La 'ingenua' agente comercial de una gran estafa
Hermana (por partida triple), madre, amiga, relaciones públicas y principal agente comercial de Gescartera, con buenos contactos en la alta sociedad y en la Iglesia. Son los atributos que llevaron a Pilar Giménez-Reyna a ocupar en febrero de este año -justo después de que la sociedad fuese autorizada como agencia de valores- la presidencia de Gescartera. La Audiencia Nacional y el Congreso de los Diputados andan buscando el destino de los 18.000 millones de pesetas presuntamente estafados por las personas que colocaron a Giménez-Reyna en ese puesto, Antonio Camacho y José María Ruiz de la Serna. Al estallar este caso, se presentó como una venial presidenta sin que apenas conocía los entramados del asunto ni tenía poderes en Gescartera. Sólo conseguía clientes.
La buena relación con su hermano Enrique, a la sazón secretario de Estado de Hacienda, le permitió conseguir reuniones con la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Comidas con la cúpula del organismo supervisor, a las que asistía con Camacho y el propio Enrique Giménez-Reyna, para canalizar la transformación de Gescartera en agencia de valores y suavizar el resultado del seguimiento que la CNMV hacía de la firma desde diciembre de 1998.
Convenció a la Asociación Pro Huérfanos de la Guardia Civil, siendo su hermano José, coronel del cuerpo, para que metiera su dinero en Gescartera, y captó inversiones de empresas -como Saes- de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), que contaba con otro Giménez-Reyna como paladín financiero. Su abanico de amistades era amplío. Entre ellas, Pilar Valiente, presidenta de la CNMV, a quien le hizo varios regalos -unos aceptados y otros no, según Valiente- enviados a su domicilio particular. Uno de esos presentes fue, según el abogado de Camacho, un maletín de Loewe cuyo coste era de 300.000 pesetas.
Giménez-Reyna había trabajado en la agencia de valores Gaesco hasta 1992, cuando se empleó para los Camacho (padre e hijo)en el chiringuito Bolsa Consulting, de la que era administradora. En 1993, esta sociedad fue multada con 128 millones de pesetas por captar dinero sin licencia. Dinero que ella, como comercial, ayudaba a conseguir con sus influencias y relaciones.
Logró atraer a un nuevo comercial, Anibal Sardón, que trabajaba con su hijo en Tompla Sobre Express. De esta relación, Sardón montó AGP y engordó en 3.000 millones los fondos gestionados por Gescartera, fondos que sus grandes clientes -Patronato del Cuerpo Nacional de Policía y Construcciones Rico- han visto esfumarse en este gigantesco quebranto.
Una suerte de relaciones que han llevado al Juzgado número 3 de la Audiencia Nacional a bloquear las cuentas de Pilar Giménez-Reyna y a solicitar una nueva comparecencia en el juzgado, después de que el pasado 19 de julio y tras declarar como imputada, saliera en libertad sin cargos.
Entonces declaró que fue nombrada como mera figura decorativa de Gescartera y que hacía poco tiempo se había enterado de lo que era una sociedad anónima. También apuntó que ella era una víctima más de su jefe. Tanto que, cuando conoció la intervención de Gescartera, le agarró por el cuello de la cámisa y le preguntó por el destino del dinero, según cuenta.
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