Rusia se refuerza con nuevo armamento iraní y norcoreano mientras Ucrania insiste en poder atacar en suelo ruso
Kiev se impacienta por el veto de Washington a atacar con misiles de largo alcance en objetivos alejados de la frontera
No hay día que Volodímir Zelenski y su Gobierno no presionen en público y en privado a Joe Biden para que apruebe que Ucrania ataque objetivos en suelo ruso con misiles de largo alcance aportados por la OTAN. Mientras el líder ucranio se desgañita para que el presidente estadounidense acepte cruzar esta línea roja, Moscú ha reforzado su ofensiva con armamento suministrado por Corea del Norte e Irán.
Kirilo Budánov, jefe de los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa ucranio, afirmó el sábado que las nuevas entregas de munición de artillería norcoreana para las tropas rusas están siendo una ayuda decisiva para el avance del invasor en múltiples frentes de la provincia de Donetsk. “Corea del Norte aporta enormes cantidades de proyectiles de artillería, que son críticas para Rusia”, explicó Budánov durante una conferencia en Kiev, “y como jefe de inteligencia puedo decir que el hecho de que estén suministrando misiles balísticos es un contratiempo, pero no lo hacen en una cantidad significativa. Pero en lo que concierne a la munición, esto es crítico. Desafortunadamente, no podemos hacer nada por el momento”.
Corea del Norte cuenta con ingentes cantidades de munición de uso para la artillería de origen soviético como la que utiliza Rusia. El presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, han intensificado este 2024 los lazos comerciales y militares. Serguéi Shoigú, jefe del Consejo de Seguridad de Rusia, visitó la semana pasada a Kim en Pyongyang, y este martes el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, se ha reunido con su homóloga norcoreana, Choe Son-hui, de visita en Rusia.
Budánov se refería también a los cohetes norcoreanos Hwasong-11 identificados en el arsenal ruso. Cuatro de estos misiles fueron reconocidos en un bombardeo contra la capital del 18 de agosto. En ocasiones anteriores ya se habían encontrado restos de este armamento, pero en el caso del 18 de agosto eran cohetes fabricados este año, según reveló el diario The New York Times. El Hwasong-11 es un misil de largo alcance con una capacidad de vuelo de 700 kilómetros.
De menor alcance, de 120 kilómetros, son los Fath-360, unos misiles balísticos de producción iraní que tanto Estados Unidos como el Reino Unido y la Comisión Europea dan por hecho que Teherán ha entregado este septiembre a Moscú. Sky News informó de que Rusia podría haber recibido más de 200 Fath-360. Tanto el Kremlin como el régimen de los ayatolás han negado que sea cierto. De momento, no se ha identificado el disparo de estos cohetes en suelo ucranio. Expertos en defensa ucranios han subrayado que los Fath pueden ser especialmente útiles para golpear desde suelo ruso objetivos cercanos al frente.
Los Fath-360 serían la segunda aportación significativa que ha hecho Irán a la invasión rusa de Ucrania tras el uso masivo de sus drones bomba Shahed. El ejército ruso utiliza ahora varias adaptaciones de los Shahed de producción propia. Este martes Shoigú se ha reunido con el presidente de Irán, Masud Pezeshkian, que según medios estatales le ha trasladado que las relaciones entre Teherán y Moscú se desarrollarían de “forma continua y duradera”.
Problemas de suministro
La alianza de Rusia con Irán y Corea del Norte coincide con nuevos problemas de suministro de armamento occidental para Ucrania, según alertó el domingo Zelenski. El presidente reveló en la CNN que esperaban provisiones para rearmar a 14 brigadas, pero a duras penas han podido preparar a cuatro de ellas. Zelenski subrayó que deben contar cada vez más con reforzar la producción propia de armas, en concreto de drones.
El propio Zelenski fue quien anunció en agosto que habían sido probados con éxito un nuevo misil balístico de producción ucrania y un dron-misil. Su Ministerio de Defensa había metido en escena en 2023 una adaptación del misil antibuque Neptune para golpear objetivos terrestres. Las propias autoridades ucranias admitieron que la capacidad de producción de estos cohetes era limitada por la falta de recursos y el riesgo de ataque ruso.
El asesor de Zelenski para la industria militar, Oleksandr Kamyshin, aseguró el 14 de septiembre a la agencia AFP que su país necesita 20.000 millones de dólares (casi 18.000 millones de euros) para trabajar a pleno rendimiento, pero que solo cuentan en el presupuesto público con 7.000 millones. El ministro de Defensa danés, Troels Lund, afirmó también este fin de semana que 18 obuses de producción ucrania Bogdan han entrado en servicio en los dos últimos meses gracias a la financiación de su Gobierno.
Largo alcance
Pero lo que Zelenski considera más urgente es recibir el visto bueno de Biden para utilizar misiles de largo alcance de la OTAN contra objetivos militares dentro de Rusia. Washington ha permitido hasta ahora que su tecnología de guerra sea utilizada en regiones fronterizas, también en la incursión ucrania en la provincia de Kursk, pero el presidente estadounidense todavía sopesa su decisión. Dentro de su Administración hay división de opiniones, según coinciden las informaciones de los principales medios estadounidenses. El propio Putin ha advertido de que golpear en territorio ruso lejos del frente con armamento de la OTAN sería una declaración de guerra.
El presidente ucranio volvió a incidir el domingo en la cuestión después de que cuatro bombas de precisión aéreas cayeran en zonas civiles de la ciudad de Járkov. El Gobierno y el ejército ucranio insisten en que deben poder destruir a la aviación rusa que dispara contra su país a cientos de kilómetros de distancia. “Cada ataque, cada muestra del terror ruso, demuestra que la capacidad del largo alcance es necesaria”, dijo Zelenski en un mensaje de vídeo publicado el domingo: “Esperamos decisiones sobre ello, especialmente de Estados Unidos, del Reino Unido, Alemania e Italia. La decisión de cada uno puede salvar vidas”.
Zelenski incluso dio a entender en una conferencia del 13 de septiembre que de esta decisión depende el futuro de la guerra: “Necesitamos suficiente largo alcance para cambiar el curso de la guerra y forzar a Rusia a negociar la paz”. El líder ucranio considera que un arsenal de misiles de largo alcance puede ser un activo de disuasión para que Rusia se retire de los territorios ocupados en Ucrania.
El Gobierno británico ha enviado señales de ser proclives a que sus misiles Storm Shadow puedan dispararse contra objetivos dentro de Rusia, aunque esperan a la decisión de Washington. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, se mostró partidaria el lunes de dar luz verde a la petición ucrania en una rueda de prensa junto al primer ministro británico, Keir Starmer. Italia ha suministrado unidades de Storm Shadow a Kiev. Francia, que participa en la producción y entrega a Ucrania de los misiles Scalp —variante de los Storm Shadow—, ha evitado posicionarse. El canciller alemán, Olaf Scholz, sí ha dejado claro que no entregará sus cohetes de largo alcance Taurus y que bajo ningún concepto quiere que el armamento alemán se utilice en suelo ruso.
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