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Juan Goytisolo defiende una estrecha comunión entre autor y traductor

El escritor intervino en las VII Jornadas de Traducción en Tarazona

"Yo creo que entre el escritor y el traductor hay afinidades electivas, sobre todo tratándose de textos literarios, porque traducir un producto editorial, cualquiera puede hacerlo". Juan Goytisolo defiende la afinidad entre el escritor y su traductor como forma de trabajar bien y recuerda que en los últimos 30 años ha trabajado estrechamente con los traductores de su obra. Goytisolo intervino en las jornadas sobre traducción de Tarazona.

Juan Goytisolo abrió el viernes las VII Jornadas en torno a la Traducción Literaria -patrocinadas por la ACE Traductores y CEDRO-, que se celebran en Tarazona (Zaragoza) en la Casa del Traductor, y ayer, como clausura, participó en una mesa redonda con siete de ellos. Goytisolo está convencido de que entre autor y traductor debe haber una estrecha relación. "Mi relación con mis traductores ha dado paso con los años a una estrecha amistad".Convencido de que la tarea de estos profesionales todavía no cuenta en España con el reconocimiento que merece, Goytisolo recordaba en Tarazona su doble condición de escritor traducido y de traductor de Blanco White. Además, Goytisolo demuestra que en su caso sí existe afinidad y hasta simbiosis, por eso habla orgulloso de Aline Schulman, que le traduce al francés "y es la autora de la traducción de El Quijote, el décimo en la lista de ventas, que ha permitido acercarse al público francés a la lectura de la obra de Cervantes", o Claude Bléton, "a quien para probarle le hice traducir el retrato de La Lozana andaluza, y lo hizo de forma tan bella que le di a traducir obras mías".

Con la misma pasión habla de sus traductores al inglés -Peter Bush estuvo con Bléton, Schulman, Dzänil y Kadhim Jihad o Ibrahim el Jatib en la mesa redonda-. Como defensor de este trabajo, Goytisolo casi vive en comunión con ellos. "Me plantean problemas, los discutimos, a veces les incito a tomarse libertades con el texto porque la traducción no siempre es literal".

Y pone un ejemplo: en Las semanas del jardín, el autor emplea el lenguaje del Movimiento y la Falange, pero para pasarlo al francés recomendó usar ejemplos locales, "porque en ocasiones como ésta hay que conceder, como dice Borges, con gran cortesía la palabra al enemigo". Así se hurgó en el lenguaje del régimen de Vichy o el del Frente Nacional de Le Pen. En Inglaterra, Bush recurrió a la prensa de un partido fascista y a frases de Margaret Thatcher, en el árabe la prensa del tiempo del protectorado español entre el 36 y el 39.

"En estos casos no hay que ser fiel a la letra del texto sino al espíritu". Y Goytisolo añade: "Hay que ser también fiel a la prosodia, porque yo, por ejemplo, escribo para un lector ideal que lee el texto en voz alta". Para el autor, "una parte fundamental de la literatura del siglo XX, minoritaria, pero para mí la más significativa, está hecha para ser leída en voz alta. Por ejemplo, Tres tristes tigres, de Cabrera Infante, o Joyce o Celine... El traductor debe hallar el equivalente a este ritmo, requiere una afinidad grande entre él y el autor".

Convencido también de que "todos los grandes traductores son también creadores, traducir a Carlos Fuentes o a Grass es un trabajo de creación enorme".

Goytisolo habló de sus traducciones al árabe, hechas por un iraquí y un marroquí, de su traductor serbocroata, que tradujo El cuaderno de Sarajevo, "un coronel joven cultísimo que me asombró, luego me dijo que había traducido a Genet y había estudiado cine con Godard. Ahora traduce El sitio de los sitios".

Juan Goytisolo espera que sus obras se traduzcan al ruso, pero, hoy por hoy, no lo ve factible. En los próximos meses su obra Las semanas del jardín se editará en francés, inglés y árabe, y el autor repetirá su esquema de trabajo y comunicación con los traductores.

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