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Saura elige Montreal para el estreno mundial de "Goya en Burdeos"

La crítica aplaude la última obra del autor de "Pajarico"

Carlos Saura no suele abandonar sus proyectos. Detrás de Goya lleva toda una vida. El fruto de sus investigaciones y de su imaginación, Goya en Burdeos, protagonizada por Paco Rabal, se presentó ayer en la competición oficial en Montreal. El público que asistió a la primera proyección, principalmente críticos, acogió con grandes aplausos la obra que su autor considera subjetiva y experimental.

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"He tratado de entender a un hombre del que apenas se conoce su vida, sus contradicciones, sus grandezas, sus miserias. Intento reflejar los pensamientos de una mente envejecida y confusa, y a la vez lúcida, la de un hombre de 82 años marcado, según le veo yo, por tres mujeres: su amante Leocadia, su hija Rosario y sobre todo el fantasma de la duquesa de Alba". Carlos Saura (Huesca, 1932) resume así el espíritu de Goya en Burdeos, una película que considera, desde el punto de vista estético, consecuencia de Tango. La competición oficial en el festival de Montreal ha sido el marco para su estreno mundial. "Entre Vittorio Storaro y yo hemos seguido experimentando con enormes paneles de plástico, proyecciones, paredes falsas, luces y colores... Un 98% del rodaje se hizo en un estudio. Todo tiene una concepción muy pictórica, entre la realidad y lo teatral. El montaje se parece un poco al de una ópera. Lo que está claro es que he huido del costumbrismo".

Storaro y Rabal

La necesidad de contar de nuevo con el director de fotografía italiano era tan imperativa como que Paco Rabal debía ser Francisco de Goya. "He escrito el guión pensando en él y ahora me pasa una cosa curiosa, no puedo ver al pintor aragonés sin ver a Paco. Es un actor listo, camaleónico, intuitivo. El truco de que imitara a Luis Buñuel, sin exagerar, para parecerse a Goya ha funcionado. Creo que está espléndido". En esta ocasión ninguno de los actores ha podido acompañar a Saura a Montreal. Rabal está rodando en Portugal y Maribel Verdú (la duquesa de Alba) contrajo matrimonio civil con el productor Pedro Larrañaga la víspera del estreno en el festival. A pesar de las ausencias, Saura se ha sentido en todo momento arropado por el público de Montreal. Aquí recibió en 1997 el premio al mejor director por Pajarico. Y aquí, de nuevo, recibió ayer los aplausos de las más de mil personas que abarrotaban la sala de proyección.

Si hay algo que el director ha echado de menos en este trabajo es la presencia de su hermano Antonio, fallecido poco antes de empezar el rodaje. De hecho el filme está dedicado a él. "Iba a ser mi asesor y teníamos pensado todo un trabajo sobre los aspectos técnicos de la pintura, cómo se mezcla, cómo se dan los fondos... Sin mi hermano me sentía inseguro para ahondar en esa faceta y hasta lo consideraba una traición".

A sus 67 años Carlos Saura cree que aún le queda mucho por ver y aprender. "Siempre que me dicen eso de que con la edad se es más sabio me acuerdo de un dibujo que hizo Goya en Burdeos en el que se ve a un viejo con la barba muy larga apoyado en un bastón y debajo se puede leer: todavía aprendo. Así creo yo que es la vida, sobre todo si tienes la cabeza en movimiento. Físicamente está claro que estoy más viejo, pero, qué le vamos a hacer".

Sin embargo a juzgar por su ritmo de trabajo cualquiera diría que Saura ha perdido facultades. Está sopesando un proyecto para rodar en Inglaterra con Andrés Vicente Gómez, productor de Goya en Burdeos, también tiene entre manos una película sobre Luis Buñuel en la que contaría con el escritor Agustín Sánchez Vidal, "algo muy disparatado y aventurero" y a finales de año se publicará una versión novelada de Esa luz, un guión sobre la guerra civil que no termina de encontrar productor.

"Parece que cuando les presentas una novela se animan más fácilmente, así que después de escribir Pajarico me he lanzado con otra". Y es que nadie va a quitarle de la cabeza que en la vida uno debe hacer lo que cree necesario, aunque no esté de moda.

Por si fuera poco prepara una exposición de fotografía con algunas de las miles que ha tomado a lo largo de su vida. "Puede que luego se publique como una autofotobiografía", comenta divertido. Si es así, habrá una instantánea perdida, la primera que tomó este hombre que colecciona con mimo todo tipo de cámaras. En ella se ve a una niña de siete años de la que se enamoró a los nueve en el parque del Retiro. "Como era muy tímido le hice una foto con la cámara de mi padre y se la mandé. Nunca me contestó. Se llamaba Mamen y tenía un abrigo precioso".

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