Los sismólogos dicen que existe el riesgo de otro gran temblor

Los principales sismólogos internacionales dan la razón a la gente que se arracima temerosa en las calles, plazas y parques de la ciudad de Atenas: existe peligro de otro terremoto. La tierra bajo las zonas sísmicas de Grecia y Turquía se está fraccionando, aseguró ayer James Jackson, sismólogo del departamiento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cambridge. "Es como una fractura en un trozo de cristal. Si la mueves, desplazas toda la presión al otro extremo, por lo que es más fácil que se quiebre allí. Si ésta falla se va a mover mañana, en 10 o 100 años, no es fácil de predecir", añadió. Jackson sostiene que Estambul, que descansa al oeste de la zona donde se produjo el gran terremoto del 17 de agosto, se halla en estos momentos bajo una considerable presión. "Estamos preocupados por la región de Estambul", admitió. La falla al este de la ciudad se ha movido tras una serie de terremotos ocurridos entre 1939 y 1967 y el de 1999, y es probable, añade Jackson, que Estambul sea la siguiente.

El investigador sismológico Ronald Arvidsson, del Intituto Uppsala de Suecia, asegura que también Atenas, que sufrió el terremoto del martes, se encuentra en peligro. "Todavía existe el riesgo inminente de otro gran terremoto. Lo sabemos desde el punto de vista histórico. La última vez que Atenas sufrió una sacudida de importancia, en 1981, tuvo después otros tres de un magnitud entre 6,4 y 6,7 en la escala de Richter. Eso sucedió en el espacio de una semana y media".

Arco sismológico

El arco sismológico que une Grecia con Turquía va desde Creta, en el extremo sur, hasta Bulgaria, en el norte. Es un área que se encuentra atrapada entre la placa tectónica africana y la asiática. La zona fracturada, que Arvidsson denomina la placa Anatolia-Egeo, se está deformando de manera activa y desplazándose en dirección a otras placas, con lo que se crea una enorme presión. Sin embargo, tanto Jackson como Arvidsson consideran que los terremotos de Grecia y Turquía no están relacionados, aparte del efecto psicológico que han producido en la gente.

Dos grandes terremotos han asolado esa parte del mundo en tres semanas, causando la muerte de más de 15.000 personas. El primero ocurrió el 17 de agosto en Turquía; el segundo, el 7 de septiembre en Atenas. El seísmo griego no resultó tan destructivo porque fue 100 veces menor que el turco. Medido con un 5,9 en la escala abierta de Richter, fue inferior en magnitud al de 7,4 que azotó a su vecino y rival político. "Lo que determina el tamaño de un terremoto es la longitud del movimiento de la falla", dice Jackson. "En el caso griego, allí no existen fallas largas".

Otro factor, según los sismológos norteamericanos, es la profundidad del seísmo: si éste se halla próximo a la corteza terrestre, como sucedió el martes en Atenas, el espacio a recorrer es menor, lo que limita su fuerza.