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Reportaje:

El triunfo de la tapa alcoyana

La importancia de la imagen, esa idea que con tanta insistencia defienden los magnates publicitarios Bassat, Satchi u Ogilvy, ya la constataron en 1955 los fundadores de la empresa alcoyana productora de aceitunas La Española. Unos segundos en televisión en un anuncio en blanco y negro, una tonadilla y un lema: La Española una aceituna como ninguna, se tradujeron en la fama y la popularidad que aun mantiene la firma. "Al principio promocionábamos las aceitunas mediante campañas en prensa, vallas y escaparates, pero aparecer en televisión fue un hito para la empresa". Así lo recuerda Alfredo Alberola Coloma (Alcoy 1944) actual consejero delegado de La Española Alimentaria Alcoyana,SA, empresa que en su último ejercicio facturó cerca de 6.000 millones de pesetas. Aquel logro de la industria, que inició su andadura como una actividad casi artesanal en 1940, fue doble. No sólo se consiguió inmortalizar el lema "que aun cantan niños de esta generación y se ha convertido en un valor transmitido de padres a hijos", advierte Alberola. La aparición en la pequeña pantalla hizo que la producción de aceitunas rellenas quedase corta para cubrir los pedidos que empezaban a llegar de toda la geografía española. "Éste ha sido y continúa siendo nuestro principal destino: el cliente del mercado nacional que considera las aceitunas rellenas como uno de los aperitivos con más solera". Un bote por español Tan importante como la publicidad fue la introducción del bote familiar que permitió acercar el producto, que nació como una tapa consumida únicamente en los bares, a todos los hogares. "Mi abuelo [Alfredo Alberola Sempere, uno de los tres fundadores de la compañía] siempre dijo que el día que consiguiéramos que cada español comprara un bote de nuestras aceitunas, seríamos ricos. No iba mal encaminado", bromea finalmente. Con menos éxito, las aceitunas rellenas han comenzado a introducirse en el extranjero donde no han cuajado como aperitivo sino enganchadas a un palillo de madera y flotando en una copa de Martini. Ahora llegan hasta Europa (Francia, Italia, Reino Unido), Latinoamérica (Ecuador, Brasil, Argentina, Puerto Rico), Estados Unidos y Canadá. Según explica el empresario, el paladar de sus consumidores no puede satisfacerse con cualquier variedad de aceituna. Para ello la industria se abastece de la producción de olivas manzanilla cuya extracción del hueso es más sencilla, y que se cultivan en la localidad sevillana de Aljarafe. Con la idea de facilitar el proceso de producción, el grupo abrió una fábrica en Sevilla, que ocupa una extensión de 50.000 metros cuadrados, en la que se elaboran los procesos previos al relleno. Estos últimos se realizan en las instalaciones industriales de Alcoy, que ocupan 15.000 metros cuadrados. Los desechos que se obtienen del vaciado de las aceitunas se transforman en vapor y calorías, que mueven la fábrica mediante una central térmica, instalada en 1991 con objetivos medioambientales pero que han aportado ahorro energético en la compra de combustible, que hasta la fecha era el gasóleo. Desarrollo tecnológico El grupo aceitunero, que empezó su andadura en 1941 de la mano de Alfredo Alberola Sempere, Alfredo Alberola Balaguer y José Reig Pastor, pasó de la fórmula artesanal de los inicios a un cambio de estructuras en la década de los años setenta. Un año antes, en 1969, época en que la empresa alcoyana facturaba alrededor de 150 millones de pesetas, aterrizó en la empresa Alfredo Alberola Coloma, convertido hoy en consejero delegado del grupo alimentario. Su entrada coincidió con el desarrollo tecnológico que hizo que la industria fuera más competitiva, pero afectó, inevitablemente, al puesto de trabajo de cerca de doce personas en 1992. La compañía atravesó una etapa de conflictividad social, que se tradujo en agrias jornadas de huelga y manifestaciones que sacaron a relucir el nombre de la empresa en los medios de comunicación. Sobre este asunto el empresario aclara que "era una medida pactada, necesaria y con la que se ha conseguido mejorar la calidad de vida de los empleados".

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El reto sucesorio de una empresa familiar
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