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La mujer asesinada en Benalmádena a la Policía en enero: “No me deja en paz”

Catalina y su agresor llevaban separados seis meses cuando, el pasado enero, le denunció. Entonces contó que no la dejaba tranquila y que aunque nunca le había denunciado, la maltrataba

Agentes del grupo de la Científica de la Policía Nacional retiran pruebas y efectos personales del interior de la vivienda en Benalmádena (Málaga) donde el pasado domingo un hombre asesinó a su expareja. Foto: Esther Gómez (EFE) | Vídeo: EPV
Isabel Valdés

El 20 de enero, un vecino de Benalmádena pueblo (Málaga) llamó a la Policía. Algo pasaba en una casa de dos plantas cercana a la suya. Era la casa de Catalina, la mujer asesinada este domingo por su expareja. Ese lunes, la Policía Local acudió a la llamada y, tras valorar la situación, avisaron a la Nacional. Según fuentes cercanas a la investigación, a esos agentes Catalina les contó que no lo había denunciado nunca, pero que ese hombre la maltrataba, que hacía seis meses que se habían separado y que desde entonces “no la dejaba en paz”. Llevaban 11 años juntos. Tenían tres hijos en común, dos niñas de 7 y 9 años y un niño de 11. Con ellos vivía también el primer hijo de ella, de una relación anterior, que este año cumplirá 19.

En ese momento, la Policía redacta un atestado, abre una denuncia de oficio, da de alta a Catalina en el Sistema VioGén, el de seguimiento de las víctimas de violencia machista, con un nivel de riesgo medio, y acude al juzgado para poner en conocimiento de la jueza correspondiente lo que estaba pasando. Ya martes 21 de enero, en lo que se llama coloquialmente juicio rápido pero técnicamente es un procedimiento de medidas cautelares, tanto Catalina como la Policía solicitan medidas de alejamiento. Y fue ese mismo martes cuando la magistrada las denegó (y no hace una semana, como en un primer momento se trasladó a los medios).

La jueza, tras interrogar a la víctima y al presunto agresor, concluye que se produjo un episodio de violencia, que él le levantó la mano sin llegar a pegarle, y que existen “versiones contradictorias” entre ambos sobre los insultos, las amenazas y las coacciones que la mujer relata no solo del día anterior, sino de otras ocasiones previas, antecedentes de violencia que coinciden con ese “no me dejaba en paz” que contó a la Policía el día anterior.

Lo que no constata la jueza, sin embargo, es una situación de riesgo objetiva para la víctima, lo hace en base a las declaraciones de Catalina y las de su expareja, y apoyándose en “el riesgo medio” de la valoración policial que se había hecho. Por tanto, no detiene al hombre, y estima que no proceden ni medidas cautelares penales, ni por lo tanto, civiles. Procesa la causa por un delito leve de vejaciones, coacciones, y amenazas, que queda a la espera de juicio, como este lunes informó Lorenzo del Río, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía tras la polémica generada por la decisión judicial.

Catalina sigue entonces dentro del sistema VioGén con ese nivel de riesgo, que supone, según el protocolo policial y entre otras medidas, la “vigilancia ocasional y aleatoria en domicilio y lugar de trabajo de la víctima” o “el acompañamiento a la víctima en actuaciones de carácter judicial, asistencial o administrativo, cuando se considere que puede existir algún tipo de riesgo para la propia víctima”.

Y pasan así 13 días, hasta el lunes 3 de febrero. Entonces, la Policía, según las mismas fuentes cercanas a la investigación, se pone en contacto con el juzgado para preguntar en qué había quedado el caso, antes de tomar ninguna decisión respecto a Catalina. El juzgado les comunica que se rechazaron las medidas de protección y que está a la espera de juicio por coacciones, amenazas y un delito leve de vejaciones, y es cuando ella pasa a estar en el sistema como “caso en inactivación supervisada”.

Una modalidad dentro del sistema creada el año pasado por Interior que establece mecanismos de control policial durante un período de entre 6 y 12 meses (prorrogables) e impide la inactivación completa en casos de alta complejidad o en los que se detecta un riesgo cualificado ―como puede ser la presencia de menores, que añade vulnerabilidad―, y fue una modalidad creada, precisamente, para evitar que de forma prematura casos como el de Catalina quedaran fuera del radar institucional por completo.

Aún así, seis días después, la madrugada de este pasado domingo, ese hombre, volvió a la casa de Catalina, en la que, según las mismas fuentes y según lo que conocen hasta ahora del caso, no vivía desde que se separaron. Se desconoce todavía a qué hora llegó, cómo entró y qué sucedió. Lo que sí se sabe es que entre las cinco y las cinco y media de la madrugada de este pasado domingo, uno de los hijos de Catalina, el de 11 años, llamó a Emergencias.

Incendio en la casa

Fue una de las múltiples llamadas que el servicio estaba recibiendo por un incendio en esa casa. Porque el hombre, también según las primeras investigaciones, prendió fuego a la casa tras asesinarla. Agentes de la Policía Local, los primeros en llegar, se encontraron fuera de la vivienda al agresor, de origen nigeriano y 42 años, y a los cuatro hijos de Catalina. Dentro, el cadáver de ella, española, 48 años. Detuvieron al hombre y tanto los menores como el adolescente quedaron a cargo de un familiar. Aún a última hora de este lunes no había trascendido la causa de la muerte.

El domingo, de forma espontánea, vecinos y vecinas de la localidad se concentraron en reacción al asesinato. Y este lunes, y justo ante del pleno extraordinario convocado con motivo de este asesinato, ya con las banderas a media asta por el día de luto decretado, hubo un minuto de silencio frente a las puertas del ayuntamiento de Benalmádena a la que volvieron a asistir vecinas y vecinos de la localidad, gran parte de la corporación municipal, representantes políticos andaluces, y también mandos de Policía Nacional, Local, y Bomberos. Y durante el pleno, se aprobó un manifiesto de repulsa al crimen.

Concentración espontánea de vecinos de Benalmádena este pasado domingo.
Concentración espontánea de vecinos de Benalmádena este pasado domingo.Carlos Díaz (EFE)

Un manifiesto únicamente no apoyado por Vox, que se abstuvo. Y un manifiesto en el que se insistía en que el asesinato de Lina, como era conocida por sus vecinos y amigos, “no es un hecho aislado”. Catalina es la segunda mujer asesinada por su pareja o expareja en lo que va de año, y la 1.295 desde que arrancó la estadística oficial, en 2003. Sus hijos, los menores ―los mayores de edad no entran en la estadística―, se han sumado a los 471 menores que ya se contabilizan oficialmente como huérfanos por violencia machista desde que empezó este conteo, en 2013.

Este martes, la Plataforma contra las Violencias Machistas Violencia Cero ha convocado una concentración en la plaza de la Constitución de Málaga a las 19.00 para condenar el asesinato. Este formará parte de la próxima comisión de investigación de los crímenes machistas, entrará a formar parte de la estadística entre aquellos en los que las instituciones conocían la violencia que se estaba produciendo y que, sin embargo, en algún momento la cadena falló en su protección a la víctima; y en este caso, como en otros, también a sus hijos.

El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.
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