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El trabajo doméstico no remunerado equivale al 40% de la riqueza producida en Euskadi

Hacer la comida, cuidar de los hijos o planchar la ropa son algunas de las actividades productivas realizadas en los hogares que no tienen ninguna repercusión en el Producto Interior Bruto (PIB) de un país. Es decir, que este tipo de trabajos pasan desapercibidos a la hora de calcular la riqueza generada por un estado. Sin embargo, sí tienen un valor económico. Un estudio del Instituto Vasco de Estadística-Eustat con datos de 1998, presentado ayer, destaca que el trabajo en el hogar equivale a un 40% del PIB vasco, lo que supone 2,2 billones de pesetas.

La directora del Eustat, Lourdes Llorens, compareció ante la Comisión de Trabajo y Acción Social del Parlamento para explicar de manera pormenorizada los contenidos del trabajo. El objetivo fundamental, según explicó Llorens, es proporcionar una imagen global de las actividades productivas realizadas en los hogares y estimar el valor económico que suponen las mismas. Entre estos trabajos se encuentran tanto los incluidos dentro del valor del PIB como los excluidos del mismo, y que suponen la mayor parte de la producción doméstica.Para calcular el valor de las tareas de la casa, los técnicos del Eustat han analizado las que son productivas, aquellas que puede hacer otra persona en lugar de uno mismo (leer o dormir, por ejemplo, no entran en esta clasificación). Una vez determinados los trabajos productivos, los expertos han multiplicado el número de horas diarias que se dedica a estas labores (una media de cuatro) por un salario bruto de 1.131 pesetas/hora (cifra que incluye los costes de la Seguridad Social) y que corresponde a la categoría de trabajadores de servicios personales, reconocida por el Instituto Europeo de Estadística.

El estudio ha recurrido a los datos aportados por la última Encuesta de Presupuestos de Tiempo (1998) -estadística básica que detalla el tiempo que la población dedica a las tareas domésticas- para obtener como conclusión final que en 1998 la producción doméstica equivalía a un 40% del PIB de ese año. Este porcentaje es diez puntos inferior al registrado en 1993, el año anterior que el Eustat elaboró el mismo estudio.

Según Llorens, este dato pone de relieve que cuando el mercado vive un ciclo económico recesivo, como fue el caso de Euskadi en 1993, se tiende a aumentar el autoconsumo en el hogar (comidas, cenas, ocio) y ocurre justamente lo contrario cuando se trata de un ciclo expansivo, que fue lo que sucedió con la economía vasca hace dos años.

Atendiendo a los países que han realizado algún estudio equivalente al del Eustat se concluye que la producción doméstica viene a representar entre el 35 y el 55% del PIB, con lo que el valor de esta producción en Euskadi se sitúa en una posición intermedia entre los países de referencia. El Estado donde la producción doméstica ocupó un mayor porcentaje fue en Alemania (con un 68% en 1992). El último trabajo se realizó en Suiza y arrojó un 45% en 1997.

Las dos funciones que concentran la mayor proporción de valor añadido en el ámbito doméstico son proporcionar alojamiento (31,6%) y ofrecer comida (44,9%). En menor proporción se encuentran el cuidado de niños y mayores (14,1%) y el cuidado de la ropa (9,5%). "A grandes rasgos se mantiene una estructura equivalente en los países estudiados", precisó Llorens. Entre los datos curiosos destaca el que en los hogares de Euskadi adquieren más importancia las funciones de proporcionar comida y cuidar a los niños frente a otras dos economías comparadas, las de Australia y Estados Unidos.

Participación de las mujeres

Lo que apenas ha variado entre el estudio de 1993 y el de 1998 es la participación mayoritaria de las mujeres en el trabajo del hogar: un 74,4% frente al 25,6% de los hombres, según los datos de 1998. En el resto de países, la participación del hombre es mayor: un 37% en Canadá, un 34% en Australia o un 33% en Suiza. A pesar de que la distribución de los papeles tradicionales en el hogar se mantienen, el informe vasco aprecia un ligero avance en la participación masculina entre 1993 y 1998, los dos periodos de estudio. Hace siete años, la producción realizada suponía el 20,7%, lo que supone un avance de un 4,9%.

Esta progresión masculina es muy homogénea en todas las labores, aunque el mayor avance se produce en las relacionadas con la educación de los hijos y con los cuidados de las personas que residen en el hogar. El cuidado de la ropa es insuperable para los hombres, el aspecto en el que menos participa: en torno a un 10% tanto en 1993 como en 1998.

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