Presunto asesino en serie
La decisión de procesar al ex dictador fue adoptada, según reza el punto 14 del auto de procesamiento firmado por el juez Juan Guzmán, porque de 'los antecedentes' de la causa 'más la propia declaración indagatoria del inculpado Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, fluyen en su contra presunciones suficientes que hacen al tribunal estimar que le cupo una participación en grado de autor en los delitos de secuestro y homicidio calificado' de 18 y 57 personas respectivamente, en la llamada caravana de la muerte, dirigida por su oficial delegado, el general Sergio Arellano Stark, también procesado.
La declaración que, tras una resistencia tenaz, prestó Pinochet ante el juez Guzmán no hizo más que arraigar los sólidos indicios de cargo ya existentes. Pinochet reconoció su letra al pie de un documento que el entonces presidente de la Junta Militar y comandante en jefe del Ejército le hizo llegar a su ahora testigo de cargo, el general Joaquín Lagos, con la orden de camuflar las ejecuciones de la caravana dirigida por el general Arellano. Razón tenían los letrados del ex dictador cuando le aconsejaron no prestar declaración ante el juez. Pinochet, de hecho, reforzó su inculpación inicial.
El juez Guzmán entiende que el ex dictador presenta en la actualidad, a raíz de su estado de salud, un grado de 'imputabilidad disminuida, aunque no extinguida'. Por ello, ha rechazado la petición de sobreseimiento presentada por la defensa de Pinochet. Según el juez, que le ha interrogado, se le puede enjuiciar conforme a las leyes vigentes. 'Se le brindarán, además, todas las posibilidades, medios, etapas e instancias que franquear la ley a los encausados para probar, si ello fuere el caso, su inocencia en relación con la participación que en esta fase se le presume en los hechos que se investigan', señala el auto.
El auto dictado ayer por el juez Guzmán es un punto muy alto del caso Pinochet, pero no es el final. Ayer ha culminado un capítulo del largo viaje iniciado por el juez Guzmán al hacerse cargo de las querellas contra el ex dictador hace algo más de dos años. Ahora, la defensa de Pinochet intentará maniobrar, primero en la Corte de Apelaciones y después en la Corte Suprema con el dictamen sobre la demencia -leve a moderada- para evitar que el ex dictador sea sometido a juicio.
La defensa rogó al juez Guzmán que por todo lo que quisiera no dictara el auto de procesamiento. Incluso, si quería, plantearon los abogados, podía aplicar a Pinochet el artículo 409 número 3 del Código de Procedimiento Penal: 'Cuando el procesado caiga en demencia o locura, y mientras esta dure'. La demencia o locura como coartada para evitar el banquillo.
La lucha de la abogada Carmen Hertz, viuda de Carlos Berger, asesinado y desaparecido en la caravana de la muerte; el impulso del juez Guzmán; los apoyos del abogado Joan Garcés y del juez Baltasar Garzón en el plano internacional han logrado lo que parecía la cuadratura del círculo. Las maniobras políticas y judiciales no desaparecerán. Pero hoy las víctimas podrán decir que nadie les ha de quitar lo bailao.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.