La Tierra pierde cada año 11,2 millones de hectáreas de bosques vírgenes
Greenpeace acusa a las compañías madereras de ser el principal agente de destrucción
La Tierra pierde cada año 11,2 millones de hectáreas de bosque virgen, una superficie similar a la de Andalucía y Comunidad Valenciana juntas. El ritmo de destrucción es muy superior al de recuperación -cada dos segundos se pierde una superficie como la de un campo de fútbol- lo que explica que sólo quede vivo el 22% de los bosques originarios del planeta. Greenpeace presentó ayer en 16 países, incluida España, el informe Comprando destrucción, en el que acusa a 150 madereras de amenazar la supervivencia de 80 millones de hectáreas de bosque virgen.
El informe de la organización ecologista está dirigido a las empresas consumidoras de productos forestales, y pretende sensibilizarlas sobre su parte de responsabilidad en la destrucción de los bosques primarios que quedan en el mundo, el último reducto de la superficie forestal que se formó después de la última glaciación, hace 8.000 años.Las compañías madereras, responsables de la extracción, fabricación y distribución de la madera, aparecen en el estudio de Greenpeace como la principal amenaza para las fronteras forestales, por estar presentes en el 72% de la superficie de bosque virgen amenazada. Otros peligros son la minería, el desarrollo de infraestructuras y la expansión agrícola.
Mario Rodríguez, corresponsable de bosques de Greenpeace en España junto a Miguel Ángel Soto, declara que "las empresas que importan madera deben ser las primeras en preocuparse por el origen de lo que compran, si no quieren quedarse sin materia prima y sin mercado". Sin embargo, Rodríguez reconoce que no siempre es fácil averiguar de dónde procede la madera, si se corta o no legalmente o quién la suministra: "La falta de transparencia de la industria forestal convierte en prácticas generalizadas la producción y el transporte ilegal".
El Gobierno brasileño reconoce que el 80% de la madera que se extrae de la Amazonia se corta sin permiso, mientras que la corta ilegal en Rusia asciende al 20%, según los datos de Soto.
El futuro que describe el informe no es muy esperanzador. Entre 1990 y 1995 se perdió siete veces más superficie de bosque virgen de lo que se recuperó o se plantó; cada año se exportan 359 millones de metros cúbicos de madera y sus derivados; y, según datos de la Organización de la Alimentación y la Agricultura (FAO), se espera que para el 2010 el consumo de madera crezca en un 26%.
Consumo responsable
Con estos datos, la madera de calidad que procede de los bosques vírgenes que quedan en el mundo, parece condenada a desaparecer. La organización ecologista considera que la principal esperanza de conservación está, curiosamente, en el último eslabón de la cadena de destrucción: los consumidores.La presión de los consumidores sobre la industria forestal para que ésta garantice mediante certificados independientes el respeto por el medio ambiente y la gestión sostenible de los bosques será determinante en los próximos años.
El certificado que concede el Consejo de Administración Forestal (FSC) es un ejemplo de lo que deberán exigir los consumidores algún día al adquirir sus muebles. Sin embargo, la falta de información provoca que de momento sea muy poco lo que pueden hacer. Por ejemplo, no hace falta adquirir una librería de caoba para contribuir a la destrucción de especies amenazadas; una compra en apariencia tan inocente como la de un tablero de okume para trabajos manuales también perjudica a los bosques vírgenes. El okume, lo mismo que la caoba, el sapelli, la jatoba o la teca, es una más de las muchas especie árboreas procedentes de bosques en peligro que se importan en España en gran cantidad. Rodríguez recomienda preguntar y, ante la duda, no comprar.
El estudio de Greenpeace resume 10 años de trabajo en 11 países que contienen el 77% de los bosques vírgenes del mundo. Canadá, Rusia y Brasil cuentan con las mayores fronteras forestales. Pese a que son 150 las madereras responsabilizadas de gran parte de la deforestación, la mayoría del comercio está en manos de un reducido grupo de grandes multinacionales. De las 20 empresas que más destrucción causan en los bosques vírgenes, siete son de Canadá, cuatro de Malaisia, tres de Francia, dos de Estados Unidos y el resto pertenecen a Japón, Alemania, Suecia, Finlandia y Singapur.
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