Los directores vascos reclaman canales para la distribución de sus películas de cortometraje
Sus películas son el resultado de, al menos, dos años de trabajo, la colaboración desinteresada de buena parte del equipo de rodaje y las subvenciones públicas. Al final del proceso los cortometrajes de los directores noveles sólo pueden llegar al público a través de los festivales de cine.Los realizadores vascos, presentes en la sección a concurso del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao con cuatro películas de ficción y una de animación, reclaman una mayor presencia en las salas comerciales de exhibición y en las televisiones.
Entre las 82 películas que compiten por los premios oficiales del festival, cinco han sido realizadas por directores vascos y, por tanto, también optan al Gran Premio del Cine Vasco, dotado con 350.000 pesetas. El responsable del certamen, Ignacio Marín, mostró ayer su satisfacción por la calidad de las 15 películas presentadas a selección. "Ya quedaron atrás los años de dificultades para contar con alguna película vasca en competición", dijo.Las cinco películas vascas se proyectaron ayer en la sesión inaugural, que se celebro en el Teatro Arriaga. Los filmes fueron 40 Ezetz (40 a que no), de Asier Altuna y Telmo Esnal; Dreamers (Soñadores), de Félix Viscarret; El trabajo, de Igor Legarreta y Emilio Pérez; y El tren de las tres, de Carlos Bernar. A estos cuatro cortometrajes de ficción, se sumó el filme de animación Haragia (Carne humana), de Begoña Vicario.
La película de Viscarret, realizada en Nueva York gracias a una beca, llegó a Bilbao avalada por los premios a la mejor película y al mejor guión en el reciente Festival de Alcalá de Henares. Dreamers, rodada en inglés, es un filme experimental que narra los recuerdos de un historia sobre los miembros de su familia a través de imágenes en blanco y negro recuperadas de antiguos noticiarios.
"La maravilla de los festivales es que nos da la oportunidad de ver en la pantalla grande lo que has hecho", reconoció Begoña Vicario. Si no fuera por los certámenes, las películas de cortometraje, las que dan la posibilidad de empezar una carrera cinematográfica, morirían sin espectadores.
Altuna hizo un llamamiento a las distribuidoras comerciales para cambiar la situación, recuperando el pase de un corto antes de la proyección de largometrajes. Su colega Igor Legarreta criticó que la pasividad de las televisiones y reclamó que "se muevan como han hecho con los largo". El realizador lamentó que Euskal Telebista compre cortos pero carezca en su programación de un espacio específico. "No colaboran a que se cree un público para los cortos", señalo. Begoña Vicario explicó que el cine de animación comparte con los cortos similares problemas de distribución. En paralelo al crecimiento de la producción y la calidad de las películas, Vicario reconoce que también se ven "ligeros" cambios en los caminos para llegar al público , como Cortobit@ge, una productora que proyecta exhibir cortos en bares y cafés, o la iniciativa de crear una sala estable en Madrid para su proyección.
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