Los obispos ofrecen en Internet una propuesta de 'testamento vital' sobre la eutanasia
La jerarquía católica previene sobre el ensañamiento terapéutico con enfermos terminales
La muerte es el último momento importante de la vida y los obispos españoles no quieren quedarse al margen en el eterno debate sobre cómo afrontar mejor ese trance final. De hecho, el documento que ahora han colocado en lugar preferente de la página web de la Conferencia Episcopal Española (http: / / www.conferenciaepiscopal.es), existe desde 1993, manejado fundamentalmente por los capellanes de hospitales. Pero la reciente aprobación en el Parlamento de Cataluña, por unanimidad, de una ley sobre el documento de voluntades anticipadas, que concreta los contenidos y consecuencias del testamento vital en esa comunidad autónoma, además de la llamativa legalización de algunos tipos de eutanasia activa en Holanda, dispararon las consultas de muchos católicos a su jerarquía, que inmediatamente acordó meter en la red su vieja propuesta con este escueto título: Testamento vital.
Debidamente confeccionado, de forma que, si se fotocopia, parezca un testamento de un folio, con firma, fecha y lugar en blanco para colocar el nombre de quien obtenga de Internet el documento, el testamento vital de los obispos, tras el encabezamiento de: 'A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario', dice en su primer párrafo: 'Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento'.
'Madura reflexión'
Después de unas consideraciones sobre la vida 'en este mundo' -'un don y una bendición de Dios, pero no el valor supremo absoluto'-, y sobre el carácter 'inevitable' de la muerte, el documento episcopal entra en materia con estas peticiones, como auténticas voluntades anticipadas: 'Pido que, si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos'. El segundo párrafo de peticiones reclama 'ayuda para asumir cristiana y humanamente' la propia muerte y poder prepararse para el acontecimiento final de la existencia 'en paz, con la compañía de los seres queridos y el consuelo de la fe cristiana'.
El documento vital propuesto por los obispos españoles concluye así: 'Suscribo esta declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa he redactado y firmo esta declaración'. Y fecha y firma
Fue el boletín InfoMadrid, editado por la diócesis de Madrid, que dirige el cardenal, y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, quien primero anunció, el pasado día 26 de diciembre, que la web de la CEE introducía en la portada de sus páginas la propuesta de testamento vital, poniendo como disculpa la ley catalana sobre el mismo tema, aprobada por unanimidad cinco días antes. 'En el momento en el que el pleno del Parlamento de Cataluña daba su visto bueno al proyecto de ley que permitirá a cualquier persona evitar ciertas acciones médicas en caso de sufrir una enfermedad terminal, la Conferencia Episcopal Española ha publicado una propuesta de testamento vital', decía InfoMadrid.
Hace 13 años, el 4 de abril de 1987, la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente impulsó el primer testamento vital con gran revuelo porque, entre sus propuestas, además de la lógica defensa de una muerte sin sufrimientos inútiles, incluía la de que se pudiera actuar penalmente, por un delito de coacciones, contra los médicos que se empeñaran en prolongar la vida de un enfermo contra su voluntad, previamente manifestada.
En presencia de dos testigos adecuados -no familiares del firmante ni con derechos sucesorios sobre sus bienes, entre otros requisitos-, el documento de voluntades anticipadas propuesto entonces tenía que ver más con la eutanasia ahora legalizada en Holanda, pero dio paso a un gran debate, que se concretó incluso en una proposición de ley destinada a regular la eutanasia pasiva, promovida por el entonces senador socialista Cesáreo Rodríguez Aguilera, ex presidente de la Audiencia Territorial de Barcelona.
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