Un religioso metodista entrega nuevos datos sobre torturados chilenos
El estremecedor relato de un pastor metodista, según el cual cientos de detenidos desaparecidos en la dictadura fueron arrojados al mar, inyectados con sustancias para estimular a los peces a devorarlos y para que se desintegraran sus huesos en no más de cinco días y atados rieles en sus vientres para que se hundieran rápidamente, será entregado por el Gobierno a los tribunales. La información está contenida en una carta que el pastor Enrique Vilches envió el jueves al Presidente Ricardo Lagos, y que no respetó el sistema previsto por el acuerdo de la mesa de diálogo para la entrega de información sobre detenidos desaparecidos. Los datos, que se referirían a 780 desaparecidos, no han podido ser comprobados, pues el Gobierno no ha constituido todavía una unidad especializada para investigar las denuncias que se reciban, y el obispo evangélico no estaba al tanto. Según la carta, Vilches recibió la información de un coronel en retiro de la Fuerza Aérea, acompañado por dos personas que permanecieron en silencio, cuyas identidades no se entregan.
Los documentos explican que los cuerpos eran llevados hasta la costa en camiones arrendados y luego embarcados en navíos de la empresa Sudamericana de Vapores, desde donde eran arrojados al mar. "Les colocaban en los vientres barras de plomo para asegurar su hundimiento", pero después fueron reemplazadas con rieles de ferrocarril, para "abaratar costos". También le relató el caso de 144 personas que entraron vivas al Hospital Militar y al Hospital de la Fuerza Aérea, "las cuales fueron lisa y llanamente mutiladas, para ocupar [utilizar] sus cuerpos, por ejemplo sus córneas, la médula ósea en trasplantes. Tanto así que incluso vinieron unas personas desde el Uruguay para hacer uso de estas partes", cuenta en su carta Vilches.
Una fuente especializada en derechos humanos puso en duda que en Chile haya tal cantidad de casos de desaparecidos arrojada al mar. También dudó de que se les haya inyectado un líquido para que los cuerpos fueran devorados por los peces, ya que en Argentina, donde se arrojaron más detenidos al mar, no se conoce del empleo de una sustancia de este tipo.
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