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'Operación rescate' de 800 millones en Gescartera

El exceso de celo del tesorero del Colegio de Arquitectos por un abono que se retrasó sólo cinco horas permitió a la institución recuperar sus inversiones en la agencia

La perspicacia de los responsables del Fondo de Atenciones Voluntarias del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid evitó una desgracia de 800 millones de pesetas. La institución ha salido indemne tras tres años de relaciones con Gescartera, la agencia de valores intervenida tras dejar un agujero de 18.000 millones correspondientes a los depósitos de 2.000 clientes. 'Y sin perder una peseta', reconocen algunos directivos. La agencia de valores intermedió en pagarés de empresa a corto plazo pertenecientes a un fondo de profesionales de la institución colegial madrileña.

El volumen de esta intermediación llegó a alcanzar en un principio casi los 1.000 millones de pesetas. Todo el dinero fue recuperado en enero de este año, seis meses antes de que estallara el escándalo de la agencia de valores.

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Para evitar pérdidas, tiraron de 'precaución y prudencia', según cuenta con una sonrisa el arquitecto Carlos Gómez Agustí, directivo de la veterana organización colegial madrileña y responsable de su tesorería: 'Los arquitectos tenemos un Fondo de Atenciones Voluntarias (FAV)', explica. 'Se trata de una entidad con solera y lustros de existencia que hoy agrupa a entre 2.000 y 3.000 profesionales de los aproximadamente 6.700 arquitectos los que cuenta el Colegio de Madrid; con las cuotas que anualmente los arquitectos ingresamos, el fondo nos permite afrontar fiscalmente el impacto de las etapas de inactividad profesional, dada la frecuente discontinuidad del trabajo de un arquitecto, en el que proliferan periodos intensos seguidos de fases muertas', señala.

'Siguiendo la costumbre de intentar rentabilizar estos fondos se decidió invertir en pagarés de empresa a corto plazo', explica. Elegida Gescartera como una de las entidades de intermediación, la relación comenzó en 1997.

Para Carlos Gómez Agustí, la primera sospecha fundada sobre la transparencia de Gescartera le surgió el 15 de septiembre de 2000, fecha del vencimiento de un pagaré de empresa. 'Observamos un retraso de casi cinco horas en el abono en nuestra cuenta de 201.921.721 pesetas'. Los plazos de abono son extremadamente rigurosos en la negociación de pagarés, aclaran los expertos. 'El caso es que, ante este incidente, a nuestro entender muy anómalo, y con la información previa procedente de la Caja de Arquitectos de dos retrasos anteriores, más una recomendación a la prudencia con este tipo de agencia que me hizo una persona vinculada a la CNMV', matiza Gómez Agustí, 'pedimos telefónicamente a Gescartera una explicación sobre lo que había sucedido y sólo tres días después, por escrito, argumentaron que habían sufrido 'problemas técnicos'.

'Aquello no nos gustó nada', añade Gómez Agustí. Su iniciativa de pedir cuentas a Gescartera fue criticada por algunos directivos de la FAV, por considerarla 'un punto maximalista e innecesaria', comenta.

Para conjurar la preocupación creciente por aquellas anomalías, el 21 de septiembre inquirieron al director de la oficina bancaria desde la que Gescartera operaba, en La Caixa de Majadahonda, si el problema técnico alegado no hubiera sido más bien debido a la utilización del dinero del pagaré no abonado en otros pagos. La carta iba firmada por la Tesorería y Contaduría del Colegio de Arquitectos.

El 25 de septiembre de 2000 entró en liza Antonio Rafael Camacho Friaza, consejero delegado de Gescartera, hoy detenido en la prisión de Soto del Real. Camacho contesta por escrito a la carta en los siguientes términos: 'Una de las normas básicas del mundo financiero es la fecha valor de las operaciones. Tanto la gravedad como la importancia en la ejecución de la operación que Ustedes manifiestan no la entendemos como tal, pues la entidad obligada a realizar la operación de transferencia [¿la Caixa?] la efectuó en el tiempo y forma que obliga la legislación actual (...)'. Y proseguía: 'Nos causa sorpresa la interpretación que se da a la tesorería de nuestra sociedad. Si se efectúa un pago a terceros, no se puede efectuar otro con el mismo dinero, el mismo día de operación y la misma fecha de valoración. Nosotros no utilizamos el dinero de clientes para fines distintos que los encomendados (...)'.

Los responsables de la tesorería del Colegio de Arquitectos se quedaron con la mosca detrás de la oreja y guardaron las sospechas en la recámara de su memoria. El 16 de octubre de 2000 venció un pagaré de Renfe por importe de 300 millones de pesetas. En carta dirigida a José María Ruiz de la Serna, director general de Gescartera, el tesorero del COAM Carlos Gómez Agustí escribía: 'De dicho importe se han recibido 50 millones de pesetas el viernes pasado y otros 50 millones en la mañana de hoy (23 de octubre) por el método habitual, por lo que este documento hace las veces de recibí. Ante los problemas surgidos, ingreso de talón, devolución por entidad bancaria, etcétera, les requerimos para que nos indiquen urgentemente si el pagaré que se compró en nuestro nombre ha tenido alguna incidencia de cualquier tipo, fecha de vencimiento o algún otro problema para su cobro'.

El 24 de octubre, de nuevo, Antonio Rafael Camacho contestaba con una explicación en la que definía una nueva figura financiera hasta entonces inexistente y desconocida en las prácticas del sector en España: 'Gescartera Dinero siempre ha antepuesto los intereses de nuestros clientes (en este caso la Institución por usted representada) a sus propios intereses (...). Debido a un lamentable error, en el que ustedes no tienen ni culpa ni alcance alguno, se han unificado los vencimientos al 31 de octubre del presente año 2000'.

La 'unificación de vencimientos' es, para Carlos Gómez Agustí, 'una treta fantasiosa y genialoide, porque vinculaba pagarés de entidades distintas. Aquello colmó nuestra paciencia y nos llevó a plantear un requerimiento notarial en el que exigíamos la justificación del retraso en el pagaré de Renfe, con un importe bruto de 309.233.425 pesetas, del que Gescartera habìa abonado únicamente 150.065.000 pesetas, así como la justificación de tres pagarés más'.

El Colegio de Arquitectos requirió el 26 de octubre a Antonio Rafael Camacho por conducto notarial para que Gescartera le hiciera entrega de 'dichos pagarés físicos o, en su defecto (...) que le fueran entregados los certificados de anotación en cuenta de dichos pagarés'.

A primeros de enero de este año, el Colegio de Arquitectos recibió un cheque sin fondos por 303 millones de una sucursal de La Caixa en Majadahonda que fue devuelto. Tras este fiasco, el Colegio remitió un burofax exigiendo el dinero, que al final pudo recuperar.

La persistencia de Gómez Agustí fue recompensada por la suerte. 'Conseguimos recuperar todo cuanto habíamos metido en Gescartera', dice con un resoplido de tranquilidad. El exceso de celo y un soplo a tiempo evitó que el Colegio de Arquitectos se abismara en la zozobra que sacude ahora a miles de personas que perdieron sus ahorros.

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