Antonio Banderas debuta como director con una película sobre la América profunda
El actor declara que 'Locos en Alabama' pretende reflejar el sueño y la pesadilla en EE UU
No hubo muchos aplausos al final del pase especial para la prensa de Locos en Alabama, la película con la que Antonio Banderas (Málaga, 1960) debutó ayer como director nada menos que en la sección oficial de esta 56ª Mostra de Venecia. Lo que no significa que su presencia -siempre cordial, siempre acompañado por su mujer, Melanie Griffith, protagonista del filme- no haya sido todo un acontecimiento en el festival. El actor malagueño comentó que ha intentado reflejar el sueño, pero también la pesadilla, de un país como Estados Unidos, donde vive desde hace varios años.
La pareja Banderas-Griffith llenó la sala de prensa ayer, especialmente de cámaras de televisión y fotógrafos ansiosos de retratarlos juntos. Ella, rubia casi explosiva, enfundada en un pantalón negro y un top del mismo color. Él, vestido sencillamente, con una camisa marrón y un pantalón caqui, calzado con zuecos marrones, dispuesto a afrontar la platea. Lo primero que el actor malagueño quiere dejar muy claro es que el salto que ha dado, de situarse delante de la cámara de cine a tomar el timón de la filmación desde detrás, no ha sido tan grande como puede parecer. "Después de 52 películas me siento como pez en el agua, porque es la parte en la que más me he movido. Además, he sido muy curioso, he preguntado mucho a los directores, sobre todo desde el momento en que supe que quería contar historias desde mi propio punto de vista". Quizás este punto de vista propio sea lo menos claro de Locos en Alabama, una película basada en la novela del mismo título de Mark Childress, que cuenta una doble historia, la de un ama de casa de Alabama con siete hijos que tras matar al marido que la maltrataba huye en coche hacia California para alcanzar su sueño de convertirse en actriz y la del movimiento a favor de los derechos civiles de los negros en ese Estado del Sur, particularmente racista. Nada más alejado de la experiencia de este malagueño de 39 años que es Antonio Banderas. ¿Por qué debutar precisamente con esta historia? "Desde que leí la novela, me fascinó. Y yo tengo que apasionarme con las cosas que hago; no puedo meterme de cabeza en un proyecto si no lo siento directamente en el corazón, y eso es lo que me pasó con Locos en Alabama. Todo está relacionado con nuestra compañía de producción. Desde que la creamos hemos abierto un espacio alternativo, porque no vivimos dentro de lo que son los grandes estudios de Hollywood y las películas que nos ofrecen son éstas. Locos en Alabama tiene precisamente la carga social y política que a mí me interesaba".
Dos planos de narración
Mezclar dos planos de narración, uno un poco grotesco como es el personaje de Melanie Griffith y sus peripecias y otro extremadamente duro como es la represión que sufren los negros en la Alabama de la época no ha sido, por lo que parece, una dificultad insalvable para Banderas. "Muchos directores rechazaron antes esta película precisamente por esa complejidad. Pero eso era lo que a mí me tentaba, hacer las dos historias juntas, porque esas dos historias paralelas representan el mundo del sueño americano y el mundo de la pesadilla americana". El resultado es una película americana hasta el tuétano, donde ondean la bandera nacional y los valores que ha exaltado siempre la filmografia estadounidense, Hollywood incluido: libertad, heroísmo, defensa de los débiles, etcétera. Una película en la que hay seguramente mucho del estilo de algunos de los directores con los que Banderas ha trabajado en su larga carrera de actor, como Alan Parker, Neil Jordan y ¿Almodóvar? "Seguramente hay algo de Almodóvar también en esta película. He trabajado nueve años con él, hemos hecho juntos cinco películas; es normal. Creo que uno se apoya siempre, en líneas generales, en otros artistas para crear arte. No creo que, a estas alturas ya, haya nadie que se apoye en la vida real; ni siquiera esos directores de la Mostra, el director iraní... Todos tienen un modelo. Lo que pasa es que yo no soy consciente de cuáles puedan ser los modelos que yo he podido seguir".
De la tarea de dirigir actores, Banderas parece saberlo todo ya. Con Melanie, la "experiencia ha sido estupenda", aclara, y prácticamente el único hueso duro con el que ha tropezado ha sido precisamente la edición final del filme. "Es lo que más difícil me resultó, porque tuve que aprender a no tener piedad, fundamentalmente con mi propio trabajo. Planos que había programado con anterioridad, que había rodado con una idea especial, de repente no tenían sentido en el contexto de la historia, y es doloroso tener que arrancarle trozos a la propia película".
Aunque admite que leerá con avidez las reseñas de la prensa, Banderas no parece angustiado por los riesgos asumidos al dirigir su primera película. "Lo peor que me podía haber pasado con Locos en Alabama es que me dijeran "macho, actúa", sigue tu carrera haciendo lo que has hecho hasta ahora. El riesgo habría sido mayor si hubiera sido la dirección mi profesión única. Entonces habría sido más duro asumir las dificultades de hacer una historia que es compleja y que además tiene una pátina muy naïf; toda la historia está contada casi como un cuento".
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