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Clara SánchezGanadora del III Premio Alfaguara de Novela

"Todos somos perdedores, pero los perdedores a veces ganan"

La vida de Fran empieza en algún lugar de los alrededores de Madrid. No es Rivas-Vaciamadrid, donde vive su creadora, Clara Sánchez, pero quizá podría serlo. Es una urbanización de clase media-media, "una urbanización prototipo", describe la escritora. Parece gris y anodina, pero bajo la calma se oculta la tempestad, una tormenta que Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) observa y analiza con ojos de lince.En Últimas noticias del paraíso (Alfaguara), las cosas que suceden son próximas y distantes a la vez, "porque no pasan hasta que se incorporan a nuestra experiencia, hasta que pensamos en ellas". "Si algo identifica a las gentes que allí viven es que no tienen identidad, pero no todo es tan anodino como parece: la imaginación es la que trabaja y la que consigue que se vayan produciendo pequeñas desviaciones de la realidad, que surjan los mitos, los sueños y las leyendas".

Las mujeres están en casa, cuidan de su familia, van al hipermercado, a la cafetería, al gimnasio. Parece que muchos hombres no trabajan; el deporte, la jardinería, son quizá prioritarios. Los chicos se saltan alegremente la escuela, sin mayores problemas.

Fran nos lo cuenta desde sus cinco años, desde los ocho, desde los 10, los 16 y hasta los 20. "Es muy crítico sin ánimo de serlo. No juzga, pues va creciendo con lo que su entorno le va proporcionando. No tiene capacidad de contraste".

Mayor distancia

Clara Sánchez ha elegido la voz narradora de un niño, de un adolescente, de un joven, para contar esta parte de la vida desconcertante e incierta. "Pensé en un chico para contar la historia, porque me daba mayor distancia; con una mujer me hubiera involucrado más". Insiste la escritora en que no es una novela de iniciación (Fran descubre el amor con mujeres fascinantes, Tania, Sonia, Yun). "No es una novela de adolescentes; hablo de un chico en concreto que tiene algunos aspectos que tienen todos los adolescentes. Lo que he querido contar es cómo todo ese mundo que va formando su vida va entrando en su conciencia".

Clara sabe cómo contar ese tipo de historias, de manera íntima y distante a la vez. Y casi siempre ha optado por protagonistas femeninas. En Desde el mirador, una mujer de 40 años, bastante pasiva, hace recuento de lo que pudo haber hecho y no hizo. O en El misterio de todos los días, la protagonista, Elena, hace un viaje a la memoria para recordar y analizar las sensaciones que descubrió con el joven Néstor.

En Últimas noticias del paraíso, el lector percibe claramente la ambivalencia que tan bien ha trabajado la escritora. "Yo estoy mucho en esta novela. He entregado muchas de las sensaciones que han formado mi carácter, la manera en que siento las cosas, con mucha intensidad y al mismo tiempo con la intención de despegarme de ellas, de tomar distancia, para que la vida no me machaque".

Cuenta Clara Sánchez que ha sentido desde siempre esta manera de vivir la vida. "Me he sentido escritora desde siempre, como si formase parte de mi naturaleza. Comprendí pronto que era importante aprender a través de la escritura. Incluso disfruté de la lectura con la escritura. Aunque me siento escritora desde pequeña, empecé a publicar relativamente tarde, hace 11 años. La vida no es lineal. No te dices que escribes y que, por tanto, vas a ser escritora; hice otras cosas, me dejé llevar por la vida. Creo que esto me dio cierta madurez".

La experiencia y el mundo emocional son fundamentales para Clara Sánchez. "Creo que estuve muchos años vagabundeando. Dos o tres años viviendo en una ciudad y luego en otra. Mi padre trabajaba en Renfe. Dejar el colegio, empezar en otro, conocer nueva gente, fue traumático entonces. Luego he comprendido que esto ha sido lo mejor que me han dado mis padres. Tengo recuerdos muy nítidos desde muy pequeña".

Esta vida trashumante se refleja en Últimas noticias del paraíso, aunque parece que, a primera vista, todo sucede en un vaso de agua. Fran, ese chico que se hace mayor con la mirada puesta en el final de una autopista que ha de llevarle de su pequeño espacio en la urbanización hasta el gran mundo exterior, descubre en ese lugar desolado la capacidad de amar, de desear.

"No sabemos nada, no comprendemos nada; quizá por esto la novela es muy existencialista. Así es como veo la vida. Siempre hay tempestades tras la calma y cada persona se puede convertir en un momento determinado en una hoguera. Hay complejidades de gran calibre y no creo que haya nada aburrido en esta vida".

Fran se va quedando solo en su pequeño mundo, deja los estudios, quizá quiere hacer una película, pero realmente no está muy seguro; es bueno y generoso con el vecino en apuros, "pero quizá es porque no tiene nada más que hacer". Sus compañeros van dejando la urbanización, él se conforma con trabajar en el videoclub. "Es una de las sensaciones que tengo en la vida: los perdedores a veces ganan. Todos somos perdedores, perdemos la juventud, las ilusiones, dejamos tantas cosas en el camino, aunque a veces nos hacemos la ilusión de que las ganamos... La memoria es la que va poniendo las cosas en su sitio, la que nos va haciendo crecer y aprender".

Fran encuentra su camino al final de la autopista, pero es un camino abierto que Clara deja a la elección de sus lectores. Y con Fran, el resto de los personajes que viven en esa urbanización: el maravilloso Alien, "el místico, el nuevo filósofo, que se convierte en una vía espiritual para sus vecinos, que encarna sus inquietudes. Un hombre que evoluciona desde la era de los ovnis al gran teórico del amor". Edu, el gran amigo de Fran, "que representa el lado más oscuro de las personas, que no sabe lo que desea, lo que quiere, que desaparece en su propia oscuridad. O la madre de Fran, que representa la soledad, el desasosiego y el desarraigo, el vínculo físico con la tierra. O Mister Piernas, el atlético monitor de gimnasia que enamora a la madre, "el más desvalido de todos"... Todo un micromundo con el que Clara Sánchez revela toda la confusión y la inquietud de los nuevos tiempos, aunque, como siempre en sus obras, con una puerta abierta al optimismo y a la esperanza.

Doble color azul

Optimismo e ilusión no son palabras ajenas a Clara Sánchez. Para explicar la alegría que le produjo la concesión del III Premio Alfaguara de Novela, que hoy recibirá, explica una de las más extrañas anécdotas que vive su protagonista: una misteriosa cuenta bancaria en Suiza que le lega un misterioso vecino y que le convierte en multimillonario. "Esa cuenta en Suiza entra dentro de lo inesperado, y lo inesperado no tiene por qué ser trágico o dramático". "El Premio Alfaguara es para mí tan inesperado como la cuenta suiza de Fran". Clara no quiere hablar de la dotación de 25 millones de pesetas, sino, como reza la promoción de la editorial, de "la dotación de 400 millones de lectores". Todo un salto que está dispuesta a dar. Para celebrarlo, ayer se vistió de alegre color turquesa, casi el mismo de las tapas de Últimas noticias del paraíso.

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