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Aznar anima a movilizarse a los vascos que no aceptan "doblegarse" ante los etarras

El presidente dice que "nunca olvidará" el gesto del canciller Schröder de viajar a Euskadi

El presidente José María Aznar instó ayer a la movilización de los ciudadanos vascos "que no están dispuestos a doblegarse" ante ETA y calificó de "buena señal" el hecho de que 150 personas que protestaban por el atentado contra José Ramón Recalde plantasen cara el viernes en San Sebastián, durante cuatro horas, a un grupo de simpatizantes de HB. En una conferencia de prensa con el canciller alemán, Gerhard Schröder, a quien agradeció que le acompañara a visitar el País Vasco -Hernani-, Aznar calificó de "básica" y "determinante" la movilización ciudadana contra ETA.

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Aznar incluyó la movilización ciudadana como uno de los cinco pilares de su política antiterrorista, junto a la aplicación de la ley, la confianza en las Fuerzas de Seguridad del Estado, la cooperación internacional y la construcción de una alternativa política al actual Gobierno vasco.Preguntado por la detención de Iñaki de Rentería, capturado el viernes en Bidart (Francia), Aznar dijo que en la lucha contra ETA no se debe caer "ni en el júbilo ni en la tristeza", ya que la clave del éxito es "la perseverancia y la tenacidad diaria, no cejar nunca en la política que uno pone en marcha". Tras agradecer a Francia su cooperación, reveló que el viernes habló varias veces por teléfono con el primer ministro francés, Lionel Jospin. "Sigo diciendo que hay muchos motivos para confiar en la eficacia policial", agregó.

La cumbre hispano-alemana concluyó sin la declaración conjunta contra el terrorismo que ambas delegaciones habían anunciado. Sin embargo, la ausencia de este texto quedó compensada sobradamente con la visita de Schröder a Hernani, para asistir a la inauguración del Museo Chillida. "Hay actitudes y gestos que no se olvidan", afirmó el presidente español, refiriéndose a la presencia del canciller en el País Vasco, a la que atribuyó "mucha significación y trascendencia".

El propio Schröder se explayó en justificar por qué no había cancelado su asistencia a este acto, pese a que con el paso de los meses se fue cargando de relevancia política. Tras recordar que la invitación se la formuló en marzo el artista vasco, una de cuyas esculturas será el símbolo de la nueva cancillería de Berlín, afirmó que "no había entonces ninguna razón para rechazarla y tampoco la hay ahora". Si hubiese dado marcha atrás, explicó, se habría interpretado como una falta de solidaridad con Madrid.

Cuando aceptó la invitación de Chillida, Schröder no podía prever la escalada de tensión y violencia que iba a preceder a su visita. Incluso se barajó en aquel momento celebrar en San Sebastián la cumbre concluida ayer en Segovia. Las autoridades españolas lo acabaron rechazando. Al final, el canciller se ha visto involucrado en un proyecto cuyas implicaciones pueden ir más allá de lo que él puede y quiere asumir, según fuentes próximas.

Altos medios gubernamentales alemanes admitían ayer que uno de los problemas es la necesidad de saber distinguir la sutil frontera entre el espaldarazo claro a una política estatal antiterrorista, apoyada sin reservas por Berlín, y los gestos que pudieran ser interpretados como respaldo a una estrategia de partido.

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