Los coches y la pasión por viajar

En el cartel anunciador del congreso se observa a un ufano Ortega y Gasset, con abrigo, sombrero y guantes, al volante de un coche descapotable de los años veinte. Esta foto le sirvió ayer al presidente del Banco Santander Central Hispano, José María Amusátegui, para evocar la pasión del filósofo por los coches y, en general, por los nuevos inventos. Los automóviles acrecentaron además la afición por viajar de Ortega y Gasset en una época en que los desplazamientos eran lentos y cansados.Así, a partir de los años veinte el autor de La rebelión de las masas sustituye los paseos de cada día por Madrid por viajes a lugares cercanos a la capital como Chinchón, Alcalá de Henares o Pedraza. Viaja acompañado por Baroja o por un psiquiatra amigo, de apellido Sacristán.

Recorrió España de Norte a Sur y de Este a Oeste, se formó en Alemania, vivió exiliado en Francia, Argentina y Portugal y tras su regreso a España en 1945 aceptó multitud de invitaciones para impartir conferencias o clases, tanto en Estados Unidos como en varios países europeos.

Pero no sólo los coches llamaron la atención de un intelectual con aire serio y circunspecto, del que se conservan pocas imágenes donde aparezca con un semblante sonriente. La fotografía o el cine -que hasta los años treinta levantó el recelo de muchos eruditos- ocuparon parte de las aficiones y del tiempo libre de un catedrático de Metafísica vitalista y de una curiosidad inagotable.