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Batalla contra la piratería en la red

¿Cómo funciona un intercambio de archivos en P2P? El programa permite otras aplicaciones

Tomàs Delclós

El sistema para traficar con archivos popularizado por Napster supone un salto cualitativo con el habitual método de descargar un registro desde una página web. La gran diferencia es que el usuario se baja el archivo deseado (en este caso, un tema musical) no desde un sitio web, sino directamente desde el ordenador de otro usuario al que se ha conectado sin intermediarios gracias a este programa. Esta tecnología ya tiene siglas propias, P2P (peer-to-peer, entre amigos), y hay una serie de empresas que han anunciado su aplicación para otros usos, como subastas, comercio electrónico, etcétera.

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¿Cómo funciona Napster? El usuario, tras entrar en el sitio oficial www.napster.com (hay otros servidores), debe descargar el software que le permitirá conectar con los otros ordenadores.Una vez descargado entra a formar parte de la comunidad de usuarios de Napster. Cuando quiere localizar un tema musical (un archivo comprimido en formato MP3) pide al buscador de Napster que le suministre la lista de napsterianos que tienen en su ordenador el archivo deseado y están conectados a la red. La lista incluye no sólo el tema del archivo, sino el ancho de banda con que trabaja cada ordenador particular para saber la velocidad que puede conseguirse en la mudanza digital. Una vez seleccionado el archivo que más interesa, con un simple clic, el ordenador del usuario se conecta directamente con el aparato de quien ofrece el material y lo descarga. El software permite, entre otras utilidades, celebrar chats.

Más familia

Pero la familia Napster ha crecido con otras soluciones, la mayoría dentro del universo del software libre (sus creadores renuncian a la propiedad). Una subsidiaria de AOL creó Gnutella. La compañía lo paralizó al advertir del peligro de que se descontrolara la difusión de archivos musicales, pero la existencia de una beta de prueba en la red ha permitido que este software crezca en Internet. Vorbis, CuteMx, iMesh, Freenet, son otros de los varios softwares que pueden agruparse bajo el concepto de P2P.Además de permitir el intercambio de archivos audiovisuales, y no únicamente sonoros, muchos de los nuevos desarrollos presentan una diferencia clave con respecto a Napster. Todos conectan un ordenador particular con otro. Pero mientras que en Napster la lista de archivos disponibles la ofrece el sitio de la compañía, en muchos otros programas de reciente creación el usuario que busca un archivo lo hace primero en los otros ordenadores particulares con que mantiene conexión. Si estos ordenadores no lo tienen buscan, a su vez, en los ordenadores particulares a los que están ellos conectados, y así hasta localizar uno que albergue el archivo deseado. Una vez hallado, quien había solicitado el archivo se conecta con este último y lo descarga. No hay, pues, un servidor central que suministre el listado de archivos disponibles. Esta diferencia es clave con vistas a los litigios. Mientras ahora se ha podido actuar fácilmente contra Napster, porque centralizaba la lista de enlaces disponibles, con estos nuevos programas no hay un servidor que albergue todo el listado y hay que rastrear la existencia de archivos ilegales de ordenador en ordenador, una tarea fatigante y antieconómica.

Los sistemas P2P tienen el encanto de trabajar en una red descentralizada, pero presentan algunas dificultades, hay que disponer de ancho de banda suficiente, y peligros: ¿quién garantiza que el archivo que descargas no contiene un virus o un programa pirata?

Ayer, los foros en Internet ardían con el tema. Mientras unos defendían la necesidad de actuar contra los archivos piratas para no hundir la industria, otros llegaban a dar el teléfono de la juez del caso para bloquearlo o llamaban al boicoteo de los grupos Dr. De y Metallica, que iniciaron la campaña contra Napster. Casualmente, Dr. De ha sido denunciado por Lucasfilms por usar un clip musical propio en su espectáculo.

Los partidarios de Napster repetían que su intercambio de archivos musicales no era comercial y que, por tanto, no debían pagar nada a nadie. En artículos más analíticos se auguraba que el episodio Napster anuncia un cambio de modelo en el negocio discográfico.

De entrada, este tipo de programas permite la difusión del trabajo de artistas que no han encontrado amparo editorial y, por otra parte, es el síntoma de otro tipo de consumo audiovisual que puede llevar a fórmulas de suscripción pagada o a la oferta de archivos, por parte de las mismas discográficas, que sólo permitan una audición o de calidad menor como un incentivo para la compra posterior de la obra.

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