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CUMBRE DE HELSINKI

Grecia y Turquía cantan victoria en la UE

Ecevit celebra su candidatura con promesas de paz en el Egeo y de abolición de la pena capital

ENVIADO ESPECIALEl pueblo turco empieza a dejar de ser "el enfermo de Europa". La Unión Europea y Turquía finalizaron ayer una larga etapa de desencuentros. La consagración de este país como candidato a ingresar en un futuro en el club de los Quince, aunque sin fecha siquiera especulativa, junto con la luz verde a las negociaciones de adhesión con todos los países de la Europa del Este, Malta y Chipre, "marcarán esta cumbre como un hito en nuestra historia", concluyó el siempre solemne presidente francés, Jacques Chirac.

El primer ministro griego, Costas Simitis, a quien todos alabaron porque ha protagonizado, junto con su ministro de Exteriores, Yorgos Papandreu, la nueva línea de "apertura griega", mostró una euforia autocontenida. "Saludo la candidatura turca, y estoy convencido de que repercutirá en un reforzamiento de la seguridad en la región y supondrá el inicio de nuevas relaciones entre Turquía y la Unión, así como con Grecia".

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Simitis estaba orgulloso por haber logrado lo que pretendía: las exigencias a Turquía -en pie de igualdad con los otros candidatos- de avanzar en la democratización y los derechos humanos; de resolver pacíficamente mediante el diálogo el litigio territorial del mar Egeo -que enfrenta desde decenios a ambas naciones-, y en caso de no lograrlo, la recomendación de someterse a la jurisdicción del Tribunal Internacional de La Haya, con resultados prácticos para antes del final del 2004; así como la consagración de que la reunificación de Chipre no constituye "una condición previa" a la adhesión de Nicosia, aunque se estimule a los grecochipriotas a negociarla porque ello "facilitará" su ingreso.

Su homólogo turco, Bulent Ecevit, estuvo aún más eufórico. Viajó a Helsinki después de que en la noche del viernes el Alto Representante, Javier Solana, disipara sus dudas sobre el texto recién aprobado por los Quince. Y bordó una comparecencia pública en la que hizo suyas las palabras telefónicas con que el presidente norteamericano, Bill Clinton, había animado a digerir el acuerdo: "Es una victoria para Turquía, una gran victoria", silabeó. En realidad, las exigencias a Ankara son las tres de siempre, pero esta vez se ha querido enmarcarlas en un pliego general de condiciones válido para todos los candidatos.

Tras ofrecer un aperitivo oral con canapés de autoestima ("los turcos somos europeos desde hace 600 años, pero no sólo europeos") y de autopropaganda ("ocupamos una posición de pivote en Asia central"), Ecevit se enfrentó a los tres platos fuertes del texto: derechos humanos, Egeo y Chipre. Argumentó que su Gobierno ha emprendido muchas reformas democratizadoras, aunque, reconoció, "tenemos aún lagunas y deficiencias en nuestro sistema de derechos humanos". Y, sobre todo, se comprometió a "elevarlo a los estándares de la UE": "Aboliremos la pena de muerte en cuanto podamos", se comprometió, al ser inquirido por la condena a la pena capital del líder kurdo, Abdalá Ocalan. Ecevit recordó que su partido, el socialdemócrata, está desde siempre por esa labor, "pero formamos un Gobierno de coalición" y hay que convencer a los demás.

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En realidad, a Ocalan -cuyo recurso se está viendo en el Tribunal de Estrasburgo- no se le puede ejecutar enseguida, porque la ley turca exige que primero se fusile a los condenados con anterioridad, una cincuentena. Por eso, Ecevit asumió el asunto "no como el caso de Ocalan, sino como un tema de principio".

El segundo plato, Chipre, lo digirió peor. "Sólo habrá arreglo si se reconoce la realidad existente en Chipre", dijo, lo que, traducido, implica elevar al Gobierno turco-chipriota -calificado de ilegal por la ONU porque surgió de la invasión militar de 1974-, a la misma categoría que el legal de Nicosia. Pero tampoco en esto quebró el espíritu de Helsinki, pues confió en que la reunificación de la isla se logre gracias al diálogo entre ambas partes bajo auspicios de la ONU.

El tercer plato casi se atraganta. Era la presión de los Quince para que todos los protagonistas se empeñen en lograr una resolución pacífica del conflicto del Egeo, y en su defecto, la sumisión del litigio a La Haya, con resultados para el 2004. "La candidatura nos lo hace casi obligatorio", aceptó Ecevit, "pero antes intentaremos el acuerdo; en caso de no conseguirlo podemos pensárnoslo ", añadió. Matizaba así su anterior declaración según la cual "no aceptamos que se nos imponga como precondición para el inicio de las negociaciones de ingreso", informa desde Ankara Silvia de Félix.

Sin fecha concreta

Éste fue uno de los puntos que el presidente de turno, el finlandés Paavo Liponen -mediante carta-, y Solana -en su visita- le aclararon: no hay fijación de fecha como requisito para elevar a Turquía al estatuto de candidato, sino un compromiso interno de los Quince para evaluar en el 2004 los esfuerzos realizados.

Claro, que si para entonces prosigue el litigio, alguien vetará el inicio de la negociación. Simitis renunció a decirlo explícitamente, pero lo insinuó: "No estoy inquieto por la interpretación turca, lo importante no es lo que diga Ecevit, sino lo que hemos decidido aquí".

El reencauzamiento del caso turco sirvió para dar un nuevo impulso al proceso de ampliación. Los 15 líderes almorzaron con sus colegas de todos los candidatos del Este, Chipre y Malta. Les explicaron que han decidido iniciar ya las negociaciones de ingreso con el segundo grupo (Rumania, Bulgaria, Lutuania, Letonia, Eslovaquia y Malta) para evitar discriminaciones entre subgrupos y enfocar el proceso, según los méritos de cada cual.

Al final de esta carrera, algún día, la UE contará con 28 miembros y 542 millones de habitantes (población actual de la UE, los 12 candidatos y Turquía), frente a los 374 millones actuales.. Un conjunto impresionante que se ha diseñado casi espontáneamente, por agregación de peticionarios, y sin que se desarrolle un verdadero debate sobre los límites de Europa.

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