicen los expertos: en los yacimientos con huesos no hay casi icnitas y viceversa. Esto se debe a que las huellas se marcaron en situaciones de calma, en las que los animales se alimentarían, beberían o pasearían, y al morir serían devorados por otros sin dejar rastro. Sin embargo, los fósiles de esqueletos se originan en otro tipo de situaciones, como cuando hay riadas o inundaciones que provocan la muerte de muchos animales, pero arrasan las huellas.

Las icnitas proporcionan a los paleontólogos mucha información acerca de los autores de las mismas. De los rastros pueden deducir rasgos de su organismo y de comportamiento, como el carácter gregario o no de los animales. Además, estos vestigios dan claves sobre el entorno, más aún en el caso de los nuevos hallazgos, donde aparecen tantas diferentes especies contemporáneas.

En Los Cayos hay que seguir excavando el yacimiento, hay que protegerlo y hay que analizar la información científica. Es trabajo para mucho tiempo, dice Sanz. Este año han trabajado aquí hasta 45 personas en julio, pese a la escasa financiación con la que cuenta el equipo: algo menos de dos millones de pesetas que aporta el Gobierno regional.

El paleontólogo Joaquín Moratalla muestra unas huellas de dinosaurio y la marca de la cola del animal en Los Cayos.
El paleontólogo Joaquín Moratalla muestra unas huellas de dinosaurio y la marca de la cola del animal en Los Cayos.A. RIVERA

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