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Entrevista:Manuel Montero

"Hay lagunas en libros de texto de toda España"

Maribel Marín Yarza

Manuel Montero (Ea, 1955), rector de la Universidad del País Vasco, ostenta un currículo que le convierte enuno de los historiadores más solventes de esta comunidad. Licenciado en Filosofía y Letras y catedrático de Historia Contemporánea, ha protagonizado una brillante trayectoria investigadora y docente en esta materia que

le concede autoridad para opinar sobre el estado actual de la enseñanza de la historia en Euskadi.

Manuel Montero (Ea, 1955), catedrático de Historia Contemporánea desde 1995, autor de más de una docena de libros sobre la materia, ha compaginado la investigación con la docencia universitaria a lo largo de los años. El pasado febrero asumió el rectorado de la Universidad del País Vasco (UPV). No obstante, el nuevo cargo no ha conseguido robarle el tiempo para reivindicar en voz alta, aun a costa de ser malinterpretado, el rigor que rubrica su trayectoria. Montero, declarado no nacionalista, critica en esta entrevista el informe de la Academia de la Historia y realiza una radiografía de la enseñanza de la historia en el País Vasco y en el resto de España.Pregunta. Ha mantenido una postura crítica con la Academia de la Historia. ¿Qué ha echado en falta en su informe?

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Un historiador concienzudo y perspicaz

Respuesta. El informe es todo, menos riguroso. Hay alguna cosa que puede ser cierta, pero falta un trabajo de fondo y en cuanto a la cuestión vasca me parece de una absoluta superficialidad. Lo primero que dice es que a los centros de enseñanza media del País Vasco asisten alumnos formados en las ikastolas, lo cual es falso. Luego afirma que allí han aprendido una historia inspirada en ideas nacionalistas, generadoras de racismo y exclusión. Todo eso es una tontería. Yo no soy nacionalista pero me parece completamente injusto decir que nacionalismo sea igual a racismo. Otra cosa es que haya algunos casos aislados de profesores que enseñen una historia discutible, pero en general la enseñanza de la historia funciona, afortunadamente, bien.

P. ¿Dónde encaja entonces este informe?

R. Me resulta difícil encajarlo en ninguna lógica. Creo que es el resultado de opiniones personales de gente que ha sustituido el análisis de la realidad por prejuicios y quizá por la añoranza de un determinado tipo de historia tradicional.

P. ¿Cómo justifica la inmediata rectificación del presidente?

R. Dice mucho a su favor. Rectificar es de sabios. [Gonzalo] Anes es un buen historiador y creo que se dio cuenta de que los tiros no iban por ahí.

P. El consejero de Educación, Inaxio Oliveri, enmarcó este documento dentro de un ataque al nacionalismo. ¿Coincide con él?

R. No creo demasiado en las conspiraciones. Más bien creo que la Academia de la Historia vuela por libre. Al margen de que luego parece que ha tenido una cierta utilización política, en principio no lo encajaría en esa dinámica.

P. ¿Cree que es casualidad que el PP y el delegado del Gobierno en el País Vasco anuncien la existencia de documentos similares el día en que apareció el informe?

R. Yo no sé si es coincidencia o no, pero tengo la impresión de que la Academia va aparte. Dudo de que se la hayan encargado, porque hubiesen buscado a alguien que elaborarse una cosa más confeccionada, más estudiada, supongo. Me extrañaría que quieran llevar la reforma por ahí, si parten de esto, de una generalización sin contrastar, desde luego van mal.

P. ¿La cree peligrosa?

R. Sí, bastantes problemas tenemos para que nos vengan con uno que no existe. Otra cuestión es que puede haber profesores que van a enseñar una historia peculiar pero no es el hecho general. Se ve en selectividad, los exámenes pasaban por mis manos antes de ser rector; los alumnos no cuentan cosas extrañas, cuentan una versión aceptable de la historia.

P. ¿Cómo se enseña la historia en España?

R. Hay lagunas enormes en libros de texto de toda España. No creo que las que tenemos nosotros sean mayores, yo aseguraría incluso que son menores. El problema de la enseñanza de la historia es que los programas actuales pecan de un excesivo pedagogismo heredado de los años 80, cuando lo importante no era qué se enseñaba sino cómo se enseñaba. Y luego se ha producido otro fenómeno con el Estado de las autonomías que han intentado legitimarse insistiendo en la localización de lo general. El estudio de lo general a partir de lo local es un recurso válido pero el problema es cuando se queda en un excesivo localismo.

