El Papa rinde homenaje a los mártires de la reciente historia polaca
La particular contribución de la tierra polaca al martirologio contemporáneo, como víctima de la opresión nazi y el "totalitarismo soviético", fue resaltada ayer por el Papa en sus intervenciones ante decenas de miles de compatriotas que respondieron al Pontífice con gritos de: "¡Quédate con nosotros!". Juan Pablo II citó el ejemplo de todos esos "luchadores por la paz" para proponer la doctrina católica del perdón y la reconciliación como único camino hacia la paz. Así lo demuestran "nuestros días", dijo el Papa en referencia a la guerra de Yugoslavia.
Un perdón y una reconciliación que "el mundo no puede ofrecer", por más que la ansíen todos los pueblos. Y es que Juan Pablo II, según su portavoz, Joaquín Navarro Valls, "está informado cada minuto de la situación en Kosovo, y espera, con preocupación, que se resuelvan cuanto antes las dificultades que ha encontrado el proceso de paz". Karol Wojtyla cerró sus intervenciones repitiendo las palabras que ya pronunció la pasada Pascua: "La paz es posible, la paz es un deber, la paz es la primordial responsabilidad de todos".Cada viaje del Papa a Polonia, su país, se convierte en una afirmación de patriotismo a través de la reivindicación de la identidad cristiana de la nación. Pese a la aparente naturalidad con la que los polacos han acogido en esta ocasión a Wojtyla -es su séptima visita en 20 años- existe una comunicación especial entre el Papa y su país, hasta el punto de que, en Polonia, parece haber recuperado la energía de la primera etapa de su Pontificado, caracterizado por una obsesiva movilidad. Utilizando un helicóptero para todos sus desplazamientos, Wojtyla fue capaz ayer de recorrer una amplia extensión de la Polonia profunda. Desde el santuario mariano de Linchen, que se está construyendo en un espléndido paisaje de bosques y lagos, hasta la ciudad de Torun, cuna de Nicolás Copérnico, donde el Papa, además de beatificar al sacerdote Stefan Wincenty Frelichowski, muerto en Dachau en 1945, habló ante el cuerpo académico de la Universidad que lleva el nombre del gran astrónomo.
Por la mañana, el Pontífice se había desplazado a Bydgoszcz, a unos 100 kilómetros al sur de Gdansk, una ciudad especialmente marcada por la tragedía de la ocupación alemana, donde el Ejército invasor fusiló a 35.000 personas en los primeros días de la II Guerra Mundial.
La experiencia polaca
Fue en el aeroclub de Torun, una de las ciudades mejor conservadas de Polonia, a orillas del Vístula, donde Wojtyla retomó el asunto de la paz utilizando la biografía del sacerdote Wincenty Frelichowski. Lo hizo desde la experiencia polaca, "una tierra que a lo largo de su historia ha experimentado los trágicos efectos de la falta de paz, convirtiéndose en víctimas de guerras crueles y destructoras". Wojtyla se refirió en particular a la II Guerra Mundial, cuyo recuerdo, dijo, "sigue estando vivo".Pero si el siglo XX ha sido testigo como pocos del derramamiento de sangre inocente su final no está ahorrando este triste espectáculo. "Los últimos meses", dijo el Papa, han demostrado "cuanta sangre inocente se pierde".
Los mártires polacos, como los antiguos cristianos víctimas de las persecuciones de los emperadores romanos, como "los mártires japoneses, franceses, vietnamitas, españoles, mexicanos", son un patrimonio que enriquece a la Iglesia católica, y su vida demuestra, según Wojtyla, "que el mundo necesita esta clase de locos de Dios". El Papa citó a este respecto un párrafo de la Bula de iniciación del Gran Jubileo del Año 2000 publicada hace unos meses: "El creyente que se haya tomado en serio la propia vocación cristiana, en la cual el martirio es una posibilidad anunciada ya en la Revelación, y no puede excluir esta perspectiva en el horizonte de su propia vida". Para Wojtyla, los mártires de nuestro tiempo son tanto las "madres que se ofrecen en sacrificio para salvar la vida del propio hijo", en referencia a las mujeres que ante la disyuntiva de abortar por motivos de salud prefieren seguir adelante con el embarazo, como los creyentes que defienden el derecho "a la libertad religiosa y de conciencia".
Mientras prosigue el viaje papal, Navarro Valls confirmó ayer que la visita de Juan Pablo II a Armenia, prevista para julio próximo, está en el aire, ya que se encuentra muy grave el patriarca armenio.
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