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Reportaje:

Dos soluciones en una

Un arquitecto y un ingeniero de sonido de Gandia desarrollan un sistema contra las ondas sísmicas que además resuelve el problema de los neumáticos usados

Miquel Alberola

El ingeniro de sonido Vicente Signes Orovay y su hermano Javier, que es arquitecto, han concretado un sistema activo de prevención de los efectos de los terremotos, conjugando los conocimientos de la ingeniería civil con las nociones acústicas aplicadas al ámbito de las ondas sísmicas. Este sistema antisísmico, denominado Egeomol-AV (Estructura Geométrica Molecular Antivibratoria), utiliza neumáticos usados y plásticos reciclados, y se comporta como un condensador de energía intercalado entre el edificio y el tren de ondas sísmicas, absorbiendo hasta el 90% de éstas.

Los sistemas actuales de prevención contra los terremotos son, en general, de carácter sismorresistente, es decir refuerzan la construcción del edificio para resistir el impacto de las ondas sísmicas. En este caso, la energía sísmica, una vez penetra en el edificio, sólo desaparece cuando se transforma en movimiento, deformación, rotura o calor. El sistema proyectado por estos hermanos de Gandia, por el contrario, se basa en la cancelación y absorción de la energía sísmica, evitando que las ondas penetren en el edificio. Para ello, utiliza como energía potencial la masa del propio edificio actuando como un condensador.

El Egeomol se compone de dos placas de material plástico reciclado en forma de hexágono, unidas por un silentblock central, que albergan en su interior un neumático relleno de un material sólido en formato de granulado, con propiedades hidráulicas, que desempeña el papel de abrazadera elástica. Este granulado tiene la propiedad de transmitir la presión al neumático sin perder estanqueidad, soportando una presión diez veces superior que la de un neumático convencional. Este colchón se aplica en el suelo de cimentación del edificio que se va a construir y luego es hormigonado, formando como un air-bag en el subsuelo aislado y, por tanto, inaccesible a las fugas de agua e impenetrable para el oxígeno, lo que hace innecesario su mantenimiento y garantiza una durabilidad superior a la del propio edificio.

Así por ejemplo, en un terremoto que alcanzara los siete grados en la escala internacional macrosísmica, mientras que un edificio protegido con un sistema sismorresistente tradicional ofrecería un porcentaje de absorción del 30%, un edificio dotado con el sistema Egeomol lograría un 90%, de acuerdo con los cálculos realizados por sus inventores, y que han fundamentado en la velocidad de propagación de las ondas en el caucho B, que es unas cien veces inferior al resto de materiales habituales empleados en la construcción de un edificio. Por consiguiente, el edificio ni se desplazaría ni se deformaría.

Para sus impulsores, este sistema innovador también evita cualquier tipo de vibración, como la producida por el tráfico rodado, por construcciones o perforaciones colindantes al edificio, lo que revierte en la calidad de vida de sus inquilinos. Asimismo, destacan su cualidad ecológica, ya que al utilizar neumáticos usados (en el mundo se generan más de 600 millones de ellos al año) y residuos plásticos (10 millones de toneladas al año) contribuye de un modo eficaz al equilibrio medioambiental. Otra de las cualidades subrayadas por los creadores es el carácter económico de este sistema, ya que está compuesto de materiales de bajo coste (para una vivienda supondría entre 100.000 y 150.000 pesetas, que en un edificio de varias plantas se traduciría en alrededor del 1,5% del valor de la construcción).

Los hermanos Signes Orovay han empleado dos años en este experimento, que ahora puede despertar el interés de las empresas constructoras. Dunte este tiempo, la sociedad Innovación y Diseño Orovay, que impulsa el sistema, ha realizado los ensayos del Egeomol en los laboratorios de la Universidad Politécnica de Valencia, bajo la dirección de la Cátedra de Construcción de la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, constantando que puede resistir presiones superiores a 40 kilogramos por centímetro cuadrado, lo que equivale a 400 toneladas en una superficie de un metro cuadrado.

Los hermanos Vicente (izquierda) y Javier Signes Orovay, ayer en Valencia.
Los hermanos Vicente (izquierda) y Javier Signes Orovay, ayer en Valencia.SANTIAGO CARREGUÍ

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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