El príncipe Felipe entrega 12 becas para jóvenes estudiantes de música españoles
Los alumnos ofrecieron anoche un concierto en la Escuela Superior de Canto de Madrid
El Príncipe de Asturias arropó ayer con su presencia la entrega de 12 becas para futuros músicos españoles. Cada uno recibía un millón de pesetas para ampliar sus estudios en cualquier centro de enseñanza musical del mundo a iniciativa de la Fundación Cajamadrid, la Asociación de Amigos de la Ópera y las Juventudes Musicales de Madrid, patrocinadores de una labor que lleva en marcha desde 1984. Los becados, estudiantes de piano, cuerda y canto, ofrecieron un concierto con la Orquesta de Cámara Andrés Segovia en el que demostraron haberse ganado a pulso las ayudas.
50 aspirantes
Para Charo Tris, zaragozana, 28 años y becada para ampliar sus estudios de canto, el futuro no es llegar a ser prima donna de La Scala de Milán. "Con llegar a vivir de la música me conformo", asegura. Charo empezó cantando jotas aragonesas y ha terminado estudiando a fondo el repertorio operístico en la Escuela Superior de Canto de Madrid, donde va a invertir su millón de pesetas sin moverse, según ella, "porque estoy aprendiendo mucho aquí, con mis maestros". No es el caso de Marta de Castro, gallega de Vigo, de 25 años, que se larga a Turín porque, dice, "Italia es la cuna del canto". Lo afirma como lo siente, y lo demuestra sobre el escenario cantando Rossini, con gracia y desparpajo delante justo del Príncipe, que disfrutó de las habilidades de estas promesas en primera fila del salón de actos de la Escuela Superior de Canto madrileña ayer por la noche.María Saiz San Emeterio, joven violinista santanderina de 22 años, hizo raspar su instrumento al son del 'Invierno' de Las cuatro estaciones, de Vivaldi, con una seguridad y un brío que demostraban lo bien invertido que iba a estar ese millón de pesetas para que prosiguiera su formación en la Escuela Reina Sofía de Pozuelo, en Madrid. Cuatro compañeros más han elegido también el mismo centro. Según María, porque es "la mejor escuela del mundo". Lo dice con conocimiento de causa de quien a los siete años empezó a pegarse con su instrumento, que lleva colgado al cuerpo como un miembro más. "Con dos hermanos por delante de mí, uno que toca la viola y otro el violín, y una madre entusiasta de la música, ¿qué iba a hacer yo?", explica.
Con intención y tablas también cantaron las otras tres voces becadas, y buenas voces, además, algo imprescindible para llegar a comer de este oficio. Lo dice Isabel Penagos, por cuyas aulas han pasado algunos de los mejores cantantes de España y que sigue con su función de formadora con estos alumnos. "Para cantar bien se necesita expresividad, musicalidad y, además, voz", bromea esta gran dama de la enseñanza musical. "Es cierto, porque la voz, sin sensibilidad musical, no basta".
Penagos, una testigo de excepción en la evolución de lo que han sido las escuelas musicales en España, insiste cada vez que puede en que "la enseñanza musical debe incorporarse en serio a la básica en todas las escuelas del país". Juan Cambreleng, gerente del Teatro Real y presente en el acto por su vinculación también a los Amigos de la Ópera, aprovechó, entre canapé y canapé, para decir que "la situación de la formación de músicos en nuestro país está casi igual que hace 25 años porque no se logra aunar de una vez el proceso de aprendizaje con la proyección profesional que debe tener un músico".
Isabel Falabella, presidenta de las Juventudes Musicales, muy orgullosa de que año tras año haya podido, desde 1984, entregar sus becas, llamó la atención sobre la importancia de que el Príncipe apoye estos actos. "Es un honor que alguien tan carismático entre la juventud como su alteza real se interese por estas cosas". Falabella aseguró que, cada año, la elección es "dificilísima", por el alto nivel de los 50 aspirantes a esta docena de ayudas.Uno de ellos ha sido Pedro Halffter Caro, hijo de Cristóbal Halffter, que ha compartido en febrero pasado el éxito del Quijote de su padre que él dirigió en el Teatro Real y que ampliará sus estudios de composición en Nueva York este año, algo que alternará con sus compromisos para dirigir en Berlín, Colonia, Múnich y España. Pedro, de 28 años, que se puso al frente ayer de la Orquesta Andrés Segovia y de los solistas enfundado en una casaca negra, cuenta: "He estudiado en Viena y en Alemania, pero me falta ahondar en la vertiente anglosajona de la creación musical. Aparte de eso, he elegido Nueva York porque me parece una ciudad apasionante, y voy con muchas ganas de aprender". Y añade: "En este oficio no se debe tener nunca la arrogancia de pensar que tu formación ha terminado, la ventaja y la suerte de esto es que nunca dejas de aprender". Vamos, que de casta le viene al galgo.
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