_
_
_
_
_

La negativa a hacer una autopsia impide saber si una mujer sufría del mal de las 'vacas locas'

La enferma, fallecida en Cantabria, recibió un trasplante de tejido óseo de vacuno británico

La mujer fallecida el 31 de mayo en el hospital de Sierrallana (Torrelavega), presuntamente a causa de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, de características similares a la encefalopatía bovina espongiforme (el mal de las vacas locas) y enterrada dos días después sin que se le practicase la autopsia por la negativa de los médicos, había recibido hace cuatro años, por otra enfermedad, un injerto de tejido óseo de origen bovino fabricado en el Reino Unido. Aunque no está demostrado que este material transmita el mal, el examen hubiera despejado dudas sobre si la fallecida, de 64 años, padecía la enfermedad de las vacas locas. La exhumación del cerebro resultaría ahora inútil a causa de su deterioro.

La enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, descrita por primera vez en los años veinte, no tiene relación con los alimentos de vacuno y se presenta en todo el mundo con una incidencia de un caso por cada millón de habitantes. Afecta casi siempre a personas mayores de 60 años. Los pacientes mueren en general en el plazo de cuatro a seis meses. En 1996, sin embargo, las autoridades británicas sorprendieron al mundo al anunciar la muerte de 10 personas a raíz de una variante de la Creutzfeldt-Jakob. Este nuevo mal procedía supuestamente de la ingesta de restos de vacas que sufrían la encefalopatía espongiforme bovina (las vacas locas). Hasta la fecha han muerto al menos 52 personas en el Reino Unido por esta causa. La fallecida en Cantabria sufría en principio la variante clásica de la Creutzfeldt-Jakob. Ahora bien, el hecho de que hubiese recibido un injerto con algún tipo de material procedente de vacuno británico -como consta en su historial-, daba alas a la posibilidad de que tuviese la nueva variante de la enfermedad. Así, la autopsia, siempre según fuentes médicas, podría haber permitido conclusiones de alto interés científico, esto es, después de confirmar el diagnóstico del mal saber qué influencia pudo tener el material introducido en el desarrollo de la enfermedad.

Ángeles, hija de la fallecida, guarda secreto sobre los nuevos pasos legales que la familia va a emprender. "En su momento puede que hablemos, no queremos dar ningún paso en falso. Ojalá esto sirva de ayuda a la sociedad. Ha sido una enfermedad terrible con una agonía espantosa". No exagera. El profundo deterioro mental y las convulsiones de tipo epiléptico constituyen un cuadro final de los afectados difícilmente superable por sus familiares.

Los patólogos del hospital de Valdecilla (Santander) y de Sierrallana se han enzarzado en una agria polémica sobre la negativa a realizar la autopsia. El Insalud ha anunciado una investigación de carácter interno.

El jefe del departamento del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Marqués de Valdecilla, el catedrático Fernando Val Bernal, ha declarado que la negativa se debió a las "irregularidades" relacionadas con el traslado del cadáver desde Sierrallana - "se quitaron el cadáver de encima", ha señalado Val- y con la supuesta falta de autorización para practicar la necropsia.

Riesgo hospitalario

Asimismo, hace dos meses el servicio de prevención de riesgos laborales del hospital de Santander había remitido una nota al servicio de anatomía patológica en la que advertía sobre la carencia de instrumental preciso para llevar a cabo necropsias de alto riesgo para los médicos. La compra del material requerido, en cumplimiento de las máximas medidas higiénicas y de seguridad, no se efectuó antes de la defunción. Los anatomopatólogos ya habían advertido de que mientras tanto se abstendrían, por respeto a las leyes de la seguridad laboral, de practicar intervenciones de este tipo.

Por su parte, el director médico de Sierrallana afirma que la fallecida fue trasladada a Santander por tratarse de una autopsia de alto riesgo que no podía llevarse a cabo en su hospital, de ámbito comarcal.

De todos modos, antes de sobrevenir el óbito, dos patólogos de Valdecilla se ofrecieron para practicar la necropsia en Sierrallana al no constarles que su sala tuviera limitaciones para ello. Con el cadáver ya en el tanatorio de Valdecilla la dirección de Sierrallana no aceptó la iniciativa y aquél fue devuelto a Torrelavega para ser inhumado al día siguiente, con lo que se perdió la posibilidad de estudiar la relación entre la enfermedad y el tejido implantado.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_