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Reportaje:

Una agencia con billetes para el espacio

La crisis económica ha obligado al programa espacial ruso a financiarse con pasajeros de pago

El financiero estadounidense Dennis Tito ha acordado pagar 20 millones de dólares (3.700 millones de pesetas) a la Agencia Espacial Rusa para realizar su sueño de infancia y viajar en el espacio. Él es el primer turista espacial, pero está lejos de ser el primer hombre que voló al cosmos después de pagar. Los rusos empezaron a cobrar por llevar a astronautas a su estación orbital Mir el último año de la existencia de la Unión Soviética, en 1990.

La política de comercializar los vuelos espaciales y tratar de obtener dinero con publicidad en el cosmos la dictó la dura realidad: la situación económica del país ya no permitía continuar financiando con la generosidad de antes el programa de la astronáutica soviética y, después, rusa.

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Gracias al programa soviético, pudieron volar al espacio, completamente gratis, no sólo europeos de los países socialistas -Alemania Oriental, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia y Rumania- sino también pilotos de otros continentes, de países subdesarrollados que jamás podrían haber soñado siquiera con tener un cosmonauta.

Así, en los marcos del llamado programa Intercosmos -en el que participaban los países de régimen socialista- en septiembre de 1980 visitó la estación orbital Saliut-6 el cubano Arnaldo Tamayo Méndez. Tamayo voló junto con el ruso Yuri Romanenko y permaneció una semana en el espacio. También viajaron a estaciones orbitales rusas un vietnamita -el mismo año que Tamayo-, un mongol -en 1981-, un sirio -en 1987-, y, por último, un afgano, en 1988.

Pero con la decadencia de la URSS se terminaron los vuelos gratis. El primer vuelo comercial lo realizó un periodista japonés de la compañía de radiotelevisión TBS. Tayohiro Akiyama, que a la sazón tenía 48 años, fue lanzado hacia la Mir en diciembre de 1990 desde el cosmódromo de Baikonur y permaneció ocho días en el espacio. TBS hasta el día de hoy se niega a revelar cuánto pagó por el vuelo de Akiyama, pero se calcula que en total pudo haber desembolsado 25 millones de dólares.

La segunda persona que voló al espacio sin tener nada que ver con la astronáutica fue la inglesa Helen Patricia Sharman, ingeniera-tecnóloga de la famosa productora de los chocolates Mars, quien permaneció una semana en la Mir. Mars debía haber pagado por ello 17 millones de dólares, pero la entonces primera ministra Margaret Thatcher convenció a Gorbachov de que no cobrara el dinero.

Rusia comenzó a cobrar incluso por los vuelos de profesionales al cosmos. Así, en 1992 se firmó el programa Mir-Shuttle, gracias al cual Moscú obtuvo más de 100.000 millones de dólares. Yuri Kóptev, el director general de la Agencia Espacial de Rusia, opina que si no hubiese sido por ese dinero estadounidense, habrían tenido que hundir la Mir ocho años antes.

También Europa ayudó a financiar la estación rusa, después de que, en 1994, la Agencia Europea del Espacio comenzara dos proyectos científicos en la Mir.

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