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Reportaje:

'Aprender a morir lleva su tiempo'

Aurora Bau, de la Asociación Derecho a Morir Dignamente, relata su experiencia con cientos de enfermos terminales

Los expertos dicen que morir con dignidad es un don que depende, sobre todo, de cómo se haya abordado, en medio de la vida, la cuestión de la muerte. El dolor. La enfermedad. ¿Se tiene miedo a la muerte o, simplemente, miedo al morir? Estos asuntos no suelen ser tema de conversación. Hasta que de pronto, como un mazazo, un médico le comunica al enfermo que su mal es irreversible y fatal, incluso con una medida casi exacta de los meses que le restan por vivir. Es en ese momento cuando se acumulan las preguntas. Como quien sufre de vértigo y ha sido colocado, por fin, ante el precipicio definitivo. Ésa es la percepción de los voluntarios que trabajan en la Asociación Derecho a Morir Dignamente. Aurora Bau, una de sus dirigentes en la sede de Barcelona, ha acompañado a cientos de personas en esas circunstancias. Año tras años, desde la fundación de la asociación en 1984.

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'Recuerdo a un señor entrañable. Vino a este despacho y me preguntó cómo podíamos ayudarle, porque iba a morir y estaba muy asustado. Le llevé conmigo a esta terracita para que viera los tejados y las torres del Barcelona viejo, y al fondo, el cielo sobre Monjuïc. Hablamos de que lo que estaba viviendo era como si fuera a preparar la maleta para su último viaje. Se marchó tranquilo, como si hubiera vivido un día importante. Pero, desgraciadamente, no siempre es así'.

Se nota que no todas las visitas dejan esa huella amable en el ánimo de Aurora Bau. Profesora de Antropología en un colegio de secundaria, su voz y la mirada reflejan paz y serenidad, como si su peritaje en muertes le hubiera vacunado de cualquier sobresalto, pero también una profunda huella de decepciones y congojas. 'Llorar, no. Nunca he llorado en este despacho. Pero sí he sentido a veces una angustia muy fuerte, e indignación por no poder resolver algunos problemas, o porque he visto cómo una doctora despreciaba los llamamientos de una madre que quería proteger a su hijo moribundo del encarnizamiento terapéutico a que estaba siendo sometido en el hospital. Lo viví como inhumano, como terrible. Y otras veces he tenido que salir corriendo del despacho después de atender a una persona durante hora y media'.

'Déjate llevar'

La experiencia le ha enseñado a Aurora Bau que 'morir es un proceso que lleva su tiempo'. 'A este despacho no vienen los asustados, los que huyen de la muerte, aunque les acaben de decir que van a morir en poco tiempo. Vienen los que quieren prepararla bien. La muerte. Siempre hay algo que les preocupa más. Por ejemplo, el momento antes de la muerte. O cómo lo llevarán los hijos, la pareja. A la mayoría no les importa morir. Lo que les angustia e importa es lo que dejan, tener que decidir qué hacer con tantas cosas'.

Otra situación de angustia se produce porque Aurora Bau tiene que pedir valor a personas asustadas que, además, ya no tienen fuerza ni para seguir viviendo. Fue el caso de una madre joven a la que acababan de decir que estaba en situación terminal. 'Se expresaba con mucha tristeza y estaba inmensamente cansada. No podía pedirle nada, pero supe lo que necesitaba. Le dije: 'Cuando estabas de parto, te sentiste aliviada cuando tuviste la maleta a punto. Arregla también ahora las maletas y descansa. Confíate a los que te quieren y no tengas miedo: te acompañaremos''. Esa idea de dejarse ir, como una barca a favor de la corriente, parece una filosofía imprescindible para afrontar las zozobras del morir. 'Deja que la barca se vaya yendo. No luches contra la corriente. Suelta amarras y déjate llevar', explica Aurora Bau. 'Lo vimos con María [una mujer con un cáncer terminal que reclama la eutanasia]. Vino aquí en busca de la capsulita para morir cuando ella tome su propia decisión; no pudimos, lógicamente, atenderla; se marchó desesperada y, más tarde, regresó con un estado de ánimo admirable, como una barca que ha ido dejando lastre'.

La barca de María no va ya a contracorriente, pero en su cuaderno de bitácora hay todavía pasajes conmovedores ante su propia muerte: los que tienen que ver con el marido y los hijos, y el hecho de que no dispone de la capsulita que andaba buscando para afrontar más tranquila los momentos finales de la vida.

La familia pide tiempo

Los familiares 'también piden tiempo para asimilar la muerte'. En la memoria de Aurora Bau abundan los casos en los que, en su despacho, llora y se derrumba primero el familiar que acompaña al enfermo que está al borde de la muerte. 'No queremos que te marches', le dicen, sin darse cuenta de que añaden dolor sobre dolor. Pero peor es el desengaño que produce el no poder remediar la angustia del trance final. Dice Aurora Bau: 'Vienen por algo muy concreto, la píldora para morir cuando ellos quieran, y les frustra la respuesta que tenemos que dar. ¡Uff! Tengo muy claro que es un derecho que tienen, pero no podemos jugar a la clandestinidad. Lo contrario nos obligaría a marcharnos de la asociación. Aquí la batalla es para cambiar la ley. Pero, sí. Al principio, todo esto me parecían palabras, porque muchos te decían: 'Para qué servís entonces'. He vuelto a sentir ese dolor escuchando en este despacho a María diciendo a EL PAÍS lo mismo, haciéndonos ese reproche. Escucharla fue... Se me abrió el corazón. Pero, en estos casos extremos, hemos de negociar soluciones, hablar con los médicos y esperar. No les puedes pedir nada ilegal'.

Naturalmente, en la asociación, los enfermos encuentran ayudas concretas, además de personas con capacidad para mitigar angustias. 'El principal servicio es la información', dice. Así, ofrecen folletos o vídeos con datos sobre los pasos que hay que dar para preparar los últimos días: el testamento vital anticipando la voluntad de oponerse a tratamientos innecesarios; qué se puede exigir al personal sanitario; los derechos amparados por ley y otros que ya están imponiéndose en la práctica médica...

'Si las cosas van bien, los cuidados paliativos deben resolver la inmensa mayoría de los problemas de dolor que angustian al enfermo', explica. Pero, más que eso (que da por supuesto en un país desarrollado), Aurora Bau exige 'avanzar, avanzar'. 'Al principio, el testamento vital parecía que era contra el médico, lo percibían así. Pero ya se han dado cuenta de que realmente les protege. Y el enfermo también ha cambiado. Estamos en una fase en la que la medicina es progreso y el progreso es nuestro, pero donde la manera de aplicarlo se convierte muchas veces en algo negativo y terrorífico. Así que el médico debe plantearse una nueva relación con el enfermo. Quedan muchos miedos por superar, muchos tabúes', concluye.

Aurora Bau, la semana pasada en Barcelona.
Aurora Bau, la semana pasada en Barcelona.MARCEL.LÍ SÁENZ

'Mis días van muy llenos'

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