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'Chiringuitos' citrícolas

La sobreproducción y la falta de mercados han propiciado que la actual campaña citrícola sea una de las más desastrosas de los últimos 25 años, según los productores, las cooperativas y organizaciones agrarias, hecho que ha incidido de forma decisiva en el espectacular incremento de robos en el campo y en la aparición de puntos de compra-venta de naranjas ilegales. Los huertos de La Ribera y de las otras comarcas citrícolas contienen en la recta final de campaña mucha más fruta que en años precedentes. "Es anormal que en la segunda quincena de febrero haya navelinas colgando de los naranjos", afirma el director comercial de la Cooperativa La Agrícola de Alzira, Vicent Gisbert, "y que sobre todo "se pierdan campos enteros de clemenvilla", añade.La abundancia de naranjas en los campos y las ayudas que la Unión Europea concede a las empresas transformadoras de zumos han multiplicado la aparición de improvisados comerciantes -unos con licencia y otros sin ella- que han aprovechado cualquier solar o descampado para convertirlo en un almacén de manipulado de cítricos. En esos puntos se compran las naranjas de baja calidad y las que han caído al suelo, hecho este último más frecuente de lo habitual en esta campaña. Y aquí es donde aparece la picaresca, porque a los que recogen la fruta caída con la autorización del propietario de la parcela se les unen los que desvalijan un huerto entero llenando sus vehículos y furgonetas. Sólo la Policía Local de Guadassuar se ha incautado de más de 7.000 kilos en los últimos 45 días. Pero la actuación más espectacular la protagonizó el pasado lunes la Guardia Civil del puesto de L'Alcúdia al detener a un comerciante de Gandia y los conductores de dos camiones, uno de ellos matriculado en Murica, en la pedanía de Montortal, con una carga ilegal de 38 toneladas de cítricos que tenían como destino una empresa conservera murciana. Ninguno de ellos pudo demostrar la procedencia de la mercancía ya que carecían de la documentación mínima necesaria, e incluso el comerciante no contaba con la pertinente licencia de actividad que concede el Ayuntamiento. Sin embargo algunos de los que poseen el permiso municipal se saltan la ley al no recabar la autorización pertinente a los proveedores de naranja que, con la excusa de que recogen la del suelo, aprovechan para levantar el brazo y tirar de las que cuelgan los naranjos. Estos puntos de compraventa, que funcionan únicamente durante unos tres meses, cuentan estos días con un inusitado tráfico de pequeños turismos y furgonas cargados de fruta hasta los topes. Su actividad es frenética y hasta ellos acuden para cargar la mercancía camiones de gran tonelaje, la mayoría de matrícula de Murcia, aunque no faltan los procedentes de Lleida.

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Beneficio con poco coste

Sus propietarios se ponen especialmente nerviosos ante la proximidad de un periodista o de una cámara de televisión. Uno de ellos, que regentaba un comercio situado en las cercanías de las localidades de Riola y Fortaleny, llegó a ofrecer 5.000 pesetas a un cámara para que se alejara del lugar tras asegurar que había cerrado sus puertas unos días antes. Cerca de la capital de la Ribera Alta un par de reporteros sufrieron las iras y los insultos de un comerciante que pese a asegurar que tenía "todos los papeles en regla" estuvo a punto de atropellarles cuando filmaban alguno de los vehículos que al parecer se dirigían a su garito.

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