El hallazgo de la nieta de Gelman abre la vía a la investigación de los desaparecidos en Uruguay
El presidente Batlle propone indemnizar a las víctimas de las dictaduras militares
La audiencia que el presidente uruguayo, Jorge Batlle, concedió al poeta argentino Juan Gelman para confirmarle que su nieta, nacida en cautiverio, está viva en Montevideo es el primer paso de una política que se propone acabar con las secuelas de la dictadura militar que terminó en 1985. Batlle ha analizado con la oposición un proyecto para dar por muertos a los desaparecidos, indemnizar a sus familiares y pedir perdón en nombre del Estado. La Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos de Uruguay ha expresado su esperanza de que esto abra paso para esclarecer otros casos.
En caso de confirmarse efectivamente, cuando se hagan los análisis genéticos, que la mujer de 23 años criada por la familia de un policía uruguayo que murió en 1996 es la nieta de Gelman serían 67 los hijos de embarazadas en el momento en que fueron secuestradas identificados por las Abuelas de Plaza de Mayo sobre un total de 280 denuncias. La joven ya conoce la noticia y ha aceptado someterse a los análisis genéticos, pero ha expresado su deseo de continuar viviendo con su familia adoptiva independientemente del resultado, informa Efe. El reconocimiento de que la hija de una víctima de la dictadura argentina fue entregada en adopción a un miembro de las Fuerzas de Seguridad uruguaya demuestra la operatividad real de la Operación Condor, el acuerdo entre diversas dictaduras latinoamericanas para colaborar en la represión de opositores. Marcelo, hijo de Gelman, fue secuestrado junto a su esposa, Claudia, en Buenos Aires en 1976. Mientras el cadáver de Marcelo apareció poco después, ella fue trasladada a Uruguay, donde dio a luz a la niña que hoy tiene 23 años.
Sara Méndez, que colaboró con Gelman en la búsqueda de su nieta, y que trata a su vez de recuperar a su hijo, nacido también en 1976, considera que este reconocimiento oficial del Gobierno uruguayo es muy importante, "porque por primera vez, después de la dictadura militar, se admite en ese país que allí también hubo desaparecidos. Hasta ahora, desaparecidos era una palabra tabú en Uruguay. Y además se confirma la existencia del Plan Cóndor, del que participaron las Fuerzas Armadas suramericanas de forma conjunta para colaborar en el secuestro y la desaparición de personas".
En una entrevista que concedió al diario La Nación de Buenos Aires, Sara Méndez recuerda que "en el piso superior del edificio de Boulevard Artigas , donde estaba secuestrada, se oían vocecitas de niños". Pero fue por el comentario de los guardias cuando se enteró de "que tenían allí a una mujer embarazada". En 1998, Gelman le envió un mensaje por correo electrónico y ambos empezaron a intercambiar información. Sara Méndez está convencida de que su hijo, Simón, es un pelirrojo que vive en Montevideo con una familia que tiene un primo militar ya retirado, pero en actividad durante la dictadura. El joven, de 24 años, se niega a hacerse los exámenes genéticos desde que tenía 13. Sara, que sólo puede ver a su hijo desde lejos, cree que la política del nuevo Gobierno será un fracaso. "No se puede reconocer la muerte por decreto ni con un acta de defunción; a Simón no pueden ponerlo en la bolsa de los muertos".
Para Juan Gelman resulta por lo menos "curioso" que Batlle tuviera la información sobre el destino de su nieta que hasta entonces le había negado el anterior Gobierno, encabezado por Julio María Sanguinetti: "Sí, es curioso que el presidente Sanguinetti no encontró nada en un año y que el presidente Batlle haya encontrado todo en menos de un mes". Un funcionario del Gobierno uruguayo admitió que "tal vez" se haya tratado de un acuerdo entre ambos líderes "para que sea Batlle, al asumir el nuevo Gobierno, el que tomara las decisiones según cual fuera su política". La presión sobre Sanguinetti para que su Gobierno colaborara con Gelman fue intensa y sostenida. Además de las cartas del poeta, difundidas luego por la prensa, y de los artículos publicados en los periódicos, a la sede del Gobierno uruguayo llegaron declaraciones y manifiestos firmados por intelectuales de todo el mundo.
Gelman también había escrito cartas públicas al general Martín Balza, comandante en jefe del Ejército de Tierra argentino, para advertirle de que un subordinado suyo, el entonces jefe del Segundo Cuerpo, general Eduardo Rodolfo Cabanillas, había sido el subjefe del centro de concentración clandestino de prisioneros conocido como Automotores Orletti, con el grado de capitán, durante la dictadura militar. Los "grupos de tareas" que funcionaban allí colaboraban con los militares uruguayos. Gelman pedía a Balza que investigara: "Tiene acceso a todos los medios para ello. Si no lo hiciere, procure evitar el castigo del insomnio. El no sueño de la mala conciencia es un territorio devastado por la muerte". La noche del viernes, Gelman repitió lo que siempre suele decirse: "Hay tanta vida por delante todavía".
La abuela lamenta el olvido de las víctimas anónimas
Por detrás de la voz de Berta Schubaroff se oyen los gritos de Nora, de 43 años, hija suya y del poeta Juan Gelman. Berta interrumpe la entrevista telefónica y cierra alguna puerta que apaga la voz de Nora: "Ella no está nada bien, tiene graves problemas psíquicos, imagínese, con todo lo que hemos vivido". Berta, primera esposa del poeta, con el que tuvo dos hijos -Marcelo y Nora-, separada desde 1969, militante de Abuelas de Plaza de Mayo, agradece que la llame un periodista, además de los familiares y amigos. "Es que nadie se acuerda de nosotras, que tanto hemos luchado. Yo soy la abuela de la niña, y están también vivos el padre y el hermano de Claudia, la madre, que viven en Barcelona. Ayer, cuando me llamaron para contarme, casi me muero de un síncope. ¿A usted le parece que debía enterarme así? Por eso no estoy contenta". Berta, como Juan Gelman, lleva 24 años de búsqueda. Entre 1975 y 1984 vivió en Madrid y se integró en la Comisión de Familiares de Desaparecidos (Cosufam). "Yo nunca abandoné la lucha y sigo aquí, en Buenos Aires, con Nora y su hijo, que también es nieto de Gelman. Él trata de echarme culpas, y culpas, y culpas. Yo no soy famosa ni tengo estudios universitarios, ni nada. Él nos ignora. Sale en la foto con su esposa como si ella fuera la madre de Marcelo. No le guardo rencor, pero espero que alguna vez me llame para que podamos hablar de todo esto y evitar los daños que le está haciendo a la hija, al nieto". Berta no comprende "por qué Gelman se apuró tanto" en anunciar que hallaron a la nieta de ambos. "Las Abuelas, que ya hemos encontrado 66 chicos, sabemos por algunos fracasos que la identidad se comprueba después de exámenes fehacientes. Yo voy a exigir que los análisis de sangre se hagan en el hospital Durand de Buenos Aires, donde tenemos el banco genético de datos, y en un laboratorio de EEUU".
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