El homenaje de Madrid a Fosforito
Fosforito no cantó esta noche segunda de su homenaje. No pudo. Pero el guión se cumplió satisfactoriamente. Hasta la lluvia hizo acto de presencia, convocada por el cante siguiriyero, excelente, de Juanito Villar. Después hubo dos cantaores más obligados a compartir protagonismo con chaparrones intermitentes aunque no de gran calibre, pero que tuvieron al personal yendo y viniendo a refugiarse donde podía para no mojarse. Sin embargo, hubo pocas deserciones, la verdad sea dicha, porque las nubes no acababan de apretarse en un cuerpo cerrado y el personal no quería perderse un programa que le seducía. Acertó el público al quedarse -dicen que el público siempre tiene ra-zón-, pues cuando salió La Cañeta de Málaga parece que los cielos se contagiaron de la alegría de esta mujer y pudimos disfrutar de su arte incomparable sin nuevos agravios meteorológicos.
Homenaje a Fosforito (2)
Guitarra en concierto: Enrique de Melchor. Cante: El Veneno, Juanito Villar, El Yunque, Pansequito, La Cañeta, Juan Salazar. Toque: Antonio Soto, Niño Jero, Diego Amaya. Baile: Inmaculada Aguilar. Conde Duque. Madrid, 4 de septiembre.
Lo de La Cañeta fue una fiesta, como siempre. Esta mujer lleva en el cuerpo una capacidad ilimitada para plasmar flamencamente lo que es la celebración gitana en su más jovial y comunicativa expresión. Viéndola, y oyéndola, es difícil permanecer indiferente, porque transmite raudales de simpatía y gracia en generoso derroche.
Antes habíamos oído el concierto de guitarra de Enrique de Melchor, brillante como en él es costumbre, y por primera vez en Madrid el cante de Antonio Porcuna, El Veneno, un cantaor cordobés que acaba de ganar premios tan importantes como la Lámpara Minera de La Unión y la Cabria del cante por tarantas de Linares. Y dos cantaores más, tan serios y estimables como Ricardo Losada, El Yunque, y Pansequito, quienes mantuvieron la línea de exigencia que marcó todo el concierto. Por fin, el baile por soleá de Inmaculada Aguilar, que cerró la noche y el homenaje al maestro Fosforito.
Babelia
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