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Reportaje:

Los protagonistas de una nueva causa humanitaria

Voluntarios de distintas organizaciones confluyen en la Coordinadora Estatal de Inmigrantes, el principal instrumento contra la Ley de Extranjería

Patricia Ortega Dolz

Hace dos años trabajaban de forma descoordinada, pero la implantación de las nuevas tecnologías y la sucesión de trágicos acontecimientos han unido sus fuerzas y su discurso. Son miles de voluntarios que pertenecen a distintas plataformas y colectivos de apoyo a los inmigrantes. Ahora han tejido su propia red y la han lanzado en España. La semana pasada formaron la Coordinadora Estatal de Inmigrantes con y sin Papeles, reunida hoy en Valencia. Tienen entre 20 y 50 años y profesiones diferentes, pero les une una causa común: acabar con una Ley de Extranjería 'que no respeta los derechos humanos', como cree uno de estos voluntarios.

'¡Ellos vienen aquí a trabajar y a buscar una vida mejor, no a luchar contra una ley que les afecta directamente pero que desconocen por completo!', dice exaltada Medi Parrilla, perteneciente a Pro Derechos Humanos de Murcia e integrada en la nueva plataforma (asociación de asociaciones) Desobedecer la Ley. Su implicación en la ayuda social voluntaria comenzó hace tiempo. A los 18 años se sintió atraída por el movimiento anti OTAN, después por el movimiento por la paz y el antimilitarista, además perteneció a un grupo ecologista y, finalmente, aterrizó en la asociación Pro Derechos Humanos de Murcia, después de estar cinco años en la Ejecutiva regional de CC OO. Ahora, a sus 35 años, trabaja como auxiliar administrativo en un centro psiquiátrico por las mañanas, y las tardes las dedica a 'tratar de aliviar algunos problemas de los inmigrantes'.

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La proliferación de colectivos de apoyo a los inmigrantes comenzó en 1990, cuando empezó a sentirse en España la llegada de personas procedentes de terceros países. Las continuas coincidencias de sus miembros en manifestaciones y movilizaciones de apoyo a los extranjeros han originado la formación de plataformas e incluso de una coordinadora estatal, cuyo objetivo es organizar las reivindicaciones de y por los inmigrantes.

El perfil de los miles de voluntarios que actualmente trabajan en todo el país para apoyar a los colectivos de inmigrantes es bastante similar. La mayoría son ciudadanos españoles de entre 20 y 50 años que, siendo estudiantes, publicistas, profesores, asistentes sociales, administrativos, abogados, médicos y un largo y variopinto etcétera, han dedicado y dedican sus ratos libres a colaborar con los grupos más desfavorecidos de la sociedad. 'Ver de cerca la situación de desamparo de la gente te mueve a hacer algo por ellos, algo que ellos por sí solos no pueden llevar a cabo debido a su total desprotección', comenta Parrilla, tratando de verbalizar el espíritu común que les une.

Lo cierto es que el problema de la inmigración ha servido para tejer una red entre las distintas ONG que trabajaban de manera autónoma por toda España. La Red Acoge (Federación de Asociaciones pro Inmigrantes), con 33 delegaciones en todo el país, y el grupo Pro Derechos Humanos, con 11, son las dos organizaciones más asentadas y veteranas, con casi 10 años de antigüedad. Entre las dos cuentan con más de 3.500 socios.

Con una implantación menor dentro del territorio español pero igualmente activas y en permanente contacto con agrupaciones de inmigrantes, hay otra multitud de colectivos: SOS Racismo, con fuerza en Madrid, Barcelona y País Vasco principalmente; Papeles para Todos, en Madrid, Barcelona y Valladolid; Derechos para Tod@s, EntrePueblos, Médicos del Mundo, HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), RECADE (Red de Condonación de la Deuda Externa), Liberación, Xenofilia, Revolta (Valencia) y una interminable lista que crece día a día. La mayoría de ellas se autofinancian a base de las cotizaciones de sus socios y algunas, como la Red Acoge y Pro Derechos Humanos, reciben subvenciones de la Administración.

