Un Nobel en la Autónoma de Madrid
La influencia más importante de Tini en la universidad fue su actitud ante la investigación
Conozco a Martinus Justinus Godefriedus Veltman, Tini para los amigos, desde 1968, cuando hice una visita a la Universidad de París-Sur, en Orsay, donde él estaba pasando un año sabático. Desde el primer momento congeniamos: a ambos nos unía el interés por la física y el gusto por la polémica. Recuerdo, en efecto, que en una de las primeras conversaciones nos enzarzamos en una discusión sobre dónde se conduce peor, si en Holanda o en España.Después coincidí con Tini muchas veces: en el CERN, en mis frecuentes visitas a la Universidad de Michigan (EE UU) y, por supuesto, en su paso por la Universidad Autónoma de Madrid (de lo que se dirá más después). Desde 1968 hasta 1971 asistí en el CERN a varias de las conferencias que Veltman dio en sus regulares visitas al centro.
Discípulo brillante
Muchas veces después de sus charlas nos encontrábamos en la cafetería y comentábamos los problemas que Tini había planteado: aunque en aquella época mi actividad investigadora estaba centrada en la física matemática, los resultados que obtenía Veltman en su intento por entender las interacciones débiles (responsables, en particular, de las desintegraciones radiactivas) me parecían enormemente interesantes, y los seguí con atención. En estos trabajos, Veltman colaboraba con sus estudiantes de doctorado hasta que, finalmente, la madurez en la comprensión de los problemas junto con la suerte de contar con un discípulo extraordinariamente brillante, Gerardus "tHooft, les permitió culminar la tarea. Gerardus"tHooft ha sido uno de los científicos más profundos de este último tercio de siglo y ha realizado, tanto en colaboración con Veltman como después independientemente, contribuciones brillantes a la física.
Sin embargo, en este artículo voy a referirme a Veltman. No sólo por conocerle muy bien, sino porque Tini ha sido una persona ligada a la universidad española desde mediados de los ochenta.
En 1985, Veltman manifestó su interés por pasar parte de su tiempo en el departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid: según él, le interesaba contactar con nuestro grupo, que consideraba estaba haciendo trabajo científico de altura. Incluso ofreció pagarse los gastos de su estancia con dinero de EEUU. En el departamento nos pareció la ocasión extraordinaria y propusimos su contrato. Propuesta que no cuajó a nivel de la universidad, pero sí en el ministerio. Éste, a través del programa PROPIO (gestionado por Juan Rojo, Roberto Fernández de Caleya y Elías Fereres, entre otros), habilitó una asignación para el nombramiento de Veltman como profesor extraordinario, adscrito a nuestro departamento. Puesto que compaginó hasta su jubilación con el de la Universidad de Michigan: durante esos años, Tini fue un importante miembro de nuestra comunidad.
Con respecto a los trabajos de Veltman posteriores a los ya citados, relacionados directamente con el Premio Nobel, podemos mencionar aquellos que involucran la existencia, o no, del llamado campo de Higgs, un ingrediente esencial de la teoría de interacciones débiles. Ocurre que este campo es muy incómodo. En primer lugar, la partícula correspondiente no ha sido encontrada experimentalmente; pero lo peor es el parecido del campo de Higgs con el éter, y el presentar problemas casi tan formidables como aquél.
Campo de Higgs y vacío
El propio Veltman ha hecho ver que la existencia del campo de Higgs tiene desagradables consecuencias en conexión con las interacciones gravitatorias, a las que no puede sustraerse. La presencia de un campo como el de Higgs, que se supone está permeando todo el vacío, implica que el universo debería colapsar inmediatamente; algo que, obvia y afortunadamente, no ocurre. Nadie sabe cómo resolver esta dificultad; y por éste y otros motivos, a Veltman el mecanismo de Higgs nunca le gustó.
En algunos de los trabajos posteriores sobre el problema, Veltman calculó el posible rastro de la partícula de Higgs en medidas de precisión. En otros, como el realizado en 1989, investigamos sobre los efectos que ocurrirían en las colisiones de partículas W (que, con suerte, pueden ser observables con el acelerador en construcción en el CERN, el LHC) si la partícula de Higgs no existiera.
