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EE UU sospecha que Chávez intenta exportar su proyecto bolivariano

Washington cree que Venezuela apoya a grupos rebeldes en Bolivia, Ecuador y Colombia

Juan Jesús Aznárez

La presencia en la sede caraqueña de la Asamblea Nacional (Congreso venezolano) de Olga Lucía Marín, hija del histórico mando de esa guerrilla, Manuel Marulanda Tirofijo, y Hernán Martínez, miembro también de una milicia que se declara bolivariana, causó una soterrada colisión en el seno de la alianza de gobierno. El presidente de la Asamblea, el oficialista William Lara, según fuentes de la cancillería, cursó una queja a la presidencia de la república por no haber sido consultado en la invitación de los dos insurrectos. Quintero fue la persona encargada de recibirles y atenderles.

Exhibiendo verdades, mentiras, globos sondas, y probablemente con intenciones disuasorias, un alto funcionario norteamericano declaró recientemente que no sólo es verbal la propaganda bolivariana del comandante de paracaidistas que el 4 de febrero de 1992 se levantó en armas contra el Gobierno del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez. 'Hay indicios de que el Gobierno de Chávez ha apoyado a movimientos indígenas violentos en Bolivia, y en el caso de Ecuador a militares golpistas', según el subsecretario de Estado de Asuntos Hemisféricos, Peter Romero. El propio presidente, y su ministro de Relaciones Exteriores, José Vicente Rangel, nombrado la pasada semana de titular de Defensa, lo calificaron de 'agitador de oficio'.

El líder venezolano nunca ha ocultado su sueño de unir a toda Latinoamérica

La acusación más concreta fue lanzada por el diario The Miami Herald: Venezuela habría entregado más de 500.000 dólares (unos 90 millones de pesetas) al coronel Lucio Gutiérrez, que encabezó las manifestaciones indígenas que en enero de 1990 concluyeron con el derrocamiento del Gobierno de Jamil Mahuad, acusado de permitir una grave corrupción bancaria. La bandera de Gutiérrez fue la misma que enarboló el teniente coronel Hugo Chávez hace nueve años: la corrupción e inmoralidad de la clase política tradicional Gutiérrez fue encarcelado y meses después liberado. El periódico norteamericano asegura que la CIA dispone de filmaciones y fotografías de Miguel Quintero con el ex coronel golpista

Siempre resbaladizas las informaciones de los servicios de espionaje, cuya fiabilidad conviene poner en cuarentena, la filtración sobre la documentación gráfica demuestra, sin embargo, que Chávez y su revolución están en la mira y prioridades de la CIA. Otro de los cargos señala que durante la Cumbre Iberoamericana del pasado año en Panamá, el presidente boliviano, el derechista Hugo Bánzer, habría reprochado a su colega venezolano el supuesto apoyo prestado por uno de sus mensajeros al indígena Felipe Quisque Huanca, activo dirigente cocalero contra el Ejecutivo.

Las fuentes consultadas en Caracas aconsejan prudencia en la valoración de las imputaciones norteamericanas pues, si bien, Chávez nunca ha ocultado que su sueño es forjar una América Latina unida y bolivariana, cosa bien distinta es actuar logísticamente hacia esa meta desde los fondos reservados. 'Hasta el momento todos son conjeturas, interpretaciones de reuniones que efectivamente tuvieron lugar. No hay pruebas contundentes de que Venezuela haya apoyado la subversión', dijeron fuentes diplomáticas. La respetuosa posición de Caracas respecto a la guerrilla colombiana, sin embargo, y las declaraciones en ese sentido, han causado frecuentes roces con Colombia, cuyo Gobierno reclama de su vecino solidaridad y una beligerancia rotunda y sin equívocos contra la violencia ejercida por las FARC.

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La periodista Gioconda Soto, del diario El Nacional, sostiene que en el citado documento de la CIA contra la Administración de Chávez habría participado también Milton Abreu, un general retirado que hasta hace poco tiempo agregado militar en la Embajada de Venezuela en Quito. Abreu, con contactos entre antiguos miembros de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM), se relacionó con Peter Romero, mientras ambos eran representantes de sus naciones en el país andino. Romero fue embajador de Washington en Ecuador entre noviembre de 1993 y julio de 1996, después de haber cumplido funciones diplomáticas en El Salvador. Supuestamente, el ex jefe venezolano acompañó a Quintero durante una entrevista con Gutiérrez, y con el alcalde de Quito, el general retirado Paco Moncayo, que dirigió la guerra del Cóndor de 1995 contra Perú, con una vieja disputa territorial en juego.

'En medios oficiales existe preocupación', sostiene Soto, 'por la supuesta vigencia de mecanismos de colaboración entre ciertas figuras del viejo militarismo (el existente durante los cuarenta años de bipartidismo) y el organismo de inteligencia norteamericano'. Quintero fue una especie de fontanero del Gobierno que estableció contactos con círculos de oposición en América Latina, civiles o militares, y al que posiblemente habría perdido su convencimiento de que cualquier iniciativa suya contaba con el visto bueno de Chávez y de Rangel. Le sustituyó en el cargo, otro hombre cercano al presidente, el general Santiago Ramírez.

El analista Nelson Bocaranda agrega que el funcionario de la cancillería destituido departía, en su despacho de Caracas, con el enviado de Vladimiro Montesinos, el jefe de facto de los servicios de espionaje peruanos hasta la caída en desgracia del ex presidente Alberto Fujimori. Sus contactos telefónicos con Cuba eran constantes. 'Jugaba a 007 criollo y le gustó. El primer informe fue enviado al ministro de Defensa venezolano [general Eliécer Hurtado entonces], quien lo entregó al presidente Chávez. Lo sacaron ipso facto del cargo'. Las dudas residen en saber si maniobró con el consentimiento de sus superiores, o efectivamente se aventuró en solitario en asuntos de alto voltaje que acabaron creando un problema a su Gobierno.

Un viejo conocido de la CIA

La inclusión de Hugo Chávez en la lista de sospechosos de los servicios de espionaje de Estados Unidos comenzó en 1994, poco después de que saliera de la cárcel donde cumplió dos años por el fallido cuartelazo del 92. Uno de sus primeros movimientos fue viajar a La Habana, donde fue recibido por Fidel Castro y con honores, en un momento en que nadie creía en su futuro político. El comandante de paracaidistas regresó a Cuba, una vez elegido presidente y preparó una calurosa acogida a Castro en Caracas cuando éste devolvió la visita. Más tarde, un semanario venezolano de oposición Zeta llegó a acusar a Chávez de haber alertado a la revolución cubana, hacia el año 1998, sobre la subida de los precios del petróleo. Aconsejó, según esa publicación, comprar todo el petróleo que pudiera porque entonces el barril estaba a poco más de siete dólares, y subiría hasta cerca de los 30 dólares. El líder venezolano se ha mostrado favorable a auxiliar a Cuba en su crónica falta de petróleo. Los posteriores viajes del líder venezolano a Irak y a Libia, para coordinar políticas petroleras, desafiando a Estados Unidos, no hicieron sino acelerar un seguimiento político que previsiblemente dará que hablar.

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