La ayuda humanitaria, la formación jurídica, la sensibilización social, la integración y la denuncia de las situaciones que viven los inmigrantes son algunos de los aspectos en los que inciden estos colectivos, que se reúnen semanalmente en asambleas. 'Lo que nos une es una línea de acción y no tanto las siglas', señala María Gascón, presidenta de Pro Derechos Humanos en Madrid. En concreto, está previsto que en la reunión de la Coordinadora de hoy se establezca un calendario de movilizaciones para el próximo mes. Podrían convocarse manifestaciones en todas las comunidades autónomas para el próximo día 21 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional Contra el Racismo y con la finalización del plazo para presentar recursos de inconstitucionalidad contra la Ley de Extranjería.

Este grado de coordinación se ha visto favorecido por el avance de las nuevas tecnologías. 'El correo electrónico es una forma inmediata de poner iniciativas en común. Documento que elaboramos, documento que mandamos a 200 direcciones que tenemos archivadas', explica Manuel Lario, de la plataforma Desobedecer la Ley. 'Con nuestro nombre no nos dejan legalizarnos, pero sí podemos tener nuestra página web para que sirva de foro de debate y de información. Pronto estará lista', asegura.

La mayor notoriedad de estos colectivos ha venido marcada por los propios acontecimientos de los últimos dos años. La polémica por la modificación de la Ley de Extranjería originó la primera movilización, que desembocó en el Congreso Internacional de los Derechos Humanos en Cádiz, en octubre de 1999. 'Allí estuvimos todos, incluso delegaciones europeas, poniendo en común estrategias para combatir la legislación', cuenta Gascón. En febrero de 2000 se produjeron las agresiones de El Ejido. 'Ése fue un momento clave de movilizaciones que consiguió que los inmigrantes se manifestaran en las calles y que, posteriormente, les llevó a encerrarse en las iglesias', señala Manuel Lario, de Pro Derechos Humanos de Murcia. Casi un año más tarde, se produce el accidente de Lorca que se cobra la vida de 12 ecuatorianos. Días después miles de personas recorrieron decenas de kilómetros en una multitudinaria marcha hacia Murcia. 'Son los momentos que muestran el iceberg de una situación tremenda de explotaciones y miserias, pero que a la vez desencadenan una serie de movilizaciones que congregan a las asociaciones y empiezan a surgir plataformas de apoyo. Luego, aunque escasas e interesadas, algunas reacciones de la Administración', explica Lario.

El horizonte es el mismo para todas estas organizaciones y algunos lo expresan así: 'Se trata de mostrar la invalidez de una normativa que margina a un grupo de la sociedad. Eso se consigue demostrando que humanamente estamos obligados a desobedecerla para ayudar a otros. De ahí nuestro nombre y nuestro lema: Desobedecer la Ley'.

Miembros de la plataforma Desobedecer la Ley, en su sede de Murcia.
Miembros de la plataforma Desobedecer la Ley, en su sede de Murcia.FRANCISCO BONILLA

Un cura sin parroquia

A los 24 años se hizo sacerdote y ocho años más tarde colgó la sotana para entregarse a la lucha antimilitarista y al movimiento del 0,7%. José María Pacheco, ahora con 33 años 'y soltero', es uno de los miembros de la plataforma de ayuda a los inmigrantes de Molina de Segura (Murcia) y de otra más reciente, que aglutina a distintos colectivos de Murcia, bautizada con el nombre de Desobedecer la Ley. 'Yo no he cambiado nada, mis ideales y mis luchas siguen siendo las mismas, sólo que ahora sin parroquia', dice entre risas. Pacheco, como le llaman sus amigos, tiene un trabajo de auxiliar administrativo a media jornada en el ayuntamiento de Molina. A la vez está estudiando Trabajo Social y, sobre todo, está colaborando con los inmigrantes que mantienen el encierro más largo de España (más de un mes), 'el de Molina'. 'Todo el pueblo está implicado. Las amas de casa les traen comida que hacen ellas y víveres básicos. Aunque no están encerrados en la iglesia (donde sólo puede entrar la policía con permiso del párroco), de momento no ha venido nadie a sacarles del local', cuenta. Y concluye: 'En realidad, sigo trabajando con la misma gente por las cosas de siempre'.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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