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Fernando Checa sostiene que Carlos V no fue un coleccionista de arte a diferencia de Felipe II

El director del Museo del Prado, Fernando Checa, sostuvo ayer que "Carlos V no fue un coleccionista de arte" y que "su relación con la pintura y la escultura fue extraña" ya que contrasta enormemente con la de su sucesor Felipe II que "sí mantuvo un interés directo por las obras".En la primera jornada del curso Los sitios reales de España en el reinado de Carlos V que se celebra esta semana en la Universidad de verano de El Escorial, el ponente esbozó la evolución histórica de la imagen del emperador a partir del comentario de diversas creaciones como retratos, bustos, esculturas, monedas, miniaturas o imágenes de breviarios.

Bajo el título El coleccionismo en los sitios reales y tras asegurar que "es problemático hablar de coleccionismo en la corte de Carlos V", el historiador se refirió a los componentes "cristiano, erasmizante, caballeresco, medieval y romanizante" que fueron adquiriendo importancia en las representaciones del soberano ya que "seguramente, no hay monarca tan representado en el siglo XVI como Carlos V".

Los elementos emblemáticos tales como los atributos de la Orden del Toisón de Oro, el águila bicéfala o el emblema formado por las dos columnas con las coronas real e imperial inventado por el obispo de Tuy en 1517 fueron analizadas por el conferenciante, que hizo énfasis en "el carácter directo y no alegórico de las representaciones del emperador".

Desde el gesto "inexpresivo y desagradable" de Carlos V adolescente, hasta un porte mucho más majestuoso de los retratos de cuerpo entero realizados por Tiziano, de las figuras ecuestres o de El Furor, una escultura en bronce que representa al soberano tras la batalla de Mülberg, encandenando al furor según la imaginería de La Eneida, Fernando Checa analizó no sólo la actitud de los artistas respecto al monarca sino también de éste hacia las artes.

Así, tras sugerir el desinterés real, compensado por personajes como su tía y tutora Margarita de Austria que "mantuvo una actitud moderna hacia las Bellas Artes", este catedrático de Historia del Arte y doctor en Filosofía y Letras se refirió, por ejemplo, al "rechazo del emperador por las obras de tipo profano y erótico", corrientes en las cortes italianas que "no se recataban y que debieron escandalizar al pobre Carlos V".

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