El liberalismo intransigente
Para muchos, las exposiciones históricas carecen del atractivo de las relativas en exclusiva a las artes plásticas; algunos, además, ven en ellas oscuros propósitos de reconstrucción histórica del pasado basados en premisas ideológicas. Pero las exposiciones históricas contribuyen sin lugar a dudas a ofrecer un estado de los conocimientos sobre un periodo que de otro modo no sobrepasaría el estrecho círculo de los especialistas, rescatan imágenes poco conocidas o inéditas y, acercando el pasado, lo liberan también de tópicos simplificadores. Por eso hay que decir que el conjunto de muestras que la Fundación BBVA está realizando acerca del final del XIX y principios del XX cumple un papel muy importante. Ha de tenerse en cuenta que en España no existe un Museo de Historia como, por ejemplo en Alemania, ni tampoco otro dedicado a la vida cotidiana, como pueda ser el Nordiska de Estocolmo. La verdad es que tendría sentido que llegara a existir siempre que su creación no se hiciera en detrimento de otras instituciones, como parece haberse pensado. De momento estas exposiciones cumplen un papel alternativo y señalan un hito de calidad.La exposición sobre Sagasta resultaba el lógico complemento de la celebrada en ocasión del centenario de Cánovas. Resultaba, por eso mismo, difícil de evitar la repetición de piezas y esa tarea, nada sencilla, se ha visto culminada con éxito. Quien contemple esta muestra tendrá la oportunidad no sólo de captar imágenes muy interesantes de acontecimientos históricos de nuestro siglo XIX, sino de comprobar cómo lo que podríamos denominar como arte oficial de la segunda mitad del siglo XIX no carecía en absoluto de mérito. Descubrirá, además, que una rebusca en museos y colecciones públicas, al margen de las sorpresas de las privadas, proporciona un material excelente para hacer accesible y grato el conocimiento de ese pasado. Los textos del catálogo, coordinado por Carlos Dardé, buen conocedor del periodo, son siempre de altura y se caracterizan por la pluralidad temática de enfoques. La interpretación que en ellos se hace evita los anacronismos y la ausencia de integración del caso español en el contexto más general de la Europa de su época que en otro tiempo eran habituales. La caracterización de Sagasta como "liberal transigente", sugerida por Dardé, parece muy acertada en lo que tiene, al mismo tiempo, de positivo y de limitado. Rescatarlo en su significación precisa y no polémica merece, por descontado, la pena.
Si la exposición de Cánovas venía obligada por la conmemoración en este caso esa circunstancia no parecía tan apremiante y se podría haber optado por tratar de mostrar una época en vez de una trayectoria biográfica. Así, además, se habría evocado la vida cotidiana y se hubiera evitado una posible sensación exaltatoria y la monotonía que siempre acaba por producir la secuencia de una trayectoria vital. La sala donde se muestra la exposición es complicada pero un montaje elegante ha sido capaz de superar esa dificultad. El número de piezas expuestas resulta, no obstante, excesivo y algunas de ellas carecen del espacio suficiente para la contemplación.
Babelia
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