P. Ponga un ejemplo.

R. El caso llamativo de Castilla León, donde hay algunos textos bastante más delirantes que los nuestros en los que, por ejemplo, se intuye que Isabel la Católica nunca se casó y no aparece Fernando de Aragón, que es el hecho fundamental del reinado de los Reyes Católicos. Se ha caído en un localismo no muy riguroso que impide apreciar los hechos históricos globales. Creo además que se ha abandonado lo que es la historia política en exceso, aunque claro, complementada también con la de la cultura, de las ideologías o de la evolución económica.

P. ¿Qué propondría para la reforma de las Humanidades?

R. Hay que superar ese pedagogismo y ese localismo, estudiar los procesos de cambio histórico como tales. No digo volver a la cronología, pero hay que evaluar mejor qué acontecimientos son importantes desde la perspectiva actual. La versión de la historia cambia en función de las preguntas que nos hacemos ante cada período y creo que habría que retomar algunos procesos de cambio social.

P. ¿Habría que mirar a la enseñanza de épocas pasadas?

R. Rotundamente no, sería un paso atrás. No quiero volver a la lista de los Reyes Godos. No digo que todo lo anterior sea rechazable y algunos puntos serían recuperables , por ejemplo el aspecto de la cronología. Lo que hay que hacer es una historia política pero no tradicional, básicamente en su dimensión social.

P. ¿Coincide con las líneas avanzadas por el PP?

R. No sé exactamente cómo quiere llevarlo el PP, pero no creo que sea por donde sugiere la Academia de la Historia.

P. Hay quien se queja de que la historia siempre la escribe el poder.

R. Ése es un estereotipo que puede responder a otras épocas pero en este momento no es así. Ya le gustaría escribir la historia.

P. Pero, ¿la instrumentaliza?

R. Al poder le gusta instrumentalizarlo todo, pero lo hace bastante mal. Además soy bastante escéptico respecto a las posibilidades que tenga de manipular la historia en la sociedad de la comunicación actual.

P. ¿Hay algún libro de algún historiador vasco que se le caiga de las manos?

R. Alguno en el que se demuestra que la nación vasca existe desde la Prehistoria, por ejemplo, que son majaderías. No hay más que darse una vuelta por cualquier librería para encontrar versiones insólitas en las que se promueven unos cuantos mitos; en las que Zumalakarregi de pronto aparece como una especie de nacionalista antes de tiempo y casi un precursor de un terrorista actual. O uno ve un programa en televisión y se queda perplejo con la versión de la transición en el País Vasco en la que da la impresión de que aquí no había franquistas. Pero no creo que tengan mucho éxito estas versiones.

P. ¿Cuáles son a su juicio las luces y sombras del nacionalismo en el siglo XX?

R. La sombra es el riesgo de que derive hacia un movimiento de nacionalismo étnico y no hacia una nación basada en los ciudadanos, en la libre adhesión, que quizá es lo que en algunos sectores del nacionalismo vasco está pasando en los últimos tiempos. ¿Luces? Puede decirse que hasta las últimas fechas el nacionalismo vasco ha estado del lado de la democracia, algo que no conocen todos los movimientos.

P. ¿Cómo ve el problema en la actualidad?

R. La vasca es una sociedad, desde el punto de sensibilidades políticas, dividida en dos partes más o menos equiparables. No es un problema Vitoria-Madrid, como se pretende desde algunos sectores; es fundamentalmente interno, todo lo demás es colateral. Es decir, si en el País Vasco el 100% fuese nacionalista e independentista o vicerversa, no habría problema vasco, o lo habría pero en términos diferentes. Hay que buscar algún grado de cohesión social y política interna. La imposición de una comunidad nacionalista como única representación del País Vasco o viceversa nos puede llevar a grandes desastres.

P. Hay quienes dicen que el nacionalismo avanza porque utiliza la educación como instrumento.

R. No hay que mirar más que a los resultados electorales para ver que no es así. Estamos exactamente donde estábamos en el 77. Esa idea de que el nacionalismo va avanzando no es cierta; está donde estaba, e incluso en las mismas zonas.

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