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FERIA DE SAN FERMÍN

Los 'miuras' conducen un encierro limpio y sin heridos

De guiris a patas, pasando por todo el santoral porcino (que lo hay). Es domingo y los improperios abundan. En días tan señalados, cuando entre el encierro y el día de la resurrección de las almas sólo hay una diferencia de grado, todo puede ocurrir. Y ocurrió. No hubo heridos graves. De eso se ocuparon los nobles toros de Miura, siempre hermanados y ajenos a las multitudes congregadas a su paso. Lo que sí hubo es de todo, y poco bueno. "Ése no es de aquí". El señalado, con la juerga aún en el cuerpo, toca la armónica a unos metros de la peligrosa curva que abre Estafeta. Quedan unos minutos para que los toros salgan. El "¿usted no es de aquí?", entre la sorpresa y la acusación, ayer vivió éste y otros episodios menos divertidos. Daniel Oteiza, experto corredor, notó cómo su bella carrera a escasos centímetros de los pitones se vio bruscamente interrumpida por un empujón: al suelo, una brecha en la cabeza y el resto de la manada que galopaba por encima.

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El "¿usted no es de aquí?" no es, pese a lo que pueda parecer, una expresión excluyente. En Pamplona, en fiestas, nativos son todos. Todos aquellos que se suman al jolgorio con el respeto debido. Por un fin de semana, son pamploneses los tres hermanos Duzin, que llegan del sur de Francia y que no corren por culpa del mucho alcohol acumulado. Cómo Vicente, José Miguel y Jesús, tres amigos que se acercan a los sanfermines desde Faura de los Valles (Valencia), y Rubén, Carlos, David, Juancho y 10 amigos más, de San Sebastián de los Reyes (Madrid). Estos últimos corren y lo hacen según las reglas, el sentido común y la afición: buscando la testuz de los astados para conducir y templar el tranco de los bravos.

Índice acusador

La pregunta y el índice acusador se dirige a los otros. Los hay cuyo único empeño es abrazar al toro con el mismo cariño con que la noche anterior acariciaban pieles más curtidas (las de la bota de vino). Un poco más atrás, los atletas. Éstos esperan a que los toros quemen la adrenalina en la empinada cuesta de Santo Domingo para apuntarse a un maratón. Objetivo: llegar a la plaza con el trasero de los astados (aquí, desastados) como paisaje. Para todos éstos es la expresión local patas. Ayer, se vivió un espeso guisado de patas. Los fines de semana, en San Fermín, son así. La gente se agolpa en el recorrido, manteniendo intacto el cuerpo de jota de una madrugada renuente a abandonar los excesos. Todos de blanco, y al cuello, un pañuelo rojo. Sin embargo... "¿En qué sentido van los toros?", dice un hombre, cámara de vídeo en mano, a las puertas de los corrales de Santo Domingo. Respuesta: "Usted no es de aquí, ¿verdad?".

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