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Reportaje:

El renacimiento de un caserío

Mikel Ormazabal

Una simple casa de labranza, abandonada en el olvido durante siglos, ubicada en un pequeño pueblo guipuzcoano -Ezkio-Itsaso cuenta hoy con 538 habitantes-, logró notoriedad a mediados de esta década al descubrirse que es el caserío más antiguo de Guipúzcoa, "el más valioso ejemplar de caserío de madera conservado" en este territorio, según Alberto Santana, experto en arqueología y arquitectura rural. La Diputación de Guipúzcoa lo compró en 1993 para salvaguardar su supervivencia, pues estaba amenazado por la ruina.En estudios posteriores se supo que el caserío Igartubeiti pertenece a la época renacentista, aunque el descubrimiento en su interior de un "fondo de cabaña" demuestra que conserva huellas más antiguas y que por lo tanto se edificó sobre el solar de una vivienda preexistente, "necesariamente anterior al siglo XVI", sostienen los investigadores.

Igartubeiti es un paradigma de la construcción de aquella época, y ha mantenido durante 500 años, con ligeras modificaciones en la fachada, su aspecto original, sobre todo en aquéllo referido a la distribución interna del caserío y su estructura arquitectónica. Por ejemplo, resulta curioso que el caserío perviviera durante todo este tiempo sin cuarto de baño, lo que también le confiere un carácter singular. Está dotado de un enorme lagar de sidra y posee un gran valor por el peculiar ensamblaje de las maderas de roble que sirven para sostener y dividir todo el entramado interior.

La biografía del caserío Igartubeiti ofrece multitud de curiosidades acerca de los pobladores que moraron en él, desde los "orgullosos" Iartu de los últimos siglos medievales, los Elizalde del siglo XVI, los "acomodados" Kortaberria de principios del XVII, los "emprendedores" Arregi que les sucedieron durante 200 años, hasta los Mendiguren, que fueron los últimos inquilinos.

De los estudios realizados afloró que bajo el techo del Igartubeitu vivió hacia 1383 un grupo de hijosdalgo que obligó a la corona de Castilla a fundar Villarreal de Urretxu, hoy localidad vecina que se hace denominar sin referencias monárquicas. Antiguos ocupantes de esta casa desempeñaron cargos municipales relevantes, participaron en alardes de compañías armadas y siempre mantuvieron el privilegio de gobernar las tierras más ricas. La historia del caserío Igartubeiti se ramifica pues en el orden arquitectónico y en el histórico, motivos por los que la Diputación guipuzcoana decidió restaurarlo en 1995. Se desmontó una pieza tras otra y se reconstruyó respetando fielmente su fisonomía inicial. Las últimas labores de acondicionamiento consistirán en la "organización del espacio interior", afirmó ayer la portavoz foral, Koruko Aizarna.

El nuevo caserío Igartubeiti estará abierto al público en la próxima primavera, una vez acabados todos los trabajos, cuyo coste rondará los 100 millones de pesetas. Su destino será ser sede de un museo de sitio dedicado al propio edificio y a la exposición rigurosa de un modelo de vida rural vasca del pasado.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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