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Convergència Democrática se muestra preocupada ante el conflicto de la abadía de Montserrat

Francesc Valls

Preocupación, pero prudencia. Así acogió ayer la ejecutiva de Convergència Democràtica la situación creada al conocerse la dimisión traumática de los dos últimos abades de Montserrat , Cassià Just y Sebastià Bardolet, de la que el pasado domingo informó EL PAÍS. Sólo Joan Vallvé, ex consejero de Agricultura, tomó la palabra para pedir que el partido se solidarice con los monjes benedictinos de Montserrat, por todo lo que representa el monasterio para Cataluña.La propuesta de Vallvé no encontró eco en otras intervenciones de dirigentes nacionalistas, a muchos de los cuales, sin embargo, preocupa que la abadía, uno de los referentes del catalanismo viva una situación de crisis. El presidente de la Generalitat y de Convergència Democràtica, Jordi Pujol, ya expresó su preocupación al conocer el conflicto de la abadía hace unas semanas. La dimisión de los dos últimos abades fue inducida y fruto de una controversia generada por las acusaciones internas de autoritarismo y por la sexualidad en la abadía benedictina.

Mientras en el terreno político se producían estas reacciones, en el ámbito eclesial destacaron las declaraciones del arzobispo de Tarragona, Lluís Martínez Sistach a TV-3, el canal autonómico catalán.

El prelado, preguntado por lo sucedido en Montserrat, se limitió a repetir un párrafo completo del comunicado de la abadía, aunque añadió algo de cosecha propia: "Lo lamento muchísimo y me causa mucha tristeza la información porque habla de aspectos de la vida interna de la comunidad de Montserrat".

"Es una de las instituciones más prestigiosas y emblemáticas de Cataluña y no se merece este tratamiento, porque no podemos olvidar todo lo que Montserrat ha hecho al servicio de la vida religiosa del país, de la lengua y de la cultura catalanas y el servicio que ha prestado en los momentos más recientes de la vida del país, en que no estaban reconocidos los derechos de la persona". "La abadía ha ayudado mucho a configurar la identidad nacional de Cataluña y toda persona e institución tiene el derecho a una buena fama", agregó.

La locuacidad del arzobispo de Tarragona contrasta con el silencio del cardenal arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, quien el pasado domingo declinó presidir una misa en la abadía y no envió a ella a ninguno de sus obispos auxiliares.

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