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Un libro recrea la gesta del navegante Malaspina en el XVIII

Emilio Soler narra la expedición científica por las costas americanas

Amelia Castilla

Como buen político, lo primero que le impresionó a Emilio Soler Pascual del mítico navegante Alejandro Malaspina (Mulazzo, Italia 1754-1810) fue la conspiración que el marino encabezó contra Godoy. El catedrático de Historia Moderna de la Universidad alicantina abandonó la política, pero siguió investigando la gesta del marino que, a finales del XVIII, cartografió las posesiones españolas por las costas de América y Filipinas. La aventura de Malaspina (Ediciones B, Grandes Viajeros) resume la expedición científica.

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Buena parte de la documentación utilizada por Emilio Soler (Barcelona, 1946) para el libro procede del Diario de viaje de Malaspina, narrado por su puño y letra. "Ha habido que hacer una interpretación del texto, puesto que se trataba de un libro de divulgación", asegura Soler. "El diario es demasiado técnico; pocas cosas le interesaban a Malaspina que no fueran la seguridad de sus marineros o la dirección de los vientos". También ha utilizado como fuentes los documentos archivados en el Museo Naval y los diarios de los que acompañaron a Malaspina en la expedición que zarpó del puerto de Cádiz el 30 de junio de 1789 en dirección a las costas de América, Filipinas y las islas del Pacífico. La misión de la expedición, que viajaba en dos corbetas con víveres almacenados en sus bodegas para dos años, consistía en realizar una exploración geopolítica por los dominios españoles, levantar cartas marinas y contribuir a la investigación científica.Soler ha narrado la aventura de Malaspina en orden cronológico, y las casi cuatrocientas páginas del libro aparecen salpicadas de reproduciones de algunos de los puertos visitados y mapas sacados de los realizados en la época por los marinos. Según las investigaciones realizadas por Soler, el marino se equivocó en algunas situaciones geográficas. "Revisando todos los mapas que levantó Malaspina, en su mayoría perfectos hasta el extremo que los realizados sobre las costas de Patagonia se han utilizado hasta principios de los años 20 por la marina argentina, he detectado, sin embargo, algunos fallos motivados por la dificultades para medir la longitud; Malaspina llevaba relojes de precisión, pero hay momentos en que pierde la noción del viaje, dado que hay ocasiones en que los vientos y las corrientes les llevan más lejos de donde creían hallarse".

La visita a las colonias españolas le sirvió también al marino de origen italiano para definir cómo se debía proceder con los dominios coloniales. "Trató en vano de cambiar a la corona española y aquello le costó la cárcel. No luchó contra el poder porque se sintiera desplazado sino porque quería cambiar el país".

Un marino en el olvido

Tras años de trabajo en la figura de Malaspina, el catedrático de Historia presume de haber contribuido a rescatar de las alacenas llenas de polvo de los museos la figura de este aventurero, al que ahora se cita en las universidades y al que en su pueblo natal han dedicado un centro de estudios que este catedrático visita con frecuencia. Durante cerca de 200 años, la gesta de este marino permaneció en el olvido, hasta que en la década de los ochenta se produjo un acercamiento a su figura y su pensamiento. "Los fastos del 92 fueron fundamentales para la recuperación del personaje y de otros aventureros de segunda fila, cuya participación en la solución de los problemas del territorio español fue fundamental", aclara el historiador. Soler, que en esos años era director general de Cultura de la Generalitat por el PSOE, recuerda que fue el propio Narcís Serra el que impulsó las investigaciones de asuntos nuevos en la historia de España. Aquello significó para Soler el principio de una relación que todavía dura, y que ya se ha traducido en dos libros. El primero, La conspiración de Malaspina estaba centrado en la conjura contra Manuel Godoy que le costó pasar 10 años en la cárcel. "Tuve la suerte de descubrir unas cartas inéditas que el marino entregó a María de Frías y Pizarro, camarera de la esposa de Carlos IV". En esa correspondencia se recogían todos los datos de la conspiración que Malaspina preparaba contra Godoy para que la camarera se las entregara a la reina. Naturalmente, Malaspina desconocía la relación sentimental que sostenían la camarera de la reina y el sultán.

En su nuevo libro, Soler recrea esa etapa carcelaria y el exilio en su región natal esperando un perdón real que nunca llegó. El corolario de Malaspina podría ser el de un adelantado a su tiempo: "Vivió el fin de una España que no pudo ser dorada y que tuvo más sombras que luces".

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