Los marroquíes guardan luto sin apenas presencia policial en las calles
Las mezquitas permanecen cerradas para evitar concentraciones de integristas islámicos
Desvestida de las banderas que adornan sus avenidas, Rabat, la capital de Marruecos era ayer una ciudad en luto, sin apenas presencia policial. Serios, con el ánimo bajo, atentos a la esperanza de la sucesión dinástica, los marroquíes se concentraron en manifestaciones espontáneas de dolor ante el palacio real. Después de que los notables del reino rindieran pleitesía al nuevo monarca, Mohamed VI, las fuerzas de seguridad fueron llamadas a sus unidades. En Casablanca, grupos de jóvenes atacaron un par de restaurantes y un cabaré alegando que no respetaban la jornada de luto.
A la espera de los funerales de Hassan II -que se celebran esta tarde en Rabat en el Mausoleo de Mohamed V, padre del monarca fallecido-, los ciudadanos de la capital del reino y del resto del país magrebí proseguían ayer con sus actividades cotidianas en la primera de las tres jornadas de duelo oficial, sin apenas noticias de incidentes. En Casablanca, grupos de jóvenes atacaron dos restaurante -uno de ellos se llama Puerta del Sol- y un cabaré, alegando que no respetaban el luto.En su primera aparición pública desde su ascensión al trono, Mohamed VI salió ayer durante unos minutos del palacio real para saludar a un grupo de personas que manifestaba su pesar por la muerte de su padre. La televisión oficial marroquí mostró a varios centenares de personas llorosas, algunas de las cuales conversaron con el nuevo monarca, que iba escoltado por la policía. Más tarde, la concentración superaba las 5.000 personas, en su mayoría mujeres; algunas sufrieron desfallecimientos por la aglomeración de gente. Los manifestantes corearon consignas como: "El rey ha muerto, nos ha dejado huérfanos" o "viva el rey Mohamed".
Desde el anuncio oficial del ingreso del rey alauí en el hospital Avicena de Rabat, hasta la confirmación oficial de su muerte, comunicada al país por el heredero del trono bien entrada la noche, apenas transcurrieron cuatro horas. En este corto espacio de tiempo, la agencia oficial de noticias marroquí MAP había interrumpido su servicio, los teléfonos portátiles dejaron de funcionar y la conexión a los servidores de Internet quedó interrumpida.
Paradójicamente, la normalidad en estos servicios sólo se restableció después del anuncio oficial del fallecimiento de HassanII. Estas aparentes anomalías se debieron, según analistas de la prensa local, al repentino vacío de poder creado en un país en el que el soberano era consultado para cualquier decisión política relevante. Algunas autoridades administrativas dependientes del Ministerio de Interior, controlado por Driss Basri, habían ordenado el cierre de comercios y locales públicos la misma tarde del viernes, al tiempo que exigían a los bañistas de playas y piscinas que regresaran a sus casas. Pero en la mañana de ayer, los mismos responsables de Interior invitaban a los ciudadanos a reanudar sus actividades habituales.
El vacío de poder también parece aflorar de algún modo en la organización de los funerales del monarca alauí. Las autoridades han requisado todas las plazas hoteleras de Rabat y de Casablanca (90 kilómetros al sur de la capital) para acoger a los miembros de las numerosas delegaciones internacionales que asistirán hoy a las honras fúnebres de Hassan. Una de las pocas notas discordantes visibles ayer en Rabat era el cierre de las mezquitas para prevenir eventuales reuniones de grupos islamistas radicales. Los templos islámicos sólo abren habitualmente sus puertas en Marruecos durante los cinco rezos diarios, aunque en ocasiones especiales, como durante el luto oficial por la muerte del jefe del Estado, suelen permanecer abiertas ininterrumpidamente
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