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Entrevista:ARCADI PLA / MANUEL DE SOLÀ-MORALES - PREMIOS FAD DE ARQUITECTURA

"La buena arquitectura no es más cara que la mala"

Anatxu Zabalbeascoa

La 41ª edición del Premio FAD ha recaído en la vivienda social digna, en la arquitectura económica y de calidad. El gerundense Arcadi Pla (1945) y el barcelonés Manuel de Solá-Morales (1939) son autores de dos proyectos en los que el diseño cuidadoso llega hasta las viviendas de protección oficial. Ambos arquitectos coinciden en que es precisamente en estos trabajos en los que se mide el nivel de la arquitectura y el civismo de un país. El edificio de protección oficial de Arcadi Pla ya ganó el año pasado el premio de arquitectura que otorga el Colegio de Arquitectura de Girona. Pla asegura que con el inmueble ganador quiso "plantear soluciones diferentes dentro del estricto ámbito normativo y presupuestario que caracteriza a este tipo de vivienda". Así, el edificio trató de ser sensible al paisaje y se ubicó en el terreno con "conciencia de lugar, formando un bloque escultórico para aprovechar la relación con el río Ter y la vista de la parte más monumental del casco antiguo de la ciudad".

El arquitecto trató de conseguir una sensación espacial generosa en los 59 metros de que disponía para cada piso, y lo hizo concentrando los servicios, dotados de luz natural, y fomentando la intimidad en las terrazas para que éstas actuasen como una extensión de la zona de estar. "No sé si soy el mejor arquitecto", afirma el ganador, "pero sí soy el que más contento está. Con este premio se reconoce una inicativa en la que todos, constructor, ayuntamiento y arquitecto, nos hemos esforzado. Los primeros trabajando con márgenes muy pequeños, el segundo repensando la normativa, atendiendo a la realidad, y yo tratando de ofrecer un diseño digno y humanizante que se pueda pagar con alquileres mensuales de 39.000 pesetas".

El proyecto de Manuel de Solá-Morales en Alcoy también busca llevar la intimidad -limitando el número de edificios y concentrando la iluminación en una única fuente por fachada- a la vida de los residentes en viviendas de protección oficial. Además de proyectar las casas y la zona ajardinada circundante, el arquitecto barcelonés recuperó un barrio céntrico en peligro de ruina separando los tráficos peatonales y de vehículos en dos niveles. Su intervención se suma a las realizadas por Álvaro Siza -en las murallas- y por el italiano Francesco Venezia -en el puente de acceso- para renovar el casco antiguo de Alcoy.

A pesar de estos últimos laureles, en España la vivienda económica sigue siendo la gran olvidada de la arquitectura de élite. "Hasta hace poco, las normativas eran muy estrictas -asegura Pla-, no dejaban lugar para las ideas nuevas, y sólo un determinado tipo de arquitecto se interesaba por estos proyectos. Con la llegada de la democracia esta situación mejoró, pero, a pesar de todo, los márgenes de beneficios son mínimos y por eso es difícil encontrar inmobiliarias que quieran dedicarse a este tema". Solá Morales corrobora esta opinión y comenta que durante mucho tiempo la burocracia se ha asustado de la exigencia que supone esforzarse: "La vivienda social es un tema complejo. La arquitectura crea el espacio para vivir, especialmente cuando crea vivienda, y más aún cuando la vivienda es para quien no puede elegir ni permitirse otra casa. Esto exige paciencia del arquitecto y elasticidad por parte de la administración. La buena arquitectura ha chocado siempre con las rigideces de la administración y con el recelo de los burócratas".

Ambos arquitectos aseguran que la arquitectura de calidad no tiene por qué resultar más cara. "Hay que ser muy cuidadoso, pero el sentido común y la limitación de nateriales se traduce en una economía de lenguaje que es una condición para la calidad formal del edificio. La disciplina ayuda a la arquitectura a deshacerse de los excesos", sostiene Solà-Morales.

Los ganadores del FAD apuntan que un inconveniente habitual al proyectar vivienda social es que las normativas no tienen en cuenta a las nuevas familias, a la gente que vive sola o las parejas con pocos hijos. "Las tipologías de vivienda actuales están hechas a partir de miedos. Algo tan sencillo como cambiar esto modificaría el panorama", dice Pla. "Hoy, de un piso de 90 metros cuadrados se sacan cuatro habitaciones, cuando rara es la familia que tiene tantos hijos. Los políticos deben observar los cambios sociales para reflejarlos en nuevas normativas", aseguró.

Solá-Morales, por su parte, comentó que ése, precisamente, ha sido uno de los caballos de batalla que más esfuerzos costó a su estudio. "En Alcoy conviven estudiantes y ancianos, gente que vive sola y comerciantes con un local junto a la casa, familias con hijos y parejas que trabajan en su propio domicilio. Es absurdo creer que todos necesitan el mismo tipo de espacio".

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