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La empresa que gestiona la central de Tokaimura reconoce graves negligencias

Durante cuatro años operó sin plan de emergencia y sin cumplir las normas de seguridad

La empresa JCO, que gestiona la central nuclear de Tokaimura, la ciudad de Japón que el pasado jueves fue escenario del más grave accidente relacionado con la energía atómica de este país, reconoció ayer haber operado durante los últimos cuatro años con unas "normas que no cumplían con las obligaciones legales". Según admitió un portavoz de JCO, esta empresa cambió el procedimiento de explotación sin informar de ello al Gobierno. La policía japonesa inició ayer una investigación a gran escala para determinar las responsabilidades del siniestro.

"La empresa ha funcionado durante cuatro años con normas que no cumplían con la legalidad", declaró ayer Hideki Motoki, un representante de JCO, la empresa que gestiona el centro de reprocesamiento de uranio de Tokaimura al subrayar que, sin embargo, no se puede probar que hayan sido estas "desviaciones del procedimiento" la causa del accidente que el pasado jueves provocó una reacción nuclear en cadena incontrolada que mantuvo en vilo el país durante casi veinte horas, afectó a 49 personas -tres de las cuales siguen en estado grave- y obligó a la evacuación de 150 habitantes que viven en un radio de 350 metros de la planta que no se atrevieron a volver a sus hogares hasta ayer.Las declaraciones de Motoki coinciden con la decisión gubernamental de poner en marcha una investigación para determinar las responsabilidades del accidente de la planta que, desde un primer momento, fue atribuido a un fallo humano. Ayer, expertos de la Agencia para la Ciencia y la Tecnología realizaron registros tanto en la sede de JCO en Tokio como en la planta de Tokaimura, y requisaron numerosos documentos.

Lo que el Gobierno pretende determinar es si dicho fallo constituye un episodio aislado o se enmarca en una sistemática violación de las normas de seguridad por parte de la empresa. Según las autoridades, los primeros indicios apuntan a la segunda hipótesis.

La culpa del Gobierno

JCO reconoció ayer que el procedimiento que seguía para procesar el combustible nuclear correspondía a un manual interno que había modificado los criterios establecidos por la ley que regula las instalaciones y los reactores nucleares. Uno de estos cambios realizados sin consultar a las autoridades competentes, tuvo como fin establecer el uso de contenedores de acero inoxidable de 10 litros de capacidad para la manipulación de uranio enriquecido. "Los contenedores de acero inoxidable son fáciles de usar", dijo Hyrouki Ogawa, un ejecutivo de JCO al añadir: "cuando se mezcla el óxido de uranio con el ácido nítrico en un contenedor de acero inoxidable se produce un gas tóxico y se crean problemas de seguridad. Aunque la compañía hubiera presentado una solicitud de revisión del manual de operaciones, no se hubiera aprobado".Sin embargo, parte de las responsabilidades del siniestro -que ha provocado una quiebra de la confianza de la opinión pública japonesa en la energía nuclear-, también apuntan al Gobierno y la falta de control sobre la industria de los combustibles nucleares. Las acciones de Sumitomo, matriz de JCO han bajado un 19%.

El director de la Agencia de Ciencia y la Tecnología, Akito Arima reconoció ayer que el accidente había puesto en evidencia un fallo en la seguridad nuclear del país. "Tenemos que tener en cuenta la posibilidad de que los operadores no respeten los procedimientos y tenemos que revisar el funcionamiento de todas las instalaciones nucleares e introducir programas de formación para todos los empleados", dijo.

El Gobierno japonés, que ya ha admitido su culpa al haber subestimado la gravedad del accidente y no haber reaccionado con la debida eficacia, podría tener que enfrentarse a acciones legales por haber autorizado la creación de la planta de Tokaimura en 1993 sin haber exigido la implantación de un dispositivo para hacer frente a un aventual accidente como el ocurrido el pasado jueves. Fuentes sanitarias aseguraron ayer que una de las víctimas de las radiaciones cuyo estado es más grave, el operario Hisashi Ouchi, de 35 años, deberá ser sometido el próximo miércoles a una transfusión de células sanguíneas para activar su producción de sangre, pues su número de linfocitos ha caído hasta el nivel cero.

Radiaciones fatales

Ouchi recibió una radiación de 17 sieverts (medida de las dosis de radiactividad en el ser humano) en el momento del accidente, nivel que es 17.000 veces superior al que una persona recibe de forma natural durante un año en condiciones normales. Una dosis de cuatro sieverts puede resultar fatal en pocas semanas.Ninguno de los tres trabajadores más afectados por las radiaciones tenía experiencia en el manejo de uranio enriquecido al 18,8%, un producto que sólo se utiliza en reactores experimentales - en las centrales nucleares el uranio enriquecido alcanza un máximo del 5%. Este uranio enriquecido al 18,8%, que los tres estaban manipulando en el momento del siniestro, es "especialmente rico, activo y peligroso", según dijo ayer un portavoz de Mitsubishi Nuclear Fuel, una de las empresas competidoras de JCO al subrayar que el riesgo asociado con este producto debería haber obligado a la planta de Tokaimura a tener unas medidas de seguridad más severas que otras instalaciones nucleares.

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