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Tribuna:LA CRÓNICA
Tribuna
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Cumpleaños feliz ANTONI PUIGVERD

El Punt cumple 20 años y acaba de estrenar nueva sede. Joan Bosch, propietario del periódico (asesorado por su equipo directivo, en especial por Joan Vall Clara, periodista de raza y factótum, al estilo Cruyff, del impresionante vuelo actual), no ha buscado un edificio cualquiera, más o menos céntrico, bonito y funcional, sino un verdadero monumento, cargado de sentido cívico: la Farinera Teixidor, una fábrica de harinas de estilo noucentista y ecos gaudinianos, restaurada y ampliada por Arcadi Pla. Para darle una forma de acuerdo con su función, el arquitecto Rafael Masó (1880-1935), creador de este singular edificio, lo ideó como un montículo de harina, lo recubrió con una piel de cerámica blanca y lo ornamentó con curiosos motivos trigales. A pesar de ser una de las más fantasiosas creaciones de Masó, la Farinera fue abandonada y se había convertido en una de las vergüenzas culturales de la ciudad de Girona. Al rescatarla, El Punt ha escrito su página más simbólica y confirma su apuesta por la vitalidad de la Girona contemporánea, a la que tanto ha aportado desde que nació como periódico: reflejando todo su bullicio, ofreciéndole su altavoz, encarnando la vitalidad de sus comarcas.Arrancó El Punt en plan cooperativa progre con abundacia de ex seminaristas y periodistas rojillos. Pronto se agotó el capital popular. Y una vez más aparecía el gafe de los productos culturales en catalán: bienintencionados pero mal gestionados. Gracias a la intermediación de Joan Ribas, mecenas teatral y asesor de empresas, entra en escena el industrial Joan Bosch, quien, antes de invertir, exige la propiedad en exclusiva, impone una gestión profesionalizada y, después de unos años de tanteo, entrega el poder a un grupo de jóvenes periodistas que se habían fogueado en las trincheras, como corresponsales. Capitaneados por Vall Clara y Emili Gispert, los Matarrodona, Grau, Poyano, Cuyàs, Sala, Xirgu, Riera y una extensa compañía han situado este periódico "de comarcas", aparentemente menor y periférico, entre los más leídos de Cataluña: detrás de El Periódico, La Vanguardia y EL PAÍS (últimos datos del Estudio General de Medios).

Joan Bosch es el empresario de prensa ideal. Nunca ha impuesto una coma, sea periodística o política, pero es implacable en las cuentas: las previsiones se cumplen. Por su implantación, El Punt no debería ser considerado un periódico "local": de norte a sur, ofrece diversas ediciones (Girona, Mataró, Barcelonès Nord, Tarragona-Reus y Tortosa) y entre sus próximos objetivos está el de extenderse hacia la Cataluña central y ponentisca, circundar la capital y preparar el asalto definitivo. No es una quimera. Ya es un excelente negocio (con numerosas y suculentas páginas de publicidad) que vende, según el último control de la OJD, 22.954 ejemplares al día.

La corta y brillante existencia de El Punt permite deducir diversas lecciones interesantes. Primera: es posible producir ambiciosos proyectos lejos de la capital (o lo que es lo mismo: la mejor manera de combatir el tópico del centralismo barcelonés es trabajar en serio y sin complejos desde cualquier punto periférico). Segunda: si lo que se busca es politiquear, es mejor cargarse de deudas y arrimarse a la Administración; si se trata de vender un diario, hay que renunciar al dinero público. Sin condicionantes políticos, con una fantástica independencia editorial, El Punt ha abierto un camino que conduce a ganar dinero en catalán (un idioma que parecía estar condenado a causar deudas públicas). La versión catalana de El Periódico ha ensanchado la senda. Ambas exitosas iniciativas, estrictamente privadas, contradicen la ilusión política más dominante de los últimos 25 años, a saber: que el nacionalismo convergente y la lengua catalana están hechos el uno para el otro. Tercera: lo particular liga con lo universal. ¿Qué tienen en común el futbolista Pinki (máximo goleador del grupo 15 de la 2ª Regional) y Bette Davis? Que ambos tuvieron su espacio en la edición gerundense del pasado lunes: la información futbolística abrazó todas las ligas locales, pero también se informaba de la victoria de Schumacher en Brasil, de la recreación de una necrópolis judía en Girona, del candidato Putin, de una oleada austriaca en la Costa Daurada, del útimo libro de Marina y de Houellebecq, del futuro de las explotaciones bovinas en el Empordà y de los muertos del día en la Garrotxa y en Chechenia. Y entre decenas de noticias y anuncios que cosían lo más próximo a lo más lejano, estaba asimismo, junto a notables artículos de opinión, la mejor crónica previa a los Oscar que leí en diario alguno: la impagable Imma Merino, con distante erudición y sutil melancolía, añoraba los labios de las grandes actrices fumadoras pensando el cine actual, sin nicotina.

Pere Duran
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