La física de partículas no es el único campo en que Veltman ha dejado huella. A principios de los años sesenta, Veltman desarrolló un instrumento informático al que llamó Schoonschip (¡a limpiar/ ordenar el barco!, en holandés), el primero capaz de realizar cálculos abstractos. Escrito directamente en lenguaje de máquina, ya que de otra manera no hubiera sido operativo en los limitados ordenadores de la época, Schoonschip fue mucho tiempo la más potente de las herramientas existentes en el mercado; sin sus capacidades, difícilmente hubieran podido realizarse los complicados cálculos que, en particular, la física de altas energías, requiere: todavía a mediados de los ochenta Schoonschip era el método más veloz para cálculos simbólicos.
También desarrolló Veltman un programa para generación de gráficos por ordenador: Tini diseñó su actual vivienda con ayuda de este programa. Y sus habilidades informáticas no se limitaban al software. Durante unos años se paseó llevando y utilizando unos pequeños ordenadores que construía él mismo.
Desmintiendo la fama de huraños que tienen los científicos, Veltman aprecia la buena mesa, el buen vino y el buen coñac, que su gran capacidad de trabajo no le impiden disfrutar. Más de una vez nos hemos relajado con una buena comida y una agradable sobremesa, discutiendo informalmente sobre física delante de unas copas de Duque de Alba. En la actualidad me consta que Tini brinda, en su casa de Bilthoven en Holanda, con vino de Rioja, encargado al cosechero por cajas, y al que se aficionó en nuestra tierra.
La influencia de Veltman en el grupo de la UAM ha sido indudablemente importante. Siempre dispuesto a discutir, sobre física o sobre informática, o sobre cualquier problema divino o humano, esta influencia se mide, como la de todo gran científico, no por el número de artículos publicados, sino por lo que transmiten de actitud hacia la investigación.
Una anécdota personal clarificará, espero, lo que esto quiere decir. Durante una de las estancias de Veltman en la UAM comenzamos un cálculo sobre la influencia de hipotéticos quarks ultrapesados en algunas cantidades observables. Durante bastante tiempo estuvimos considerando los resultados obtenidos, sin decidirnos a publicarlos: tanto Veltman como yo estábamos convencidos de la inexistencia de tales quarks. Finalmente, otro grupo en EE UU realizó el mismo cálculo y publicó el trabajo.
Cuando se lo enseñé a Tini, sugiriéndole que tal vez deberíamos habernos decidido a publicarlo nosotros antes, me contestó, con su característico acento holandés: "But you see, Paco, you and I know very well that such quarks do not exist" ("Pero mira, Paco, tú y yo sabemos muy bien que esos quarks no existen"). Claramente, lo que importa no es publicar un artículo, ni hacerlo antes que otros; sino realizar investigación que sea relevante para entender la realidad física. Tini nunca ha sufrido de la incontinencia publicatoria que afecta a tantos profesionales, sino que sus trabajos siempre han presentado resultados relevantes. Es esta actitud lo esencial que un científico debe transmitir: el ambiente que creaba Tini, tanto en nuestro departamento como en el de Michigan, era memorable.
Honradez profesional
Otra característica de Veltman ha sido su honradez profesional. He tenido ocasión de coincidir con él en sesiones del comité de política científica del CERN, y de seguir sus actuaciones en la Universidad de Michigan, o en Madrid.
Siempre ha resistido las tentaciones del politiqueo y ha defendido criterios profesionales. Tampoco le asustaba si sus decisiones eran impopulares, y así, no dudó en asesorar negativamente a la Administración sobre la posibilidad y conveniencia de intentar instalar un acelerador en España. Veltman siempre estuvo dispuesto a colaborar con la universidad, y en general con los científicos españoles: consideraba que esto formaba parte de sus obligaciones. Participó en el Winter Meeting que organizó nuestro grupo experimental, dio conferencias y cursos de doctorado, ayudó con la informática del departamento y, sin duda, hubiera podido contribuir mucho más si se le hubiera pedido. Pero tal vez el mundo académico no supo apreciar lo suficiente su valía: no tenía Tini la actitud pedante ni el estilo pomposo que nuestra sociedad parece esperar de un gran científico.
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