"La mayor parte del genoma se usará para crear fármacos"
Mañana, a las 18.30 (hora peninsular española), se hará público en Washington el desciframiento del genoma humano. El anuncio lo harán conjuntamente los dos grandes rivales en la carrera por apuntarse el trascendental logro: el Proyecto Genoma Humano -con financiación pública de EE UU, Reino Unido, Francia y Japón y coordinado por Francis Collins- y la empresa privada estadounidense de biotecnología Celera Genomics, cuyo presidente es Craig Venter, un científico tenaz que se ha convertido en figura imprescindible. Aunque Proyecto Genoma Humano había comenzado las investigaciones hace 10 años, Venter consiguió un ritmo de trabajo que ha forzado el pacto. Un pacto saludado por la comunidad científica internacional como doblemente beneficioso: la investigación pública ya no se verá tan presionada por la competencia privada y la empresa de Venter adquiere mayor credibilidad.Pregunta. ¿Qué es exactamente lo que Celera Genomics piensa patentar del genoma humano, tanto ahora como en el futuro?
Respuesta. Ése es un campo en el que siempre ha existido enorme confusión, sobre todo en Europa. Los europeos parecen fascinados por las cuestiones relacionadas con las patentes. Lo único que patentaremos serán aquellos genes que, según nuestros socios farmacéuticos, resulten absolutamente fundamentales para en el desarrollo de nuevos tratamientos para enfermedades como el cáncer. Por tanto, es imposible dar un número.
P. ¿Pero su genoma va a estar a disposición de toda la comunidad científica?
R. Está a disposición de todo el mundo ya en este momento. Pero un editor no regala su revista, ¿verdad?, sino que la vende. En la actualidad, un científico de cualquier universidad puede conectarse y suscribirse para recibir los datos completos de los que disponemos, y le sale mucho más barato que una revista.
P. ¿Qué opina de que se le considere como una especie de héroe individual contra el mundo de la empresa pública?
R. Es un aspecto típico de la cultura norteamericana, el deseo de demostrar que el individuo puede transformar las cosas. Se trata de transmitir a los jóvenes el mensaje de que no necesitan formar parte de una gran burocracia para triunfar; que cuando uno asume riesgos puede cambiar las cosas.
P. ¿Cuáles serán sus desafíos prioritarios en los próximos años?
R. El objetivo de Celera Genomics es lograr que la medicina sea personalizada. Lo ideal será obtener un tratamiento que se base en un conocimiento más detallado de la fisiología de cada persona. Poca gente sabe que la mayoría de los fármacos ejercen efecto sólo en parte de la población, del 30% al 50 %, y que muchos medicamentos tienen consecuencias graves para una pequeña parte de ella. El código genético y la estructura proteínica de la persona determinan, en muchos casos, su reacción ante un fármaco concreto y, por tanto, si va a curarle o a matarle. En definitiva, pues, el desciframiento del genoma humano no es un objetivo en sí, sino sólo el principio.
P. En su opinión, ¿cuál es el mayor reto que tendrá la genómica en el futuro?
R. Comprender el código genético. Y es una labor que ocupará la mayor parte del próximo siglo. Dentro de 100 años, a finales del siglo que empieza y probablemente a comienzos del siguiente, los científicos estarán todavía haciendo descubrimientos sobre el código genético. La biología humana es seguramente la empresa más compleja que le aguarda a la tecnología. Y esto no es más que el principio.
P. ¿No es jugar a ser Dios el intento de desentrañar todo eso?
R. Aumentar los conocimientos no es jugar a ser Dios.
P. ¿Para cuándo cree que podremos disponer de terapia genética para enfermedades tan importantes como el cáncer y la diabetes?
R. No creo que exista una terapia genética para la mayoría de esas enfermedades. Es otra de las confusiones más extendidas. En mi opinión, esas terapias sólo serán posibles en circunstancias muy especiales. La mayor parte del genoma se usará para ayudar a las compañías farmacéuticas a desarrollar nuevos fármacos de molécula pequeña. El código genético es la base del conocimiento. Dará pie a una nueva terapéutica, pero ésta, en su mayor parte, no consistirá en el cambio de códigos genéticos.
P. ¿Cuáles son sus mejores y sus peores recuerdos del trabajo sobre el genoma humano?
R. Uno de los mejores momentos fue la demostración de que resultaba posible establecer la secuencia del genoma por la vía rápida y la publicación del primer genoma de la historia en 1995. El peor recuerdo es que ha hecho falta mucho tiempo y, por lo que se ve, todavía hará falta más para que algunos miembros de la comunidad científica comprendan la importancia de esta tarea.
P. ¿Alguna vez piensa en un posible Premio Nobel?
R. No. Estamos demasiado ocupados.
P. ¿Nuestra conducta está determinada por nuestro código genético? ¿Tenemos alguna libertad?
R. La mayoría de los científicos que trabajan en este campo no creen en el determinismo genético excepto en un número muy limitado de casos, cuando se trata de enfermedades muy poco corrientes y con un fuerte componente genético. La biología, en general, no actúa de esa forma. Y, desde luego, no lo hace en el caso de la inteligencia y el comportamiento. A muchas personas les gustaría eximirse de responsabilidades y echarle la culpa a su código genético (los fumadores o los drogadictos, por ejemplo). Pues van a sufrir una desilusión. El código genético no va a absolver a los seres humanos de sus decisiones individuales ni de su responsabilidad personal. Nadie podrá refugiarse detrás de sus genes.
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