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El Proyecto Genoma y su competidor privado rompen con su plan de colaboración

La empresa Celera intentaba monopolizar la explotación de los datos durante cinco años

El Proyecto Genoma, de financiación pública, y su competidor privado, Celera Genomics, han roto las negociaciones que desarrollaban en EE UU sobre un posible acuerdo para descifrar conjuntamente el mapa genético humano. El sector biotecnológico acusa al proyecto oficial de minar sus esfuerzos en la investigación genética privada; los científicos del proyecto público aseguran que las empresas privadas quieren monopolizar los datos. Algunos científicos temen que esta lucha implique una merma del resultado de la que es posiblemente la investigación más importante de la medicina.

Los equipos de investigación financiados con fondos públicos y privados habían tratado de negociar en las últimas semanas un acuerdo de cooperación que pusiera fin a la guerra abierta que mantienen y que permitiera garantizar los avances más allá de la pugna por rentabilizarlos económicamente. Esas conversaciones no sólo se han roto, sino que han desatado un duelo frontal entre los proyectos.La empresa privada más pujante en el descifrado del genoma es Celera Genomics, dirigida por el brillante y polémico científico Craig Venter, un antiguo miembro del proyecto público. El presidente de la multinacional Parkin Elmer, propietaria de Celera, Tony White, ha asegurado al diario The Washington Post que el responsable de la investigación oficial, Francis Collins, ha empleado tácticas "falsas y estúpidas" para tratar de impedir que haya una colaboración real entre los proyectos. White asegura que se han fijado fechas y se han filtrado documentos con el propósito de que no se lograse el acuerdo.

A su vez, Francis Collins asegura que es el sector privado el que no quiere un pacto de colaboración porque eso recortaría sus posibilidades de monopolizar la información genética y explotarla con propósitos comerciales.

Celera Genomics emplea técnicas científicas diferentes a las de la investigación oficial. Cuando la compañía expuso su línea de investigación hace algunos años, los científicos públicos la criticaron por su escasa fiabilidad. Sin embargo, el tiempo ha mostrado que sus datos parecen ser tan sólidos como los del consorcio público.

Los resultados del esfuerzo científico privado pueden quedar culminados antes de que termine el año, es decir, tres años antes de la fecha en la que se prevé que concluya el proyecto financiado con fondos públicos (la fecha inicial era el 2005 pero se adelantó al 2003; este año prometen un primer borrador). De esa manera el sector privado logrará ser el primero en lograr uno de los hitos más trascendentales de la historia médica y biológica y tendrá un margen de exclusividad para rentabilizarlo mediante la venta de información a la industria farmacéutica. Los intereses comerciales de este sector también exigen un trabajo rápido para tratar de patentar nuevas técnicas y nuevos productos; esperar a los resultados de la investigación pública les obligaría a arrancar en una posición desfavorable.

La negociación no trataba de unir las investigaciones sino de cotejarlas para garantizar la exactitud de los datos recopilados, porque de ellos dependen futuras investigaciones en todos los terrenos de la medicina. Los responsables de la investigación pública aseguran que en realidad las conversaciones han fracasado porque Celera Genomics exigía la concesión de una exclusiva comercial del mapa del genoma humano durante cinco años para poder sacar partido a un esfuerzo en el que han invertido millones de dólares; había cierto acuerdo en cederles un breve periodo de exclusividad, pero cifrado en meses, y no en años.

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