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Las grandes obras para el siglo XXI

Los años noventa han sembrado el planeta de proyectos de construcción de gran envergadura

El perfil de las grandes ciudades de todo el mundo está cambiando. La década de los noventa ha sido, según los expertos reunidos esta semana en Madrid en la VII Conferencia de Superproyectos Urbanos, la década en la que la globalización ha dejado su marca en las grandes poblaciones. Las consecuencias de ello son los grandes proyectos de infraestructura que hoy se encuentran en marcha y que tienen "una envergadura nunca vista antes", según afirmó el lunes Peter Hall, uno de los urbanistas más reputados del mundo, en la inauguración del encuentro.La conferencia, organizada por la Federación Mundial para el Desarrollo (WDF, en sus siglas en inglés) tiene como objetivo, además del interés académico, fomentar oportunidades de negocio. "Nuestro objetivo es acercar a los sectores público y privado para entender juntos los desafíos y las oportunidades para poder conseguir el status de superciudad", según dice el boletín de presentación. Muchos ayuntamientos iberoamericanos y europeos se acreditaron en la conferencia; y casi no han faltado representantes de las grandes constructoras, compañías de inversión y proveedores de servicios en general.

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Pero la gran atracción del encuentro ha sido la exposición de los superproyectos, los más importantes que se están realizando en el planeta. El más impresionante, por inversión y consecuencias sociales, es la presa de las Tres Gargantas, en China.

Las Tres Gargantas

Es un proyecto faraónico de los más controvertidos del mundo. Algunos ingenieros españoles -como Alberto Herreras, que ha visitado las obras- afirman con ironía que los más críticos son los norteamericanos, porque ninguna de sus empresas interviene en la construcción, informa .El proyecto parte de una idea de principios de siglo auspiciada por el primer presidente de China, Sun Yat-sen. Pero la idea no recibió el impulso definitivo hasta la revolución comunista, con su convicción en la capacidad del hombre para moldear la naturaleza.

El ex primer ministro Li Peng, al frente ahora del Parlamento, es la figura cuya carrera política se asocia con la aprobación (en 1992) y ejecución de la gigantesca presa, nueve veces más grande que la mayor presa de España (la de La Serena, en Badajoz). Su objetivo es paliar la sangría de víctimas mortales que periódicamente se cobran las inundaciones del río Yantsé y proteger a 103 millones de chinos que viven en la zona. Sólo el año pasado murieron 3.000 personas en las inundaciones.

El proyecto implica además la irrigación de 2 millones de hectáreas de secano, la producción de energía eléctrica y el transporte de agua para atender a la industria y los abastecimientos en el área de influencia de Shangai. Estos proyectos son los únicos que han contado con financiación externa. El Banco Mundial, que ha revisado sus inversiones en grandes presas, sólo ha prestado dinero para la construcción de plantas depuradoras.

Junto a estas ventajas la construcción de la presa en la que trabajan desde 1980 más de 18.000 obreros, obligará a más de un millón y medio de personas (lo que equivale a la población de Barcelona capital) a abandonar sus tierras. Más de cien emplazamientos arqueológicos y otros 1.283 monumentos relevantes quedarán anegados por las aguas.

La obra debe afrontar ahora su financiación. Lu Youmeu, director del proyecto afirma que el dinero saldrá de la propios chinos. La tarifa de la luz incluirá una sobretasa y se fuerza a las empresas estatales a comprar bonos. Si eso no es suficiente, se estudia un plan para buscar financiación en las bolsas occidentales.

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