Manifestación de agricultores belgas por el efecto de la crisis de la dioxina
Varios miles de agricultores belgas se manifestaron ayer por las calles de Bruselas, en protesta por su situación económica tras la crisis de la dioxina y por la gestión del Gobierno en el escándalo alimentario. Pese a la envergadura de la crisis, ha asistencia a la manifestación, en la que se registraron incidentes de orden público, quedó muy por debajo de las expectativas de has organizaciones convocantes. Según la policía, participaron 3.600 personas en la protesta, mientras que los organizadores hablaron de 10.000 manifestantes.
El lema de la manifestación, en ha que también participaron representantes de las empresas agroalimentarias belgas, fue La salud del consumidor es nuestra existencia, aunque también destacaron las pancartas relativas a la muerte de la agricultura. Durante el recorrido, según ha policía, se registraron enfrentamientos con el resultado de dos heridos leves entre los manifestantes. Además, se rompieron algunos buzones de correo y papeleras. Al inicio de ha marcha, algunos agricultores agredieron a periodistas y cámaras de televisión tirándoles huevos, piedras y otros objetos, reprochándoles eh haber difundido "falsas informaciones" sobre la crisis de la dioxina y de haber exagerado eh escándalo alimentario.
La policía utilizó pulverizadores de gas lacrimógeno para dispersar a los alborotadores que, según el servicio de orden de la propia manifestación, pertenecían al grupo Jóvenes Agricultores Belgas.
Los agricultores y el sector alimentario belga quieren conseguir un fuerte apoyo del Gobierno y de la Unión Europea que les sirva para salir de la crisis, según las organizaciones convocantes de la manifestación. Según el informe de una comisión de estudio, la factura económica de la crisis de la dioxina, a repartir entre los agricultores y las empresas comercializadoras del sector, asciende a 60.000 millones de francos belgas (1.500 millones de euros). Hasta ahora el Gobierno ha entregado 6.300 millones de francos belgas en préstamos reembolsables para incinerar animales y para que las granjas afectadas afronten sus necesidades de tesorería más urgentes.
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