Sabotaje 'a la carta'
Algunos hackers
actúan contra los sistemas de seguridad informáticos para robar programas o datos. Otros, sólo para probar su fuerza y su ingenio ante los técnicos informáticos de las grandes empresas. Este afán de protagonismo parece ser el motivo de Mafiaboy, el joven quinceañero canadiense que supuestamente organizó en febrero pasado el bloqueo de las páginas
web
de algunas de las más importantes compañías dedicadas al comercio electrónico del mundo.
¿La prueba? Los foros electrónicos o
chats en los que el acusado preguntaba a sus interlocutores cuáles querían que fueran los objetivos del sabotaje. El resultado de esta encuesta ya se sabe: el buscador de Yahoo!, el portal de la CNN y empresas dedicadas al comercio por Internet como la casa de subastas eBay, la librería Amazon, la revista especializada ZDNet o el operador bursátil E*Trade, a los que causó pérdidas de "cientos de millones de dólares", según el FBI.
El método escogido es el que se conoce como ataques de Denegación de Servicio (DoS), uno de los sistemas más sencillos y ante el que es más difícil protegerse. Consiste en enviar mucha información al mismo tiempo a una máquina -lo que se conoce como mailbombing o bombardeo con correo electrónico-. Con este sistema, se paraliza su capacidad de respuesta ahogándola con peticiones hasta colapsarla. Pura fuerza bruta.
El pirata informático ha tenido que realizar la parte más técnica con anticipación. Para preparar el ataque, ha debido introducirse sin ser notado en miles de ordenadores, y contaminarlos con un programa preparado para enviar cientos de peticiones una tras otra a una orden suya. Ni las máquinas con más capacidad pueden resistir el bombardeo de peticiones, que puede llegar a ser de un gigabyte
por segundo, algo así como presentar de golpe en una ventanilla mil millones de impresos para que un funcionario los compulse.
Hay algunos programas en Internet que permiten realizar este envío masivo desde un solo ordenador, pero el método elegido por Mafiaboy tiene sus ventajas: la máquina asaltada no puede protegerse bloqueando los mensajes recibidos desde una dirección concreta -un dispositivo de seguridad básico en todos los servidores, incluidos los del popular correo electrónico-, y permite, teóricamente, mantener el anonimato del responsable del ataque. Aunque esto no sea tan bueno para su ego.
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